22- ¿JESÚS MORENO?

RAQUEL Nuestros micrófonos siguen junto al redondo y azul lago de Galilea con Jesucristo, nuestro invitado estrella. Cobertura especial de su segunda venida. Buenos días, Jesucristo.

JESÚS Buenos días, Raquel, a ti y a todos los que te escuchan…

RAQUEL …Y son cada día más los que nos escuchan, una audiencia pendiente de las declaraciones que usted nos viene concediendo. Le confieso que yo siempre he sido una radioapasionada, pero hoy echo de menos trabajar para la televisión. Me gustaría que ustedes, amigas y amigos de Emisoras Latinas, pudieran ver su rostro. Seguramente, se sorprenderían…

JESÚS ¿Y por qué la sorpresa?

RAQUEL Es que usted me parece diferente. No sé, yo no me lo imaginaba así…

JESÚS ¿Así cómo?

RAQUEL Así… Es que en las películas usted no es así… En los cuadros y en las estampitas tampoco… No sé cómo decirle…

JESÚS Pues dime…

RAQUEL Usted… usted es muy moreno.

JESÚS Claro, salí a mi madre.

RAQUEL ¿Ella era también así… morena?

JESÚS Morena y hermosa, como la muchacha del Cantar de los Cantares. El padre de ella, mi abuelo Joaquín, era aún más negro que yo. Toda mi familia, por el lado de José y por el lado de mi madre, sacamos la piel bien oscura.

RAQUEL ¿Ese color moreno era, entonces, una herencia familiar?

JESÚS No, Raquel, aquí en Galilea quien no tenía de sinio tenía de abisinio.

RAQUEL También la talla me sorprende… Lo supongo enterado de lo de la Sábana Santa…

JESÚS No, no estoy enterado…

RAQUEL Bueno, en otra ocasión hablaremos de eso. Pero según esa sábana a usted lo que le queda es una túnica talla XL… extralarge…

JESÚS ¿Extra qué?

RAQUEL Muy grande… Y estoy viendo que no, que usted es casi de mi estatura.

JESÚS En mi tiempo, la gente no era muy alta. Además, en casa éramos pobres y con lo que comíamos, que no era mucho, tampoco nos desarrollamos tan grandotes…

RAQUEL Si nuestra audiencia pudiera ver a Jesucristo notaría que su talla es medium y no extra-large. Vería también que su rostro no es fino, delicado, sino más bien, cuadrado… ¿cómo les diría?… Usted parece un campesino de monte adentro.

JESÚS Es que yo fui un campesino de monte adentro. ¡Y a mucha honra, como me enseñó a decir mi padre José!

RAQUEL Y el pelo y los ojos… También me lo imaginaba con los ojos azules y la barba clarita, los cabellos suaves, así, cayéndole sobre los hombros… Bueno, como lo pintan siempre, rubio, con melena dorada…

JESÚS En Galilea sólo eran dorados los campos de trigo cuando estaban listos para la siega… Y azul, el lago cuando hacía buen tiempo.

RAQUEL Y entonces, señor Jesucristo, ¿por qué lo pintan siempre como usted no fue?

JESÚS Los artistas son caprichosos. Inventan el mundo a su imagen y semejanza.

RAQUEL Y como en su tiempo no había fotografía, inventaban más, ¿no es así?

JESÚS ¿De qué me hablas, Raquel?

RAQUEL Después le explico cómo funciona esta camarita. Pero antes… ¿me permitiría tomarle una foto, como un recuerdo de estas entrevistas y para publicarla en nuestra página de Internet?

JESÚS Toma lo que quieras… ¿Qué tengo que hacer?

RAQUEL Póngase ahí, con el lago de fondo… A ver… Diga whisky…

JESÚS ¿Que diga qué?

RAQUEL ¡Sonría!… ¡Ya está!… Muchas gracias. Junto al lago de Galilea y junto al moreno Jesucristo, sonriendo para toda nuestra audiencia, Raquel Pérez, Emisoras Latinas.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS

Blanco, rubio, occidental

Desde los primeros siglos del cristianismo, artistas de toda condición hicieron aparecer el rostro y el físico de Jesús en frescos, pinturas, esculturas, miniaturas de libros. Como de Jesús no había fotografías, este Jesús surgió de la imaginación de los artistas. En general, los rasgos que le atribuyeron fueron los de los hombres del mundo occidental, y en gran medida, los del “ideal” físico del tiempo en que vivían: altura, blancura, finura. Desde el nacimiento del cine, Jesús apareció también en muchas películas. Es uno de los personajes más interpretados en la historia del séptimo arte. El Jesús de una mayoría de films (Zeffirelli, Scorsese, Gibson…) fue también occidental, con una belleza similar a la de los galanes clásicos del celuloide. Sin embargo, el origen semita de Jesús sugiere una piel oscura y unos rasgos que, como los de los hombres árabes, no tendrían nada que ver con los de esas imágenes y películas, donde Jesús aparece como un hombre alto, delgado, apuesto, de tez blanca y fina, cabellos rubios y ojos claros.

El probable rostro de Jesús

En el año 2001 la cadena británica BBC dio publicidad, en la serie titulada “El Hijo de Dios”, a un muy probable rostro de Jesús. Se llegó a él tras una cuidadosa investigación dirigida por el forense de la Universidad de Manchester, Richard Neave. Con base en un cráneo judío del siglo I hallado en Jerusalén, al que se aplicaron capas de arcilla, y con la tecnología gráfica digital de última generación, Neave logró acercarse a la cara que pudo tener ese cráneo, consiguiendo así la reconstrucción facial de lo que pudo ser la cara de Jesús: nariz ancha, mandíbula recia, arcos de las cejas y pómulos prominentes. El pelo rizado, la barba corta y el color moreno de la piel se basaron en los primeros rostros de Cristo pintados en Siria. Jeremy Bowen, presentador de la serie, que fue corresponsal de la BBC en Oriente Medio, dijo en el documental: “En Jerusalén hay muchos hombres parecidos a este hombre. Se trata de un auténtico judío de la zona y todavía puedes verlo hoy pasear por la ciudad, repetido en multitud de rostros.”

El perverso racismo

El racismo es una de las muchas expresiones de discriminación entre los seres humanos. Se basa en la creencia de que hay razas superiores, más inteligentes, más capaces, entendiendo por “raza” la apariencia externa, el color de la piel, los rasgos del rostro. Naturalmente, por la hegemonía y el poder que en el mundo tiene la cultura occidental, la cultura europea, la cultura blanca y por la influencia de los productos culturales occidentales y estadounidenses, el racismo determina que lo oscuro, lo moreno, lo negro es inferior. Tras los horrores de siglos de esclavitud está el racismo. Tras los horrores de las cámaras de gas durante el nazismo está el racismo y la perversa búsqueda de una “raza pura”.

Hay una sola raza, la humana

Hoy, tras los espectaculares avances de la genética, una mayoría de científicos descalifican el concepto de “raza” y cualquier consideración sobre la inteligencia o las aptitudes basadas en los rasgos físicos externos. Consideran que “raza” es un concepto social, pero no científico, afirman que existe una sola raza, la humana, y explican que los rasgos físicos externos que diferencian a unos seres humanos de otros corresponden solamente al 0.01% de los genes de nuestra especie.
Esto significa que todos los seres humanos, sea cual sea nuestro color o constitución física, evolucionamos en los últimos 100 mil o 200 mil años a partir del mismo grupo humano que nació en África, con una piel muy morena, y que desde África colonizó todo el planeta. Y que las diferencias de colores y de rasgos faciales que hoy vemos se deben únicamente a las adaptaciones al clima y a los distintos ambientes que fueron encontrando estos humanos en sus desplazamientos, que los fueron “destiñendo”, “decolorando”: mayor o menor cantidad de melanina según la menor o mayor exposición a la radiación solar.

¿Por qué persiste el racismo?

Más allá de cualquier juicio moral, ¿qué dice la ciencia sobre la persistencia del racismo? Douglas C. Wallace, profesor de genética molecular en la Universidad de Emory, Atlanta, lo explica así: Desgraciadamente para la armonía social, el cerebro humano está exquisitamente sintonizado con las diferencias en los detalles del envoltorio, induciendo a las personas a exagerar la importancia de lo que se ha dado en llamar “raza”. Los criterios que la gente utiliza para determinar la raza se basan totalmente en características externas que estamos programados para reconocer. Wallace sostiene que la razón por la que estamos programados para reconocer esas características superficiales nace de la importancia vital que representa para la supervivencia de nuestra especie que cada uno de nosotros sea capaz de distinguir a un individuo de otro.