11- ¿ANUNCIACIÓN A MARÍA?

SACERDOTE El ángel del Señor anunció a María.

FIELES Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
SACERDOTE He aquí la esclava del Señor.
FIELES Hágase en mí según tu palabra…

RAQUEL Nuevamente, transmitiendo desde la Basílica de la Anunciación, en Nazaret. Nos acompaña, como en jornadas anteriores, el mismo Jesucristo durante su segunda venida a la tierra. ¿Escucha usted lo que rezan y cantan los fieles?

JESÚS Sí, hoy madrugué y he escuchado varias veces esta oración…

RAQUEL Son las palabras del ángel Gabriel cuando visitó a su madre María aquí mismo, en este lugar sagrado, hace dos mil años. Si usted me permite… ¿podemos ir al grano?

JESÚS Pues vamos al grano, como dicen las gallinas.

RAQUEL Señor Jesucristo, ¿usted es hijo de quién?

JESÚS De mi madre. Igual que todo el mundo.

RAQUEL Sí, eso ya lo sabemos. El problema es con el padre. Quiero que me responda sin ninguna ambigüedad: ¿usted es hijo de Dios, sí o no?

JESÚS Sí, claro que lo soy.

RAQUEL Uff… Me da un gran alivio escuchar esas palabras. Y a muchos de nuestros radioescuchas también.

JESÚS Pero eso ya lo sabías, Raquel. La vida es un regalo de Dios. Todos somos hijos de Dios. Tú también.

RAQUEL A ver, a ver… Tal vez no me expresé bien. Yo me refería a… si usted nació por obra y gracia del Espíritu Santo.

JESÚS Por supuesto. El Espíritu de Dios sopla sobre todas las aguas.

RAQUEL Voy a ser más explícita. ¿Fue el Espíritu Santo el que fecundó a María?

JESÚS ¿Qué dices?… Dios no tiene esperma. Dios no fecunda mujeres.

RAQUEL Hago la pregunta de otra manera: ¿cómo quedó embarazada María? ¿Por un prodigio ginecológico? ¿Tal vez un fenómeno de partenogénesis?

JESÚS No entiendo esas palabras.

RAQUEL Es decir, como esas flores que se autofecundan.

JESÚS Nazaret significa Flor, en mi lengua. Pero nunca oí que las nazarenas se fecundaran solas.

RAQUEL No sabemos cómo, pero Dios realizó un milagro portentoso en el vientre de su madre María.

JESÚS Sí, el milagro de la vida. Toda madre se asombra ante esa maravilla.

RAQUEL Yo me refiero al milagro de ser virgen y madre al mismo tiempo.

JESÚS No le busques tres jorobas al camello, Raquel. Si Dios puede hacer las cosas fácilmente, ¿para qué va a complicarse, no te parece?

RAQUEL ¿Qué nos quiere decir con eso?

JESÚS Mi padre José conoció a mi madre María. Y yo nací de esa unión.

RAQUEL ¿Estoy oyendo bien o…? ¿Usted se da cuenta que está diciendo una herejía… tal vez la mayor de todas las herejías?

JESÚS Pero… ¡nadie puede ser hereje de sí mismo!… ¡Si no sabré yo cómo nací!

RAQUEL Pero, entonces, por favor, ¿dónde queda la virginidad de la virgen, dónde el ángel Gabriel, dónde el Ave María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres…?

JESÚS ¿Sabes qué, Raquel? Te invito a probar unos dátiles.

RAQUEL ¿Cómo dice?

JESÚS Vamos, vamos, aquí afuera hay un mercado…

RAQUEL Dejemos las bromas para otro momento…

JESÚS Las bromas sí, pero el hambre no. Acompáñame y continuamos conversando. Tal vez fuera de este templo vas a comprender mejor… ¡Ven, sígueme!

RAQUEL Espere, que tengo que despedir la entrevista… Desde Nazaret y para Emisoras Latinas, Raquel Pérez.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS

Una saga de nacimientos maravillosos

El texto de la anunciación del evangelio de Lucas —que interpretado como un relato histórico fundamenta el dogma de la virginidad de María— está inspirado literariamente en varias profecías: Sofonías 3,14-18; Isaías 7,14 y 9, 5. A lo largo de todo el Antiguo Testamento aparecen niños que nacen de forma maravillosa, “milagrosa”, como un regalo de Dios para sus madres, que eran estériles o viejas, sin esperanzas ya de engendrar: Isaac (Génesis 18,9-14), Sansón (Jueces 13,1-7), Samuel (1 Samuel 1,1-18). En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista (Lucas 1,5-25). Desde que relatan sus orígenes, quienes escriben las vidas de estos grandes hombres quieren resaltar que, además del acto por el que sus padres los engendraron, fueron también un especial don de Dios para el pueblo.

El dogma de la virginidad

En el año 649, en el Concilio de Letrán, fue proclamado que Jesús fue concebido “absque semine ex Spiritu Sancto” (sin semen, por el Espíritu Santo). Siglos después, el 7 de agosto de 1555, la Constitución Apostólica declaró así el dogma de la virginidad de María: De parte de Dios Padre Hijo Espíritu Santo, con la autoridad apostólica corregimos a los que tal vez afirmen que Jesucristo no fue concebido por obra del Espíritu Santo, sino como los demás hombres… o que la misma beatísima Virgen María no es Madre de Dios ni permaneció siempre en perfecta integridad virginal… antes del parto, en el parto y perpetuamente después del parto.

La explicación “científica” del dogma

Con los nuevos descubrimientos científicos, algunos teólogos dogmáticos buscan ponerse al día y explican el “misterio” de la concepción de Jesús con razonamientos de este tipo: “Como Jesús era un varón, y por lo tanto tenía cromosomas XY, para que la Virgen María lo concibiera, el milagro debió ser que ella formó, a partir de un óvulo con su propio mensaje genético XX, un cigoto diploide con 46 cromosomas, uno de cuyos cromosomas X sufrió una mutación milagrosa pasando de X a Y, y así se formó Jesús, un varón XY.”

Sea cual sea el prodigio, estos “teólogos” afirman que el dogma invita a creer que todo el material genético de Jesús le vino exclusivamente “de la Santísima Virgen”. Por vergüenza ajena, nos reservamos el nombre del autor de esta insensatez.

La perversidad de este dogma

El dogma de la virginidad de María y el tratar de explicarlo y justificarlo “científica”, teológica o incluso metafóricamente, expresa un menosprecio al cuerpo de la mujer, a la relación sexual y especialmente a la sexualidad femenina. San Agustín fue uno de los teólogos de la antigüedad que ya en el siglo IV entrelazó firmemente esas tres ideas: lo pecaminoso del sexo, el nacimiento virginal de Jesús y la superioridad de la virginidad sobre la vida sexual. En su libro “Tú sola entre las mujeres. El mito y el culto a la Virgen María” (Editorial Alfaguara, 1991) la historiadora británica Marina Warner analiza a fondo la perversidad de argumentos teológicos que se resumen en “la mujer es útero y el útero es el mal”.