77- ¿EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA?

RAQUEL Emisoras Latinas vuelve al aire transmitiendo las exclusivas y controversiales entrevistas con Jesucristo en ésta su segunda venida a la tierra. Bienvenido una vez más a nuestros micrófonos.

JESÚS Gracias, Raquel. Pero hoy tengo una queja contra ti.

RAQUEL ¿Contra mí?

JESÚS Cuando conversamos, siempre eres tú la que preguntas. ¿Por qué?

RAQUEL Bueno… porque… porque yo soy la entrevistadora y usted el entrevistado.

JESÚS Sí, pero llevamos tantos días hablando y no sé nada de ti. Ni siquiera sé dónde naciste. ¿De dónde eres?

RAQUEL Yo soy nacida en el Perú, aunque mi madre era colombiana y mi padre de Bolivia.

JESÚS ¿Dónde quedan esas tierras? ¿Más allá de Egipto?

RAQUEL Mucho más allá… ¿Cómo le explico?… Del otro lado del mundo, cruzando el océano… Esas tierras se conocen como América Latina. Por eso, esta emisora se llama Emisoras Latinas, ¿Ve
cómo es la cosa?

JESÚS Voy viendo…

RAQUEL Por cierto, es el continente donde hay más seguidores suyos.

JESÚS ¿De veras? ¿Y cómo escucharon mi mensaje viviendo tan lejos?

RAQUEL Es una historia larga… ¿Quiere conocerla?

JESÚS Claro, me interesa…

RAQUEL Pero mejor que yo… Deje ver si tengo por acá su teléfono… Tal vez lo encuentro en su casa de Montevideo…

GALEANO ¿Aló, sí?

RAQUEL ¿Eduardo Galeano?

GALEANO El mismo.

RAQUEL Verá, Galeano, llamo de Emisoras Latinas y desde Jerusalén. Está a mi lado Jesucristo.

GALEANO ¿Jesucristo?

RAQUEL Sí, Jesucristo en persona. Él quiere saber cómo su mensaje llegó a las tierras de América…

GALEANO Es una historia larga…

RAQUEL Lo mismo le dije yo, pero tal vez usted pueda resumirla un poco.

GALEANO Pues verá, Jesucristo, los reyes de España enviaron a estas tierras a un tal Cristóbal Colón con un puñado de aventureros…

RAQUEL El descubrimiento de América…

GALEANO Diga mejor el descubrimiento del oro de América, porque estas tierras no tenían que ser descubiertas por nadie. Ya estaban habitadas y civilizadas.

JESÚS ¿Y qué ocurrió con los recién llegados?

GALEANO Venían con la fiebre del oro. Nada ni nadie los detenía buscando oro y plata. Como traían la pólvora, armas desconocidas y enfermedades desconocidas, arrasaron con todo… Poblaciones enteras fueron exterminadas. Destruyeron templos, ciudades, la cultura de nuestros pueblos… Un verdadero genocidio.

JESÚS Como los romanos en mi tiempo… Pero, ¿qué tiene que ver todo eso con mi mensaje?

GALEANO Lo que pasa, Jesucristo, es que junto a los invasores vinieron los misioneros.

JESÚS ¿Misioneros con qué misión?

GALEANO Misioneros suyos. Con la misión de hacer cristianas a todas estas gentes. Los soldados llevaban la espada y los frailes la cruz. Vinieron a “evangelizar” estas tierras… A bautizar a los indios, que así fue como nos llamaron…

JESÚS ¿Y los indios querían bautizarse?

GALEANO Más les valía. Porque si no, los pasaban a cuchillo.

JESÚS ¿Y si se bautizaban?

GALEANO Era todavía peor. Porque entonces se convertían en esclavos del rey de España. Les quitaban sus tierras, violaban a las mujeres, los forzaban a trabajar en las minas y morían a montones… Un gran profeta, fray Bartolomé de las Casas, denunció las atrocidades que hicieron en su nombre, Jesucristo.

JESÚS ¿En mi nombre…?

GALEANO En su nombre, sí, como lo oye.

RAQUEL ¿Tiene usted el dato, señor Galeano, de cuánta gente vivía en América cuando llegó Colón?

GALEANO Se calculan unos 70 millones de indígenas. Después de siglo y medio apenas habían sobrevivido 3 millones.

RAQUEL ¿Escuchamos bien o…?

GALEANO Y ahí no acaba la historia. Como los indios de América escaseaban, trajeron negros de África… Hombres y mujeres arrancados de sus tierras, transportados en barcos, encadenados… Los patrones los vendían como animales, los hacían trabajar a latigazos…

JESÚS Pero, ¿cómo pudieron hacer una cosa así? ¿No eran tan hijos de Dios como ellos?

GALEANO Ah, ellos se justificaban diciendo que los indios no tenían alma y los negros tampoco.

JESÚS ¿Y también los misioneros aprobaban esos atropellos?

GALEANO La mayoría, sí. Porque la compra-venta de seres humanos fue un negocio muy rentable… ¿Cuántos trajeron de África? ¿20 millones, 40 millones? Nadie sabe. La mitad murió en la travesía, arrojaban sus cuerpos al mar….

JESÚS Es algo espantoso lo que me cuenta usted, amigo…

GALEANO América y África son el gran pecado de Europa, Jesucristo. Estas  tierras fueron desangradas, sus venas quedaron abiertas… Como las de usted cuando estuvo clavado en la cruz.

RAQUEL Gracias, Eduardo Galeano… ¿Quiere decir algo más, Jesucristo?

JESÚS Decir no. Maldecir. Malditos los que eso hicieron. Como dice una Escritura antigua, por causa de ellos el nombre de Dios es blasfemado entre las naciones.

RAQUEL Desde Jerusalén y para toda América Latina, reportó Raquel Pérez.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS
La cruz vino con la espada

Durante la Conquista de América y los siglos de Colonia española y brasileña en tierras americanas hubo dos posturas frente a las culturas y religiones  indígenas de América. Un total rechazo a las religiones autóctonas, con campañas para extirpar idolatrías, eliminar santuarios, abolir ritos y costumbres y satanizar la experiencia cosmológica de Dios. Y una sustitución calculada de los elementos religiosos autóctonos por elementos cristianos más o menos equivalentes; libros sagrados, fiestas, espacios, ritos, imágenes… Partiendo de una o de otra postura, se cometieron abusos de todo tipo y crímenes horrendos. La cruz vino con la espada. Y tras la espada estaba la ambición de oro, de plata, de tierras y de poder de los conquistadores y los colonizadores. Eso empaña todo el proceso de cristianización del continente americano. Eso es lo que sucedió también en los procesos, más recientes, de colonización del continente africano, en los que también la “evangelización” cristiana y el rechazo de las religiones y espiritualidades africanas fue empleada para el despojo, la explotación y el genocidio. Sintética y lúcidamente lo expresó el obispo sudafricano Desmond Tutu cuando dijo: Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: Cierren los ojos y recen. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.

Cinco siglos después: un discurso insultante

En el discurso con que inauguró la conferencia de obispos latinoamericanos y del Caribe en Aparecida, Brasil, en mayo 2007, el Papa Benedicto XVI se refirió al proceso de cristianización de América sin incluir ni un solo matiz crítico a aquellos hechos históricos. En ese discurso se expresa la insensible visión oficial católica de este sangriento proceso histórico. Los párrafos que causaron polémica y amplio rechazo en toda América Latina, fueron éstos: ¿Qué ha significado la
aceptación de la fe cristiana para los pueblos de América Latina y del Caribe? Para ellos ha significado conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas. Cristo era el Salvador que anhelaban silenciosamente… El Espíritu Santo ha venido a fecundar sus culturas, purificándolas y desarrollando los numerosos gérmenes y semillas que el Verbo encarnado había puesto en ellas, orientándolas así por los caminos del Evangelio. El anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña… La utopía de volver a dar vida a las religiones precolombinas, separándolas de Cristo y de la Iglesia universal, no sería un progreso, sino un retroceso. En realidad sería una involución hacia un momento histórico anclado en el pasado… La sabiduría de los pueblos originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos.

Uno de los genocidios más horrorosos

Entre las muchas expresiones de repudio al discurso del Papa, destacamos una, la “Posición de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador”, emitida tan sólo dos días después de las provocadoras palabras del Pontífice. De ese texto son estos párrafos: 
Si analizamos con una elemental sensibilidad humana, sin fanatismo de ninguna especie, la historia de la invasión a Abya Yala, realizada por los españoles con la complicidad de la Iglesia Católica, no podemos menos que indignarnos. Seguramente el Papa desconoce que los representantes de la Iglesia Católica de ese tiempo, con honrosas excepciones, fueron cómplices,
encubridores y beneficiarios de uno de los genocidios más horrorosos que la humanidad haya podido presenciar. Más de 70 millones de muertos en campos de concentración de minas, mitas y obrajes. Naciones y pueblos enteros fueron arrasados. Basta ver el caso de Cuba. Y para sustituir a los muertos trajeron a los pueblos negros, que sufrieron desgraciada suerte. Usurparon las riquezas de nuestros territorios para salvar económicamente a su sistema feudal. Las mujeres fueron cobardemente violadas y miles de niños murieron por desnutrición y enfermedades desconocidas. Todo lo hicieron bajo el presupuesto filosófico y teológico de que nuestros ancestros “no tenían alma”. Junto a los asesinos de nuestros heroicos dirigentes siempre estaba un sacerdote u obispo para adoctrinar al condenado o condenada a muerte, para que se bautizara antes de morir, y por supuesto para que renunciara a sus concepciones filosóficas y teológicas. No es concebible que en pleno siglo XXI todavía se crea que solo puede ser concebido como Dios un ser definido como tal en Europa. Debe saber el Papa que antes de que vinieran a nuestros territorios los sacerdotes católicos con la Biblia, en nuestros pueblos ya existía Dios y su Palabra es la que siempre ha sostenido la Vida de nuestros pueblos y a la Madre Tierra. La Palabra de Dios no puede estar solo contenida en un libro, mucho peor se puede creer que una religión puede privatizar a Dios. Los Pueblos Originarios éramos civilizaciones que teníamos gobiernos y organizaciones sociales estructuradas de acuerdo a nuestros principios. Por supuesto que también teníamos religiones con libros sagrados, ritos, sacerdotes y sacerdotisas, que fueron los primeros en ser asesinados por los que fungían como servidores del “dios de la codicia” y no
del Dios de Amor de quien habla Jesús el Cristo. Cabe comunicar al Pontífice que nuestras religiones jamás murieron. Aprendimos a sincretizar nuestras creencias y símbolos con las de los
invasores y opresores. Continuamos asistiendo a nuestros templos, porque sabemos que debajo de los principales templos católicos están los cimientos de nuestros templos sagrados que fueron destruidos bajo el supuesto de que las nuevas edificaciones sepultarían nuestras creencias. Pero no es así, ya que nuestros templos fueron edificados en lugares donde se concentran grandes Fuerzas que reflejan la Fuerza, Sabiduría y Amor del Gran Espíritu Padre y Madre de todos los seres que habitamos en este maravilloso planeta. ¿Qué más decir?

“Bárbaros, incapaces, inferiores

Todo dominador menosprecia siempre al dominado y para justificar su dominio le quita valor, lo deshumaniza. Eso también sucedió cuando América fue conquistada por los europe os. Los conquistadores españoles, validados por pensadores de importancia en España, sostuvieron durante las primeras décadas del siglo XVI que los “indios” ―así fueron llamados los habitantes del continente recién descubierto― carecían de alma y ni siquiera pertenecían a la especie humana. Por esa condición bestial, podían ser despojados de su libertad y de sus tierras. El afamado jurista y teólogo español Fray Francisco de Vitoria, aunque les reconocía alma, alegaba que no tenían inteligencia y con eso justificaba que fueran dominados y tutelados: Esos bárbaros, aunque, como se ha dicho, no sean del todo incapaces, distan, sin embargo, tan poco de los retrasados mentales que parece no son idóneos para constituir y administrar una república legítima dentro de los límites humanos y políticos. Por lo cual no tienen leyes adecuadas, ni magistrados, ni siquiera son suficientemente capaces para gobernar la familia. Hasta carecen de ciencias y artes, no sólo liberales sino también mecánicas, y de una agricultura diligente, de artesanías y de otras muchas comodidades que son hasta necesarias para la vida humana.

Otro fraile y teólogo de ese tiempo, Fray Ginés de Sepúlveda, defendió la “guerra justa” contra los indios por ser idólatras y pecadores. Y considerándolos seres inferiores, defendía la obligación de los españoles de tutelarlos: Con perfecto derecho los españoles ejercen su dominio sobre estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio y todo género de virtudes y humanos sentimientos son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos, las mujeres a los varones, como gentes crueles e inhumanos a muy mansos, exageradamente intemperantes a continentes y moderados. Finalmente, estoy por decir, cuanto los monos a los hombres.

Los que evangelizaron

En un proceso tan prolongado y tan complejo como fue la conquista y colonización de América hubo también verdaderos cristianos que, en medio de los horrores de la esclavitud de los indios y de la codicia de los conquistadores, lucharon por hacer realidad el evangelio de la justicia.
El más emblemático es el religioso dominico Fray Bartolomé de las Casas, quien llegó a América con 28 años en los primeros momentos de la Conquista, y aunque recibió encomiendas de tierras en Cuba, con sus correspondientes esclavos indios, renunció a todos estos privilegios, tomó conciencia del anticristiano sistema al que servía y decidió convertirse en un apasionado
defensor de los indios. Las Casas cruzó 14 veces el Atlántico, viajando entre América y España para denunciar en la metrópoli lo que pasaba en “las Indias” y para refutar el menosprecio y desprecio que los intelectuales de la Península expresaban contra los indios americanos con libros, cartas, sermones y proyectos de pacificación. Prefiero indio vivo sin bautizar que indio cristiano muerto, clamaba. Su obra más conocida es “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, dirigida al futuro rey español Felipe II. En ella relata los horrores de la conquista, las torturas y asesinatos, los atropellos y humillaciones que sufrieron los pueblos originarios del continente. El tesonero esfuerzo de Las Casas inspiró nuevas Leyes de Indias, que daban cierta protección a los habitantes de América. Pero los desvelos de Las Casas por los indios le llevaron a sugerir la importación de esclavos negros para sustituir a los indios en los trabajos, especialmente en las Antillas, despobladas rápidamente por el impacto negativo de la Conquista. Las Casas pensaba que los negros eran más fuertes que los indios. Antes de morir, tomó conciencia de su error y se arrepintió de haber promovido esta horrenda alternativa.

El comercio de esclavos

La conquista de América por los europeos no encontró mano de obra esclava suficiente entre las poblaciones indígenas autóctonas, que resultaron diezmadas ya desde los primeros años de la invasión, a causa de los trabajos forzados, las armas y las epidemias. Se calcula que de 70 millones de americanos que vivían en el continente, después de siglo y medio sólo habían sobrevivido 3 millones. La escasez de mano de obra indígena está en el origen, en el siglo XVI, del comercio a gran escala de africanos hacia tierras americanas, tanto del Norte como del Sur, y especialmente hacia las islas del Caribe. Entre el siglo XVI y el XVIII el comercio de esclavos entre África y América fue en continuo ascenso. Desde 1536 a 1848 la isla de Gorée, frente a las costas del actual Senegal, fue el lugar en donde fueron embarcados millones de africanas y africanos, arrancándolos de sus familias en un viaje sin retorno a lo desconocido y a menudo hacia la muerte. A la cabeza de este negocio estuvieron gobiernos y mercaderes de Portugal y Gran Bretaña. Participaron también activamente en este crimen España, Francia y los Países Bajos. Todos los historiadores demuestran que esta humanidad esclavizada permitió la acumulación que eclosionó después en el desarrollo del capitalismo europeo, lo que provocaría la revolución industrial.

Los negros tampoco tienen “alma”

Al igual que lo ocurrido con los indígenas americanos, la ideología que acompañó el comercio de esclavos fue el racismo. También provocó un debate “intelectual” sobre si los africanos, por ser negros, tenían o no “alma”. Salvo honrosas excepciones, las autoridades de las iglesias cristianas, tanto católicas como protestantes, de los países que participaron en el comercio de esclavos
lo aceptaron: o encontrando razones para legitimarlo o callando cómplicemente. Las cifras sobre la cantidad de esclavos africanos varían mucho. Se llega a hablar de un total de por lo menos 60 millones de personas arrancadas de sus tierras a la fuerza. Hay historiadores que calculan que una cuarta parte de los embarcados morían en el proceso de captura y otra cuarta parte durante la travesía. La película “Amistad” de Steven Spielberg (1997), reconstruye lo que eran esos macabros viajes entre África y América, al dar vida en imágenes a un hecho histórico ocurrido en 1839 en el barco “Amistad”. 

Los pueblos árabes mantuvieron también un importante tráfico de esclavos africanos a través de la costa oriental del continente africano, desde el siglo VII hasta el siglo XX, en proporciones similares o superiores a las del tráfico organizado por los europeos. A partir del siglo XVIII empezaron a crecer en todo el mundo los movimientos abolicionistas para ilegalizar la esclavitud. En América Latina aparecieron vinculados a las luchas por la Independencia. En México, fue el cura Miguel Hidalgo quien abolió por primera vez la esclavitud, tanto de indígenas como de africanos, en 1810. Los dos últimos países en abolir la esclavitud africana fueron Cuba, en 1886, aún bajo dominio español, y Brasil en 1888. Las luchas independentistas en Cuba ―el último país latinoamericano que se independizó de España (1898) y uno de los que tiene más numerosa población de origen africano― están estrechamente vinculadas al rechazo a la esclavitud africana.