LA MAGIA DE LA CONDUCCIÓN

Radioclip en texto sin audio grabado.

Lo decisivo en una radiorevista es la personalidad de quien la conduce.

¿Qué es lo más importante en una radiorevista? ¿Las secciones informativas, las musicales o las dramáticas? ¿El horario, la duración o la frecuencia? ¿Los equipos técnicos, el acceso a internet o la parabólica satelital?

Todos estos elementos deben tomarse en cuenta, por supuesto. Pero lo decisivo, lo innegociable, es la personalidad de quien conduce.

El conductor. O la conductora. O ambos, porque todas las combinaciones salen bien si quienes animan la radiorevista tienen carisma. Carisma significa gracia. Significa duende, chispa, jale, magnetismo, salero, gancho, swing, pilas, pegada, espuma, mil sinónimos para expresar la principal cualidad de un presentador o presentadora de revistas: su capacidad de comunicarse con la audiencia, de cautivarla.

No es tan fácil encontrar personas con ese don de comunicarse, con esa magia de hablar. Es un talento, se nace con él. También se entrena, es cierto. Hay dinámicas para aprender a hablar bonito, para desarrollar la picardía y el ingenio verbal. Pero tiene que haber una base natural, una ebullición de la sangre. A quien parieron sin gracia, desgraciado lo entierran.

En una revista breve, digamos de 15 minutos o media hora, una conducción de poco brillo puede funcionar. Su menor liderazgo ante el micrófono tal vez pase desapercibido entre las secciones del programa. Pero en espacios largos, si el conductor falla, todo se viene abajo. No hay música ni recurso que lo sostenga.

Hay quienes confían demasiado en su locuacidad y todo lo improvisan. Entran a cabina dispersos, pensando en pajaritos, y no logran imaginar al oyente, sentirlo. Tampoco el oyente los siente a ellos. El resultado es una conducción fría, con muchas palabras tal vez, pero con poca energía. El falso entusiasmo se disimula un par de minutos, no más.

Cualquiera puede bajonearse. El tono vital no siempre anda con los mismos grados. Pero la primera profesionalidad de los conductores es su capacidad de recuperación emocional rápida. Aunque el conductor o la conductora no están representando un personaje, tienen que “meterse en situación”, igual que un actor, y sentir deseos de hablar. De no ser así, las palabras, desganadas, no llegarán muy lejos.

Así pues, antes de abrir el micrófono, relájate y disfruta la aventura de hablar.