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LA VOZ RADIOFÓNICA (2)

Radioclip en texto sin audio grabado.

Quien tenga linda voz, que la aproveche. Pero no llegará a ser buen locutor por ella, sino por su personalidad, por su energía interior.

Cuando abrimos un libro de locución, pensamos habernos equivocado de materia. ¿No será de anatomía? Páginas y más páginas, capítulos enteros hablando del diafragma, de la laringe, de la glotis y la epiglotis, del aparato fonador… Y después, ¿qué? ¿Será eso lo fundamental de la locución?

Muchos aspirantes a este oficio de la palabra, sugestionados por alguna publicidad, se matriculan en cursos caros donde, a más de dinero, gastan tiempo y paciencia en un entrenamiento que, por decir lo menos, resulta incompleto. Emplean horas y horas ejercitando la voz, impostándola. Se ponen delante del espejo a imitar a Pavarotti, proyectan las vocales, encogen la tripa, sacan el pecho, hacen como bocina de barco, ensayan un agudo de soprano…

Piensan que en un par de meses, tras esa gimnasia de pulmones, podrán graduarse como locutoras y locutores. Como si un carpintero lo fuera por haber aceitado el serrucho. Como si el auto hiciera al chofer o el hilo a la costurera.

Ciertamente, la voz, como a un niño, hay que educarla. Todo el aprendizaje para saber colocarla, para subir y bajar tonos, para aprovechar la caja de resonancia de nuestras fosas nasales, para saber respirar y controlar el aire, es bueno. Es magnífico. Lo malo es creerse que, al cabo de estas prácticas, ya somos locutores y locutoras.

Mariano Cebrián Herreros nos da una excelente pista para descubrir lo esencial de la locución moderna. Lee con atención este párrafo:

La voz radiofónica tradicional es una voz impostada, es decir, ejercitada para una emisión con resonancia. Ella le da esa ‘pastosidad’ que caracteriza las voces llamadas microfónicas. En la actualidad se busca más la voz viva, intensa, comunicativa, que la voz grandilocuente perfectamente emitida, pero distanciadora.
La voz del locutor profesional ha estado excesivamente sometida a cánones perfeccionistas en busca de un estilo de dicción impoluta, pero ha provocado a la vez una frialdad comunicativa. Las nuevas maneras radiofónicas dan prioridad al estilo directo e informal, y a la vez cargado de fuerza expresiva por la vivencia que se pone en lo que se dice.
Información radiofónica, Madrid, 1995

Una emisora moderna —compañía antes que espectáculo— no necesita voces perfectas por la sencilla razón de que sus oyentes tampoco las tienen. En nuestros micrófonos, más que estrellas admirables, necesitamos amigos y amigas queribles.

Quien tenga linda voz, que la aproveche. Pero no llegará a ser buen locutor por ella, sino por su personalidad, por su energía interior.

Así pues, articula bien, pronuncia mejor, respira en su momento… pero recuerda que todo eso es el aperitivo de la locución. El plato fuerte es lo que vas a decir y las ganas de decirlo. La pasión que pones al hablar.

Revisa el resto de la serie:
LA VOZ RADIOFÓNICA 1 * LA VOZ RADIOFÓNICA 2 * LA VOZ RADIOFÓNICA 3