15 – ¿QUIÉN MATÓ A JESÚS?

PERIODISTA Amigas y amigos de Emisoras Latinas, el tema de hoy en nuestro Frente a Frente es la pasión y muerte de Jesucristo, hechos que en la llamada semana santa se recuerdan en todo el mundo occidental…Y como siempre, serán el apóstol Pablo y María Magdalena quienes estarán evocando el acontecimiento central del cristianismo… Lo saludo, Pablo…

PABLO Gracias por invitarme a hablar de lo que bien ha llamado usted el centro de nuestra fe, su piedra angular.

PERIODISTA Bienvenida también, María Magdalena.

MARÍA Gracias… aunque hablar de lo que pasó aquellos días todavía conmueve mi corazón.

PERIODISTA Tal vez empecemos con unas primeras palabras… ¿Cómo resumiría Pablo aquellos hechos?

PABLO Es difícil resumir misterio tan sagrado. Pero le diré que Dios en su plan secreto manifestado en la plenitud de los tiempos hizo pecado y maldición a Cristo el Señor y en la cruz lavó nuestros pecados.

MARÍA ¡No diga eso, don Pablo!

PERIODISTA Dígalo usted, Magdalena, díganos brevemente lo que ocurrió…

MARÍA A Jesús lo mataron los sacerdotes. Todo lo que él decía y hacía era contrario a lo que ellos hacían y decían. Jesús hablaba de la Justicia de Dios y ellos cometían injusticias en nombre de Dios. Eso fue lo que pasó, eso.

PERIODISTA Dos posiciones frente a frente: Pablo dice que Dios envió a Jesucristo a morir. Y María Magdalena afirma que a Jesús lo mataron.

MARÍA Y quiero dejar bien claro quiénes fueron los que lo mataron. Los sacerdotes del Templo. El viejo Anás y su yerno Caifás, todos los del Sanedrín que usted conoció bien, don Pablo. Y los doctores de la Ley, los saduceos, los fariseos, que usted conoció todavía mejor porque fue uno de ellos… Y el gobernador Pilato porque ni una hoja se movía en nuestro país sin la voluntad de Roma. Y eso creo que le toca también a usted, que dijo que era ciudadano romano.

PABLO ¿Me está acusando usted, insolente y atrevida galilea, de la muerte del Señor?

MARÍA No quise decir eso… Pero lo que dice usted es todavía más atrevido, porque usted dice que el culpable de esa muerte fue Dios.

PABLO No me tergiverse, mujer. Digo que desde el cielo nos amenazaba la cólera de Dios por el pecado del primer Adán y Dios eligió a su hijo Jesucristo como víctima para concedernos perdón y gracia.

MARÍA Pero ¿de qué Dios habla usted, don Pablo? ¿Qué Dios tan malvado es ése que quiere que su hijo muera?

PABLO El mismo que puso a prueba a nuestro padre Abraham, pidiéndole que le quitara la vida a su hijo Isaac.

MARÍA ¡Por el amor de Dios, don Pablo! Jesús le dio la vuelta a la Ley y a todas esas historias antiguas. El Padre del que habló Jesús es un Dios que quiere que sus hijos, sean pecadores o no, vivan, que no sufran, que sean felices.

PABLO Y entonces, mujer confundida, ¿con qué sangre se lavará el pecado de Adán? Fue Cristo el Señor quien se inmoló en sacrificio de expiación. ¡Bendito sea el que hizo a Cristo carne, pecado y maldición para redimirnos, también a usted, mujer perdida!

MARÍA ¡Ah, no, yo me voy…!

PERIODISTA No, Magdalena, no se vaya…

MARÍA Señor periodista, discúlpeme, si este hombre continúa ofendiendo con esa retahíla de insultos, no a mí, sino a Dios, nuestro padre, convirtiéndolo en un desalmado asesino de su propio hijo, yo me voy de aquí… ¡No lo soporto más!

PERIODISTA Tranquila, tranquila, Magdalena. Una pausa y volvemos… Estamos de nuevo en Frente a Frente, espacio de debate. El día de hoy, contrastando lo que Pablo enseñó y escribió en sus cartas sobre la muerte de Jesús.

PABLO Ya lo dije: Murió para cumplir el plan de Dios y así salvarnos con su sangre redentora y…

PERIODISTA Espere, Pablo… Queremos escuchar también lo que María Magdalena nos puede relatar de aquellos hechos… ¿Más tranquila?

MARÍA Me tranquilizaré porque quiero desmentir lo que ha dicho este hombre.

PERIODISTA Entonces, María Magdalena, como usted fue testiga de los hechos, como estuvo allí, llegando incluso hasta al pie de la cruz, háganos un recuento de lo que pasó. Preguntas concretas, respuestas breves. ¿De acuerdo? Veamos… Cuando Jesús fue aquel año a Jerusalén, ¿sabía que iba a morir?

MARÍA Lo que sabía era que ir allá era un riesgo. Los que fuimos con él, su madre, yo, Pedro, todos, sabíamos que era muy peligroso. El movimiento de Jesús llevaba ya tiempo en Galilea, Jesús ya era conocido y quería hacerse oír en la capital, en Jerusalén…

PERIODISTA ¿Y al llegar, qué hizo?

MARÍA Se escondió.

PERIODISTA ¿Cómo que se escondió? ¿Dónde?

MARÍA En Betania, en la taberna de sus amigos, Lázaro, Marta y María. Así estaríamos cerca de Jerusalén y Jesús sabría cuándo empezar su plan…

PERIODISTA ¿Cuál era el plan?

MARÍA Llegar al Templo, denunciar allí a los sacerdotes que habían hecho de la religión un negocio y de la casa de Dios una cueva de bandidos. Quería hablarles duro a aquella raza de víboras.

PERIODISTA Hacer algo de impacto… ¿Por qué?

MARÍA Él quería apresurar la llegada del Reino de Dios…

PERIODISTA ¿Habla usted de lo ocurrido el domingo de ramos?

MARÍA ¿Qué ramos…? Unos días antes de la Pascua entramos cientos de gentes con Jesús en el Templo. Jesús con un látigo en la mano.

PERIODISTA ¿Y qué efecto tuvo eso?

MARÍA ¡Imagínese, un galileo tomándose el Templo de Jerusalén! Nunca se había visto algo así. ¡Y lo que dijo allí! Ni Isaías ni Oseas dijeron nunca nada igual y menos en el lugar que tan santo decían que era.

PERIODISTA ¿Y haciendo eso firmó su sentencia de muerte?

MARÍA Bueno, él no firmó nada porque él no sabía escribir. Pero al día siguiente de lo del Templo las autoridades religiosas leyeron por la ciudad una orden de captura contra él. Para matarlo.

PERIODISTA ¿Y lo capturaron?

MARÍA Volvimos a escondernos en Betania, pero Judas y los guerrilleros zelotes eran muy impacientes, y lo complicaron todo.

PERIODISTA ¿Cómo fue? Cuéntenos…

MARÍA Los zelotes se entusiasmaron tanto con el alboroto del Templo que pensaron que era el momento de enfrentar a los romanos. Eso no era posible, los romanos hubieran hecho una matanza. El plan de Jesús era ir poco a poco abriéndole los ojos a la gente…

PERIODISTA Un plan con visión de largo plazo.

MARÍA Los zelotes lograron convencer a Judas que si apresaban a Jesús la gente en Jerusalén se alzaría contra Roma. Cuando nos dimos cuenta de lo que tramaban y que Judas había delatado a Jesús ya era tarde…

PERIODISTA ¿Tarde para qué?

MARÍA Para escapar a Galilea. Ésa fue la decisión: irnos después de cenar la Pascua. Esa noche nos fuimos a esconder en Getsemaní, esperando que amaneciera para regresarnos al norte, a Galilea. Pero Judas sabía dónde estábamos… Yo recuerdo que esa noche Jesús rezaba con mucho miedo…

JESÚS ¡Padre! Si hubiera llegado mi hora, dame fuerzas… Ellos quieren matarme, Padre… pero yo no quiero morir. ¡Todavía no! ¡Todavía no! ¡No quiero morir, no quiero, no quiero! ¡Dame tiempo, Señor! ¡Necesito tiempo para terminar la obra comenzada! Hay que seguir abriéndole los ojos al pueblo, seguir anunciando tu buena noticia a los pobres… Padre, ellos quieren taparnos la boca, quieren ahogar la voz de los que reclamamos justicia. ¡Que no se haga la voluntad de ellos, sino la tuya! ¡Que no ganen ellos, los poderosos, los hombres sanguinarios, sino que ganes tú, el Dios de los pobres, nuestro Defensor! ¡Mete tu mano ya, Padre! Saca la cara por nosotros, los humillados de este mundo, las siempre derrotadas… ¡y si no, bórrame a mí de tu libro!

PABLO Espero que después de toda esa fábula usted diga en algún momento que Jesús obedeció el plan de Dios y se entregó a la muerte…

MARÍA No, don Pablo, Jesús no se entregó a ninguna muerte. Él se dejó apresar aquella noche para darnos tiempo de huir a nosotros…Lo que siguió, ya no lo vimos pero lo supimos después… Amaneciendo, Pilato lo sacó a la explanada, herido, destrozado, con una corona de espinas en la cabeza… No, no puedo… Siga usted…

PERIODISTA Toda esta historia que Magdalena nos ha relatado termina en una cruz, la tortura más horrenda que conoció el mundo antiguo. Miles de hombres crucificó Roma durante décadas. ¿No le fue difícil a usted, Pablo, predicar a un dios que terminó fracasado en una cruz?

PABLO Con orgullo proclamaba yo a un mesías crucificado, vergüenza para los judíos y locura para los gentiles. Les decía que en la cruz Dios clavó el comprobante de nuestra deuda y lo anuló, que por la humillación de la cruz vino la gracia y el perdón. Los gentiles me escuchaban y se convertían…

MARÍA Mire, don Pablo, y se lo digo ya tranquila… Yo no sé en qué convertiría usted a los gentiles… Usted está desvariando, y no termino de entender por qué dice todo eso que dice…

PABLO ¿No termina de entender usted, mujer, el misterio de la multiforme sabiduría de Dios? ¿Acaso no cree usted que la cruz fue un final humillante?

MARÍA No, no lo creo. Porque en Galilea la cruz no era una humillación, era señal de resistencia. Los romanos crucificaban a nuestros hombres para desanimarnos, pero no lo lograban. Querían resignarnos, pero las cruces nos daban más coraje. En la cruz morían los mejores, los más valientes… Como Jesús.

PABLO ¡Galilea tenía que ser! Famosos son los galileos por sus cuenteretes… Peor si son mujeres… No sé de dónde saca eso…

MARÍA Eso lo aprendí de niña, y de niño lo aprendió Jesús cuando vimos a los valientes de Séforis morir crucificados…

PERIODISTA Durante todo este polémico debate una señora ha llamado una y otra vez… Como no le dimos pase, dejó una pregunta en el celular para usted, María Magdalena… Óigala…

MUJER Si Jesús no vino a morir, ¿a qué vino? ¿para qué vino?

PERIODISTA No la responderemos ahora porque nuestro técnico nos hace señas que estamos fuera de tiempo. Pero no se preocupe nuestra audiencia, que este debate se encuentra en su momento más álgido y lo retomaremos en una próxima trasmisión. Nos encuentran en la web www.emisoraslatinas.net ¡Hasta la próxima! Y recuerden: quien tiene preguntas, piensa; quien sólo tiene respuestas, obedece. Estuvo con ustedes, Juan Luis.


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  • Pablo sobre la muerte de Jesús: Carta a los Colosenses, capítulo 2,14-15 y Primera Carta a los Corintios, capítulo 1,17-25
  • Geza Vermes. El proceso a Jesús. Editorial Muchnik 1995 y La Pasión. Editorial Crítica 2007
  • Marcus J. Borg y John Dominic Crossan. La última semana de Jesús. Editorial PPC 2007