PAPÁ, ¿CUÁNTO GANAS?

Una parábola sobre el verdadero valor de las cosas.

CONTROLSICA SUAVE

NARRADORA La noche había caído ya. El pequeño hacía grandes esfuerzos por no quedarse dormido. Estaba esperando a su papá y el motivo bien valía la pena.

EFECTO PUERTA QUE SE ABRE

NARRADORA Los traviesos ojos del niño ya se iban cerrando, cuando, al fin, se abrió la puerta. Como impulsado por un resorte, se incorporó y soltó la pregunta que lo tenía tan inquieto:

NIÑO Papá, ¿cuánto tú ganas en el trabajo?

NARRADORA El padre, molesto y cansado, fue tajante en su respuesta:

PADRE Eso, muchacho, ni siquiera tu madre lo sabe. Así que, no me molestes y vete a dormir, que es muy tarde.

NIÑO Pero, papá, solo dime cuánto te pagan por una hora de trabajo.

PADRE (MOLESTO) Y dale con lo mismo. ¿Eso quieres saber?

NIÑO Sí, dime solo eso…

PADRE Diez pesos. Eso gano por una hora de trabajo.

NIÑO Otra cosa, papá. ¿Me podrías prestar… cinco pesos?

PADRE Caramba, uno no puede llegar a casa y ya están pidiendo plata… Así que para eso querías saber cuánto gano, ¿no?… Vamos, vamos, vete a dormir y no sigas fastidiando…

NARRADORA Sin decir una palabra más, el niño se alejó y se encerró solo, como siempre, en su cuarto.

PADRE (PARA SÍ) ¿Qué le pasará a este muchacho?… Tal vez necesita algo…

EFECTO TOCA A LA PUERTA. ABRE LA PUERTA.

PADRE ¿Duermes, hijo? (PAUSA)… Hijo…

NIÑO No, papá, dime…

PADRE Aquí tienes el dinero que me pediste…

NIÑO (CONTENTO) ¡Gracias, papi!… ¡Ya completé!

NARRADORA El niño metió su manita debajo de la almohada y sacó otro billete, bien arrugado, de cinco pesos.

NIÑO Ya tengo los diez que te pagan.

PADRE ¿Cómo dices, muchacho?

NIÑO Ahora, papá… ¿me podrías vender una hora de tu tiempo?

CONTROLSICA SUAVE Y TRISTE