DESPACIO, QUE TENGO PRISA

Radioclip en texto sin audio grabado.

Los signos de puntuación nos sirven como señales de tránsito de la lectura.

Cuando leemos un texto, los signos de puntuación nos sirven como señales de tránsito para saber dónde disminuir la velocidad (las comas), dónde frenar (los puntos) o dejar colgada una frase (puntos suspensivos), cuándo subir el tono (las admiraciones) y cuándo interpelar al público (las interrogaciones).

Pero al hablar, ¿cómo nos orientamos? Cuando estamos conversando con un grupo de amigos, ese problema no existe. Con naturalidad modulamos las frases y hacemos las pausas donde corresponden.

Otra cosa es cuando estamos hablando ante un público o detrás de un micrófono. Corremos, atropellamos las palabras, nos producen pánico esos segundos de silencio entre una frase y otra. ¿A qué se deben estas prisas?

Los nervios. Queremos terminar cuanto antes, bajarnos lo más rápido posible de la tribuna, escapar del escenario o de la cabina de grabación.

La impaciencia. Tenemos muchas cosas que decir y contamos con poco tiempo para ello. Entonces, apresuramos las palabras, aceleramos la lengua, apretujamos las ideas.

Por ambos caminos, olvidamos las indispensables pausas. Y proyectamos ante el auditorio un sentimiento de inseguridad y falta de convicción.

Vísteme despacio, que tengo prisa, como decía la experimentada viajera. Los nervios hay que dominarlos con ejercicios de respiración y control mental. En cuanto a la impaciencia, recordemos que más vale decir 3 cosas bien dichas que embutir 33 en las orejas del público.

¿Para qué sirven las pausas?

Para respirar bien. Si no las haces, tampoco encontrarás el momento adecuado para tomar aire. Te cansarás y acabarás jadeando.

Para subrayar una idea, para enfatizar algunas palabras claves de tu exposición. Las pausas despiertan el interés y, a veces, hasta crean suspense en el relato.

Las pausas son muy útiles también después de una interrogación. Es una manera de dar tiempo al oyente para pensar en la respuesta.

No confundamos pausas con baches. Si perdiste el hilo del discurso, no pienses que estás haciendo una pausa. Toma un poco de agua y trata de hilvanar el hilo con una nueva idea.

Y ahora… hagamos una pausa para que sigas en lo que estabas antes de ponerte a leer este radioclip.

¡¡INTERACTÍVATE!!

Graba tu programa. Y luego, escúchalo para ver si estás haciendo las debidas pausas cuando hablas.

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