MASIVAMENTE INDIVIDUAL

Radioclip en texto sin audio grabado.

¿A quién nos dirigimos cuando hablamos por radio? ¿A una multitud o a una persona? Dale una repasada a este criterio básico para hablar ante un micrófono.

Domingo de fútbol. En las graderías, una multitud vitorea, chilla contra el árbitro, hace olas. La euforia general nos contagia. Vivimos una verdadera comunicación de masas.

— ¡Gol, gol, gol!… Goooooooooooooooooooooooool…

Nada semejante a lo que experimentamos al día siguiente cuando sintonizamos nuestra emisora favorita. Tal vez estamos solos, tal vez acompañadas. En cualquier caso, la voz del locutor se dirige a mí, me habla en segunda persona, me interpela.

¿A quién nos dirigimos cuando hablamos por radio? ¿A una muchedumbre? Sí, pero esos miles de oyentes no están juntos, no se hallan reunidos para escucharnos.

Antes era así, cuando la familia se sentaba para llorar con las radionovelas. Pero con la aparición de la televisión y el carácter portátil de los receptores, la radio se fue individualizando, haciéndose más íntima que otros medios de comunicación. Masivamente individual, así es la radio.

De lo dicho, se desprende uno de los más preciados secretos de nuestro oficio. Cuando hablas por radio, no te estás dirigiendo a una multitud, ni siquiera a un grupo. Te diriges a Luis. A Luisa. A una persona. A un amigo desconocido de plena confianza. A una amiga que desde algún lugar remoto te está escuchando a ti. La radio se ha vuelto diálogo, charla privada a la luz pública. No es discurso ante un auditorio ni declamación ante palcos repletos. Es una conversación de tú a tú.

Algunos autores recomiendan el empleo exclusivo del singular en la locución radiofónica. Eso sería una antipática exageración.

Escucha cómo habla esta señora:

No, Micaela, ese champú no sirve de nada. Ustedes se lo ponen por presumidas, pero fíjate cómo te está horquillando el pelo. ¿No lo crees? Pues todas mis vecinas lo saben. ¡Es que nos quieren vender cualquier basura con el cuento de aparecer modernas!

En este párrafo, nuestra amiga salta del singular al plural, de la primera a la segunda persona. Así hablamos normalmente, jugando con los tiempos, los números y las personas gramaticales.

¿Conclusión? Emplea, normalmente, el singular. Es más directo, capta más la atención. Pero pluraliza también. En el saludo y la despedida dirígete a la gran audiencia. Y después individualizas. Y después cambias. Como la amiga del champú.

Image by Pexels from Pixabay Image by Kevin Horizon from Pixabay