EL SABIO CONSEJO DE CHÁVEZ

Radioclip en texto sin audio grabado.

Allá por los 80, en Estados Unidos, el sindicato de Trabajadores Agrícolas (UFW), fundado por el migrante mexicano César Chávez, solicitó varias licencias de radio en California. Los sindicalistas le propusieron a Chávez una parrilla repleta de programas educativos con noticias, discursos y profundos debates. Chávez se rió.

–Compañeros, compañeras, ustedes saben que en el campo se trabaja duramente. La gente se cuelga su receptor al cuello mientras siembra o cosecha y en ese momento la radio tiene que ayudar a la gente a relajarse. ¡De seguro, lo que menos querrán es escuchar un discurso!

–Pero… –renegó un barbudo mientras se levantaba de su silla.

–Escuche, compañero –Chávez continuó–. Si tenemos buenos programas que entretengan, con buena música y humor, se mantendrán siempre en sintonía. Así, cuando el sindicato tenga anuncios importantes que hacer, estaremos seguros que nos estarán escuchando.

Los murmullos de desaprobación se fueron calmando y el sindicato aplicó la propuesta de Chávez en todas sus emisoras. La radio fue un medio crucial en la convocatoria de huelgas y protestas que mejoraron las condiciones de campesinos y campesinas. Pero no usando las ondas para proclamas o discursos. Ésas se hacían en las marchas.

¿Moraleja? Cuando en alguna radio comunitaria nos preguntan por nuestros objetivos, como un mantra repetido millones de veces, respondemos sin dudar: “informar, educar y entretener”.

Encomendadas a esta santísima trinidad radiofónica, las emisoras comunitarias han estructurado sus programaciones. Pero sería interesante medir qué porcentaje se lleva cada componente de esta tríada.

Por lo general, siempre hemos pecado de un exceso de educación, aderezado con gotas de información y unos limitados minutos de entretenimiento que suelen reducirse a algún programa musical de complacencias.

De hecho, en algunos medios populares y educativos hasta ahora es una blasfemia pronunciar palabras como “diversión” o “humor” y se sanciona a quién sonría en medio del sacrosanto informativo.

Pero pensemos como César Chávez:

  • Una radiorevista musical donde las jóvenes pueden charlar con una locutora de su misma edad que, entre risas, les hace notar que “eso de que tu novio te exija la contraseña del Facebook no está bien”, es un efectivo programa de género.
  • Invitar a personas mayores al estudio para que presenten las baladas románticas que marcaron su vida mientras se quejan de su soledad y de lo poco que la sociedad se preocupa de ellos, también es educar en valores.
  • Retar a niñas y niños a que graben a sus padres en TikTok “encestando” el papel y el plástico en los contenedores de reciclaje, de seguro es más efectivo que una proclama sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

La letra con sangre entra, decían antes los malos profes. Quienes saben de pedagogía, dicen ahora: la letra –y el compromiso social– con risa entra.

 

Bibliografía