69- ¿PAGAR DIEZMOS?

PREDICADOR ¡Abre tu mano, hermano!… ¡No le robes a Dios!… ¡Cumple el mandamiento y paga el diezmo, aleluya!

RAQUEL Nuestra unidad móvil instalada a las puertas de un templo pentecostal en el barrio cristiano de Jerusalén… ¿Escucha, Jesucristo?

JESÚS Sí, Raquel, pero… ¿qué está pidiendo el predicador?

RAQUEL Que los fieles paguen el diezmo, tal como usted enseñó… ¿O  tampoco?

JESÚS Tampoco, Raquel. Yo nunca hablé de diezmos.

RAQUEL ¿Usted no ordenó a sus seguidores que dieran la décima parte de sus ingresos para mantener la iglesia?

JESÚS Al contrario, yo critiqué a los fariseos que pagaban hasta el diezmo del comino… pero olvidaban el mandamiento de la justicia y el amor.

RAQUEL ¿Usted mismo no pagaba el diezmo?

JESÚS ¿Y con qué iba a pagarlo si no tenía?… ¡Mejor hubiera ido a cobrarlo!

RAQUEL Si usted no dio esa norma, ¿de dónde la sacaron tantas iglesias cristianas? ¿La Biblia no habla de diezmos?

JESÚS Sí, era una ley para ayudar a los levitas, que no tenían tierras propias y, sobre todo, para auxiliar a los forasteros y a las viudas. El diezmo no era para enriquecer al Templo, sino para distribuirlo entre los pobres.

RAQUEL Pues creo que algunos lo entendieron al revés… Tenemos una llamada…

RAQUEL ¿Sí, aló?

GARY ¡Hi!… Habla Gary Amirault, from Missouri, United States.

RAQUEL ¡Qué bien!… Dígame, señor Amirault…

GARY Estoy oyendo su programa… ¿Usted, señorita periodista, y usted, “Jesuschrist”, quieren saber de dónde vino la costumbre de pagar a la iglesia la décima parte de lo que uno gana?

RAQUEL Es lo que estamos tratando de aclarar.

GARY En la iglesia primitiva nunca se habló de diezmos. En las primeras comunidades se ponía todo en común para que nadie pasara necesidad.

JESÚS Pregúntale cuándo comenzó, entonces, esa mala costumbre de cobrar el diezmo…

RAQUEL Entonces, señor Amirault, ¿cuándo comenzaron algunas iglesias evangélicas a exigir el diezmo?

GARY En realidad, no fueron los mormones ni los adventistas quienes comenzaron. Fue mucho antes, en el siglo sexto, cuando los jerarcas de la iglesia católica necesitaban dinero, mucho dinero, para cubrir sus lujos. Entonces, se acordaron de esa antigua ley de Moisés y se la colgaron a Jesús.

JESÚS ¿A mí?

GARY En el año 567, en el concilio de Tours, declararon el diezmo obligatorio y la excomunión al que no lo pagara. En algunos países como Francia, la iglesia católica cobró este “impuesto religioso” hasta hace muy poco, hasta la Revolución Francesa. ¿Le queda claro a “Jesuschrist”?

JESÚS Lo que me queda claro es que estos fueron más sinvergüenzas que los sacerdotes de mi tiempo. Malos pastores que esquilmaron a las ovejas en vez de cuidarlas.

PASTOR A ver, a ver, hermanos… No sé quiénes son ustedes, pero los invito a acompañarnos en el culto…

JESÚS No, gracias. Porque… yo no tengo un cobre para pagar el diezmo.

PASTOR ¿No tiene nada-nada para ofrendar a Dios?

JESÚS Deje ver… Ah, sí, aquí tengo un par de moneditas… como las de aquella viuda que una vez vi rezando en el atrio del Templo.

PASTOR Pues si quiere pasar y ofrendar sus monedas a Dios…

JESÚS No, prefiero comprarles unos dulces a aquellos niños que están vendiendo en la esquina… ¡Vámonos de aquí, Raquel!

RAQUEL Vámonos, sí, antes de que nos echen. Para Emisoras Latinas, Raquel Pérez. Jerusalén.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS
Un impuesto obligatorio

El diezmo es un impuesto: la décima parte de una cosecha o de un salario o de cualquier riqueza, que se paga como tributo a una autoridad, que lo exige. Es una costumbre que estuvo vigente en muchas culturas del mundo antiguo. En la Biblia, el libro del Deuteronomio (14,22-28) establece: Cada año, sin falta, deberán ustedes apartar la décima parte de todo el grano que cosechen, la
décima parte de trigo, de vino y de aceite, y de las primeras crías de sus vacas y ovejas… Cada tres años deberán ustedes apartar la décima parte de su cosecha del año, y almacenarla en su ciudad, para que cuando vengan los levitas, a quienes no les ha tocado tener su propia tierra, o los extranjeros que viven entre ustedes, o los huérfanos y las viudas, puedan comer hasta quedar
satisfechos. El diezmo se estableció inicialmente en especie y para dar de comer a los
sacerdotes del pueblo hebreo, pertenecientes a la tribu de Leví, quienes, a causa de las leyes de Moisés, no podían poseer tierras ni propiedades para dedicarse exclusivamente al culto a Dios. El diezmo se destinaba también a socorrer a los más pobres, identificados siempre en la Biblia con “los huérfanos y las viudas”, por el estado de desprotección en el que se encontraban estos
dos sectores de la población.

Jesús no aconsejó pagar el diezmo

Jesús no aconsejó pagar el diezmo. Y fue acusado por los sacerdotes por no pagarlo. Sus críticas al Templo de Jerusalén y a la casta sacerdotal incluían, implícitamente, el rechazo a la dura carga del diezmo. Los “mercaderes” a los que Jesús volcó sus mesas cuando irrumpió con un látigo en el Templo de Jerusalén, se dedicaban, entre otras cosas a cambiar por la moneda propia del
santuario las monedas griegas o romanas que traían los israelitas al Templo para pagar sus diezmos a los sacerdotes. Todo israelita varón mayor de 20 años estaba obligado a pagar anualmente al Templo varios tributos: dos dracmas o dos denarios ―equivalentes al jornal de
dos días―, las primicias de sus cosechas o de los frutos de su trabajo, y el llamado “segundo diezmo”, que no se entregaba en el Templo, pero que estaba obligado a gastar en Jerusalén en comida, objetos u hospedaje. Jesús cuestionó en muchas ocasiones y por muchos motivos a los fariseos, que hacían del cumplimiento de las leyes religiosas una obsesión fanática.

También actuaban así con el pago del diezmo. En una ocasión, Jesús les echó en cara que pagaban el diezmo hasta por la menta, la ruda y el comino (Lucas 11, 42), pero descuidaban la justicia y el amor a sus semejantes. Siguiendo a Jesús, las primeras comunidades cristianas eliminaron el pago de los diezmos y sostenían la comunidad compartiendo los bienes entre todos.

La iglesia se enriqueció con el diezmo

En la medida en que el cristianismo pasó a ser religión oficial del imperio romano, la ley bíblica del diezmo recuperó su lugar. Los obispos reunidos en los Concilios regionales de Tours y Maçon (años 567 y 585) revivieron la obligación del diezmo, que debía pagarse a obispos y párrocos. El emperador Carlomagno (siglo VIII) estableció el pago obligatorio del diezmo de las cosechas para sostener a los obispos e iglesias locales.

El diezmo jugó un importante papel en la acumulación de riquezas de la iglesia romana. En la Edad Media todos los propietarios de tierras estaban obligados a entregar una décima parte de su producción o de sus ingresos a la autoridad jerárquica de la iglesia local, bajo pena de excomunión o amenaza de condena en el infierno. En el tiempo de Gregorio VIII (siglo XII) se instituyó el “diezmo de Saladín”, que debían pagar todos los cristianos que no participaran en las Cruzadas contra los musulmanes. En la América colonial se pagaba también el diezmo a las autoridades de las iglesias locales para el sostenimiento de párrocos y parroquias. Esta ley caducó con la Independencia.

Todavía se pagan diezmos

En varios países europeos de tradición cristiana, aunque de leyes laicas ―España, Alemania, Italia― pervive un “equivalente” al diezmo: el “impuesto religioso” que se entrega al Estado al declarar los impuestos sobre la renta personal y que se dedica a financiar a la iglesia católica o a las iglesias protestantes. Desde hace unos años, y para evitar continuar financiando a la iglesia católica, ciudadanas y ciudadanos críticos con la actuación del clero español, promueven una campaña de apostasía. Se trata de renunciar por escrito y oficialmente con un documento formal a su pertenencia a la iglesia católica, lo que les libra de pagar ese impuesto. Actualmente, como resultado del creciente fundamentalismo bíblico y de una lectura literal de la Biblia, algunas iglesias cristianas evangélicas, especialmente las pentecostales y neopentecostales, han revivido la práctica del diezmo, convirtiéndola en una condición de la verdadera fe. Como en una
transacción comercial, a cambio del pago del diezmo, pastores y predicadores ofrecen a sus fieles ser bendecidos y “prosperados” por Dios.

El diezmo es un fraude

Gary Amirault es un pastor y predicador evangélico estadounidense, defensor del universalismo cristiano y fundador en Missouri de Tentmaker Ministries. Participa en el programa por ser autor de varios textos en los que demuestra el origen histórico del diezmo y la falta de fundamento evangélico para exigirlo. En uno de esos textos, “El diezmo está abolido” explica que las sectas líderes en diezmar son las que los evangélicos llaman “cultos”: los Testigos de Jehová, los Mormones y la Iglesia de Dios. En cuarto lugar, las Asambleas de Dios. Amirault concluye en este extenso texto que lo que enseñan hoy como “diezmo bíblico” no es nada más que una gran estafa, un completo fraude. Se refiere también a que el sistema estadounidense de iglesias, mediante sus millares de planes para reunir dinero, ha acumulado más de un trillón en acciones, bonos, fondos mutuos, programas de seguros, bienes raíces, etc. Los intereses que pagan por las hipotecas de sus edificios podrían alimentar literalmente a todos los pobres del mundo. Los medios engañosos que miles de pastores usan para levantar dinero, del que el diezmo moderno es uno de ellos, ha agotado nuestro país de recursos que podrían bendecir tremendamente al mundo. Pero la iglesia está asentada sobre el dinero.