¿CÓMO ES LA CABINA DE TU RADIO?

Radioclip en texto sin audio grabado.

¿Cómo es esa cabina? ¿Cómo usamos la cabina? ¿A cuál de las siguientes cabinas se parece la tuya?

Para gran cantidad de radialistas en el mundo, la cabina de la emisora se convierte en su segundo hogar. Ahí trabajan, hablan, discuten, se molestan y se divierten. La cabina se vuelve un espacio familiar donde todos los días, o casi todos, entramos con un poco de nervios y salimos felices de la vida.

Pero, ¿cómo es esa cabina? No me refiero a su tamaño ni al aire acondicionado que pueda tener. ¿Cómo usamos la cabina? ¿A cuál de las siguientes cabinas se parece la tuya?

1. LA CABINA QUIRÓFANO

Empujas la puerta de la cabina y entras en puntillas. ¡Silencio! La locutora te hace una seña para que te calles. En los controles, el técnico también te hace muecas para prevenir un sonido imprevisto. Si en ese momento te asalta un estornudo, te mirarán con cara de sicarios.

En la cabina no se habla, ni en susurros. En la cabina se camina en cámara lenta. Los papeles no deben sonar. La silla no debe chirriar. La lengua no debe chasquear.

Más que una cabina de radio parece un quirófano. Se diría que hay un enfermo, un agonizante, sobre la alfombra. ¿Y por qué toda esa zozobra? ¡Los ruidos! ¿Y quién dijo que los ruidos no son parte de la vida cotidiana y, por tanto, de una emisora que busca reflejarla? Naturalmente, hay que evitar ruidos innecesarios, que impiden escuchar a quienes están hablando. Pero ni tanto ni tan calvo.

2. LA CABINA CAFETERÍA

En el otro extremo, tenemos cabinas de radio que parecen cafeterías. El locutor entra con su gaseosa y, como no ha terminando de mascar su sanduche, también lo ingresa. En aquella esquina se ve una taza de café a medio terminar. Hay un chicle pegado en la silla. Hay una botella de licor escondida entre los discos.

El técnico, como está muy estresado, saca su cajetilla de cigarros y prende uno. Sobre la consola, inexplicablemente, un cenicero con varios puchos aplastados. ¿Quién dijo que el tabaco es malo? Que se lo prohíban a los locutores, pero yo no salgo al aire.

Terrible. Terrible para las gargantas de quienes locutan y para el mantenimiento de los equipos donde encontrarás pedazos de maní y de papas fritas. En una cabina seria solo entra agua. Agua fresca para el gaznate de quienes hablan. El técnico, que se aguante.

3. LA CABINA CAMAROTE

La seducción comienza en el teléfono. Hola, preciosa, ¿cómo te llamas? ¿Quieres ganarte un CD con las canciones de Ricky Martin?… Esa voz tan linda… ay, tú estás más rica que Ricky… El latinlover suena el disco y sigue hablando por interno con la chica. ¿Por qué no vienes a saludarme a la emisora? O dame tu teléfono y yo te llamo… Y la chica viene a la emisora, como la mariposa a la luz, preguntando por el locutor del programa romántico.

Por supuesto, queremos que la audiencia venga a la radio. Que participe en los programas. Muchas entrevistas, debates y concursos resultarán más dinámicos con oyentes metidos en la misma cabina. Pero una cosa es una cosa y otra es otra, como diría el sabio. Así que no confundas cabina con camarote.

4. LA CABINA FRÍA

El cristal que separa el espacio de los controles y el de locución es el mayor enfriador. Por eso, éste último se suele conocer como la pecera. Pero este separador de ambientes resulta innecesario con los equipos miniaturizados e insonoros con que hoy contamos. Eliminando ese cristal obtenemos muchas ventajas.

La primera, la cabina gana en amplitud. La segunda, logramos una mayor y más cómoda interacción entre quienes hacen la operación técnica y quienes locutan o animan el programa. Más aún, quien maneja la consola puede participar activamente en el programa sin descuidar su quehacer técnico. Ya no necesitamos interfonos y el bombillito rojo solo irá en la puerta de entrada a la cabina. Y para grabar spots o dramatizados, para la dirección de actores y actrices, conseguimos una comunicación inmediata y personalizada. Quien dirige está al lado, les sube o baja el tono con una señal de ojos o un gesto de manos, los acerca o aleja de los micrófonos, los estimula con mucha facilidad. ¿No te ha pasado que el interfono no funciona y, gracias al dichoso cristal, el actor o la actriz no te escucha, tienes que pasar al otro lado, abres la puerta, das la indicación, cierras la puerta, no te entendió bien, tienes que volver y repetir y abrir y cerrar una vez más la puerta?

Sin cristales separadores todo es más amigable, menos frío. Por eso, estas cabinas de un solo ambiente se conocen como cabinas calientes.

Nota: En el Manual para Radialistas Analfatécnicos te explican más sobre las cabinas calientes, haz clic aquí.