CON OÍDOS DE MUJER

Radioclip en texto sin audio grabado.

Las mujeres son las grandes comunicadoras. Ambas vías —hablar y escuchar— les resultan milenariamente conocidas.

Es hora de reconocerlo: las mujeres son especialmente aptas para la radiodifusión. Nos guste o no, las mujeres superan a los hombres tanto por el lado de la recepción (la escucha) como por el de la emisión (el habla).

A través de una larga evolución, las mujeres fueron equipándose con unos aparatos sensoriales mucho más refinados que los varones. Para proteger a sus crías, ellas necesitaban percibir los más leves indicios de dolor, de hambre o de peligro.

La mujer dispone de un mejor oído que el hombre. El cerebro femenino distingue muchos estímulos auditivos sin mezclarlos. Una mujer puede escuchar dos o más conversaciones al mismo tiempo. Los hombres, al contrario, no logran hablar con el radio encendido y los niños jugando. Si en ese momento, para colmo, suena el teléfono, un hombre bajará el volumen de la música y mandará a callar a todos. Una mujer levantará sin problemas el auricular.

La gran capacidad auditiva de las mujeres se relaciona con la llamada intuición femenina. Ésta no es otra cosa que esa formidable aptitud que tienen ellas para descifrar diferentes tonos de voz, matices sutiles, hasta el sentido de los silencios. Así pues, cuando tengas que evaluar un programa de radio, cuando debas hilar fino tanto en la interpretación de los actores como en los planos acústicos y la selección de la música, no lo dudes, llama a una compañera.

Vamos a la otra punta, la emisión de los sonidos. Los hombres, desde luego, no han destacado nunca por su locuacidad.

Los consultorios de los psicólogos infantiles están llenos de papás y mamás llevando a sus varoncitos. Pocas niñas o ninguna veremos en esas salas de espera. Éstas comienzan a hablar antes que los niños. A los tres años, tienen el doble de vocabulario que un niño de la misma edad. No es cuestión de mayor o menor inteligencia, sino de dominio verbal.

Las encuestas no engañan. Las mujeres son más expresivas en todas las latitudes y en todas las culturas. ¿No lo crees? Haz esta sencilla prueba. Pregúntale a tu hija adolescente qué tal estuvo la fiesta de anoche. Te relatará con detalles lo ocurrido, qué música bailaron, qué vestidos llevaba cada cuál. Si le preguntas a tu hijo, éste contestará:

—Eh… Estuvo bien.

Esta diferencia tiene que ver con la especialización de los trabajos. Los hombres no evolucionaron para ser comunicadores, sino cazadores. Persiguiendo a un bisonte o a un mamut, utilizaban señas. Se sentaban silenciosos a observar la presa durante horas. Las mujeres, por el contrario, hablaban constantemente con sus crías. De ellas dependía el desarrollo del lenguaje en los recién nacidos. Hablaban entre sí durante la recolección de alimentos. Hablaban con sus callados compañeros cuando regresaban de las largas cacerías.

Las mujeres son las grandes comunicadoras. Ambas vías —hablar y escuchar— les resultan milenariamente conocidas. El sonido es su especialidad y, por ello, la radiodifusión es su medio natural. O dicho con más salero, la radio es femenina.

BIBLIOGRAFÍA
Helen Fisher, El primer sexo, Punto de lectura, Madrid, 2001.

Las imágenes:

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