72- ¿QUIÉN FUNDÓ LA IGLESIA?

RAQUEL Continuamos en Banias, donde en tiempos de Jesús estuvo Cesarea de Filipo. Las insistentes llamadas de nuestra alarmada audiencia nos han impedido abandonar el lugar. ¿Señor
Jesucristo?

JESÚS ¿Sí, Raquel?

RAQUEL Yo veo que usted es una persona sencilla, que no se da mucha importancia… La mejor prueba es que Emisoras Latinas ha logrado la exclusiva sin pagar derechos. Sin embargo, una iglesia que dice representarlo, me refiero especialmente a la iglesia católica, es grandiosa, fastuosa… Palacios, tierras, medios de comunicación, bancos… un imperio.

JESÚS Como ya te dije, yo no tengo parte en eso… Yo anuncié el Reino de Dios, pero estoy viendo que lo que vino fue la iglesia.

RAQUEL Y ahí viene mi pregunta. ¿Cómo pudo venir “eso”? ¿Cómo de un humilde campesino como usted surgió algo tan monumental? ¿Tal vez la fuerza del Espíritu Santo?

JESÚS ¿Por qué no le preguntas a ese Pepe que llamó el otro día? Es tocayo de mi padre y sabía bastante de esto…

RAQUEL A ver, un momento… ¿Pepe Rodríguez?… Sí, de Emisoras Latinas nuevamente… Hemos quedado con muchas interrogantes… Si me permite, voy a emplear hoy con usted las clásicas preguntas periodísticas.

PEPE Adelante.

RAQUEL Si Jesucristo no fundó la Iglesia, ¿quién la fundó?

PEPE El emperador romano Constantino.

RAQUEL ¿Cuándo la fundó?

PEPE Siglo cuarto, año 325.

RAQUEL ¿Y dónde la fundó?

PEPE En su casa, en su residencia de Nicea, al este de Constantinopla.

JESÚS Déjame preguntar ahora a mí, Raquel… Dígame, señor Pepe, ¿cómo hizo ese Constantino para levantar semejante iglesia?

PEPE A su muerte, señor Jesucristo, nacieron algunas comunidades. Como usted había dicho que el mundo se iba a acabar pronto, vendieron todo lo que tenían, lo repartieron entre los pobres y se pusieron a esperar. Compartían todo, tenían un solo corazón y una sola alma.

JESÚS Si eso hicieron, entendieron el Reino de Dios.

PEPE Sí, pero como usted se retrasaba tanto, hubo que organizar la vida. Es una historia larga. La comunidad de Jerusalén desapareció cuando Roma quemó el Templo. El cristianismo se
fue extendiendo por el imperio romano. Ese imperio, que usted conoció, perseguía a los cristianos…

JESÚS Como a mí me persiguieron…

PEPE Hasta ahí, más o menos, todo iba bien.

JESÚS ¿Y qué pasó, en qué momento se escondió la luz bajo el celemín?

PEPE El imperio romano se debilitaba. Cuando Constantino tomó el mando, aunque él no era cristiano, inventó que había visto en el cielo la señal de la cruz y que había ganado el trono gracias a usted.

JESÚS ¿Gracias a mí?

PEPE Sí. Y dijo también que quería convertirse al cristianismo.

JESÚS ¿Y se convirtió?

PEPE Constantino era un camaleón. Se dio cuenta que el poder de Roma se derrumbaba y necesitaba una ideología para mantenerlo. Para eso le servía la religión cristiana, extendida ya
por todo el imperio.

JESÚS ¿Y qué hizo ese hombre, cuénteme?

PEPE Un pacto. Llamó a los principales obispos y les dijo: Si ustedes me obedecen, ya nadie los perseguirá. Declaren que los asesinos de Jesús fueron los judíos y no los romanos, y yo declararé el cristianismo como religión oficial.

JESÚS Pero, ¿cómo? Si a mí me condenó a muerte un romano, Poncio Pilato…

PEPE Se equivoca, no fue Poncio Pilato. Quien lo asesinó a usted fue Constantino.

JESÚS ¿Constantino?

PEPE Sí, Constantino. Ése fue quien lo mató.

JESÚS Siga, siga…

RAQUEL No, no siga, porque se me ha gastado la tarjeta del celular. En breve lo llamo nuevamente, Pepe… No pierdan esta historia, amigas y amigos de Emisoras Latinas. No pierdan la sintonía. Raquel Pérez, desde Banias, antigua Cesarea de Filipo.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS
El Reino de Dios, no una Iglesia

Jesús no fundó ninguna iglesia, ni siquiera utilizó alguna vez la palabra “iglesia”, (del griego “ekklesía”, que significa “asamblea”). No fue su intención organizar ninguna institución o iglesia. Lideró un movimiento colectivo de hombres y mujeres que proclamaban la llegada del Reino de Dios: un mundo de relaciones justas y equitativas, donde los pobres dejaban de ser pobres, un
mundo de comunidades que incluían a las mujeres y cuidaban y sanaban a los enfermos.
Años después de la muerte de Jesús, fue Pablo quien transformó el movimiento de Jesús ―un movimiento rural y judío― en una religión urbana con capacidad de convertirse en “universal” y de atraer a pueblos tan distintos al del judío Jesús de Nazaret. Por eso, se puede afirmar que quien propició la “fundación” de la iglesia fue Pablo, al organizar el movimiento de Jesús con
características doctrinales y prácticas que le permitían atraer a los “gentiles” que habitaban el vasto imperio romano.

Comunidades “cristianas”, Iglesia “católica”

En los primeros tiempos, las pequeñas comunidades inspiradas en el movimiento que lideró Jesús se llamaban a sí mismas “los del camino”. Sólo después, y en la iglesia de Antioquía (hoy Siria), se empezaron a llamar “cristianos”. A comienzos del siglo II, también en Antioquía, se establecieron ya los tres grados de una jerarquía dentro de las comunidades: obispos,
presbíteros (sacerdotes) y diáconos. Cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial del imperio romano (siglo IV) la palabra iglesia comenzó a emplearse tanto para designar la comunidad de los seguidores de Jesús como los locales en donde se reunían. Es también
en este tiempo cuando se oficializa el latín como lengua oficial de la liturgia, de la teología y de las nacientes leyes de la iglesia. Hasta entonces era el griego la lengua que predominaba en los ritos cristianos, aunque la comunidad de Jerusalén y las comunidades galileas hablaron en arameo, la misma lengua que habló Jesús. El predominio del latín fue una de las herramientas que contribuyó a que la iglesia de Roma se impusiera sobre todas las demás iglesias. La expresión “iglesia católica” la empleó por primera vez Ignacio, obispo de Antioquía, en el siglo I. Pero la usó no para darle primacía a alguna de las iglesias, mucho menos a la romana. La empleó dándole el significado de “la totalidad de la iglesia”, refiriéndose a todas las comunidades que ya existían y a la unidad de todas ellas.

Una diversidad de iglesias cristianas

Aunque Jesús no fundó ninguna iglesia, las iglesias cristianas así lo proclaman y lo enseñan. La iglesia católica, las varias iglesias ortodoxas, separadas de la católica en el siglo XII y las más numerosas iglesias nacidas de la Reforma protestante en el siglo XVI, de la que han derivado en el último siglo iglesias evangélicas, pentecostales y neopentecostales, son todas iglesias cristianas
que reclaman ser una “creación” de Jesucristo, una institución fundada por él o referida a él, que habría tenido la voluntad de que existieran y funcionaran como hoy existen y funcionan. El ecumenismo es el movimiento que busca la unidad entre todas las iglesias cristianas. Una unidad en la diversidad, ya que todas estas iglesias, aunque dicen tener objetivos comunes, han vivido en rivalidades incluso sangrientas a lo largo de los siglos, diversificando también los contenidos de su fe en Jesús.

Fuera de la iglesia… católica “no hay salvación”

En el documento del cuarto Concilio de Letrán (1215) que condena a los albigenses aparece en el capítulo primero esta frase: Una sola es la Iglesia universal de los fieles y por fuera de ella absolutamente nadie se salva. En 1302, consumada la ruptura con las iglesias orientales, el Papa Bonifacio VIII ratificó esa doctrina en su bula “Unam Sanctam”, que inicia diciendo: Por fuera
de la Iglesia Católica y Apostólica no hay salvación ni perdón de los pecados. Esta doctrina prevalece durante los siglos siguientes, consumada la ruptura con las iglesias nacidas de la Reforma protestante. En 1854, el Papa Pío IX la reiteró: Por la fe debemos sostener que por fuera de la Iglesia Apostólica Romana nadie puede salvarse, que ésta es la única arca de salvación, que quien en ella no hubiera entrado, perecerá en el diluvio. Entre las iglesias cristianas, la católica es la que siempre ha insistido en ser la verdaderamente “fundada” por Jesucristo, la “única” que garantiza la plenitud de la “salvación”. Después de afirmarlo taxativamente durante siglos, en los años 60 del siglo XX el Concilio Vaticano II abogó por el ecumenismo y reconoció los valores de las iglesias cristianas no católicas.

Sin embargo, últimamente la jerarquía católica romana ha regresado a la idea excluyente y arrogante de ser la “única y verdadera”. En el año 2000 así lo expresó el Cardenal Ratzinger, al frente de la Sagrada Congregación de la Fe, en el documento “Dominus Iesus”, que fue ampliamente cuestionado en todo el mundo por teólogos católicos y de otras iglesias cristianas. En él, y en sentido contrario al movimiento ecuménico, que ganaba fuerza en todo el mundo, el
Vaticano reiteraba que los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica ―radicada en la sucesión apostólica― entre la Iglesia  fundada por Cristo y la Iglesia católica. Ésta es la única Iglesia de Cristo. Un grupo de teólogos europeos se expresó en aquella ocasión así sobre este lamentable documento: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”, dijo el obispo san Cipriano de Cartago en el siglo III. La única Iglesia verdadera es la católica, sostiene ahora el pontificado romano. Pero el Concilio Vaticano II matizó esos principios en 1965 con la proclamación de la libertad religiosa como uno de los derechos humanos fundamentales, tesis que dio paso al diálogo interreligioso y a importantes avances hacia la convergencia de las numerosas iglesias que hunden su origen en un judío crucificado por los romanos hace dos mil años. A pesar del rechazo que produjo este documento, la idea de que la iglesia católica romana es la única verdadera fue ratificada por el mismo Ratzinger, convertido ya en Papa Benedicto XVI, en julio de 2007, en otro documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que afirma que la católica es la única iglesia de Cristo y que la única iglesia constituida por Cristo en la tierra subsiste en la iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él. La unidad de todos los cristianos nunca será alcanzada con las ideas y actitudes que reflejan documentos como éstos.

Primer emperador romano y cristiano

Con un hábil oportunismo político, convencido que el imperio romano en crisis necesitaba ser unificado bajo una única filosofía y bajo un único mando, también bajo una única religión, Constantino decidió atribuir al Dios de los cristianos y al signo de la cruz, que dijo haber visto en sueños, la victoria militar contra su rival Majencio en Puente Milvio ―el puente frente al río Tíber en Roma―, hazaña que le permitió convertirse en emperador romano de Occidente. Era el año 312. Al año siguiente, en 313, Constantino garantizó libertad religiosa en todo el imperio por el Edicto de Milán. En 315 abolió la crucifixión como castigo por delitos. A partir de ese año empezó a “cristianizar” las leyes romanas, comenzó a donar tierras a los obispos cristianos y a transferirles poderes civiles. También inició la construcción de templos cristianos ―todos dignos de nuestro amor a lo fastuoso, según se lo escribió al Papa Eusebio―, muchos de ellos edificados sobre las ruinas de los templos de la religión romana, que ordenó destruir. El único templo de la antigua Roma que no fue convertido en templo cristiano y sobrevivió es el Panteón (Templo de todos los Dioses), construido a inicios del imperio, un edificio de diseño angélico y no humano, según Miguel Ángel, que hoy asombra a los turistas que lo visitan. En el año 321 Constantino introdujo el domingo como festividad religiosa y permitió a la iglesia cristiana poseer propiedades patrimoniales. En el año 325 Constantino se convirtió en emperador único de Occidente y de Oriente y convocó el Concilio de Nicea, que otorgó legitimidad legal al cristianismo en el imperio Romano y que “definió” quién era Jesucristo y cuál era la doctrina
correcta sobre él, el “credo” de la religión oficial. Constantino murió el año 337 y fue bautizado como cristiano en su lecho de muerte.

Con la prohibición de todos los cultos y sacrificios paganos que decretó su sucesor, el emperador Teodosio, en el año 380, por el Edicto de Tesalónica, el cristianismo pasó a ser religión del Estado, la iglesia de Roma iglesia del Estado y la herejía contra la iglesia de Roma un delito contra el Estado. Todo estaba consumado: la iglesia había sido fundada.

“Jesús resucitará de la tumba de esta iglesia”

Son millones los cristianos que en todo el mundo anhelan y esperan un cambio en la Iglesia, que creen que otra Iglesia es posible. Pero, ¿cambiará una Iglesia fundada desde el poder? ¿Recuperará sus orígenes en el movimiento que lideró Jesús de Nazaret? En el libro del teólogo español Juan Luis Herrero del Pozo ”Religión sin magia” (Ediciones El Almendro, 2006), su autor presenta sus reflexiones con estas audaces palabras: El pensamiento mágico nace incrustado dentro del sentido religioso de todos los tiempos. Es como el gusano de la carcoma que avanza insidiosamente y, para cuando se deja notar, ya ha construido miles de galerías que han vaciado la madera y fragilizado el edificio hasta hacerlo caer. La entera edificación de las iglesias cristianas, su entramado de dogmas, sacramentos, leyes y estructuras está roído por la carcoma de la magia y no tiene futuro. Es estéril y hasta nocivo el esfuerzo institucional por apuntalar el edificio. El inevitable derrumbamiento de la Iglesia no alumbra la esperanza de ver reverdecer en el desierto el testimonio revolucionario del Maestro de Nazaret. Glosando al teólogo Paul Tillich, “Jesús resucitará de la tumba de esta iglesia”.