LA AVENTURA DE HABLAR

Radioclip en texto sin audio grabado.

La capacidad de improvisación, la fluidez de palabras, depende de una actitud permanente de curiosidad intelectual.

En el clip anterior mencionamos los cuatro niveles de lectura que debe dominar un buen locutor, una buena locutora.

Pero no basta con saber leer con soltura un libreto. Necesitamos aprender a improvisar, a soltar la lengua. A correr la aventura de hablar sin papeles.

Improvisar no es decir lo primero que me venga a la boca. La improvisación exige incluso más preparación que la redacción de un texto. Supone investigar, hacer un esquema de ideas, tener los materiales a punto, estar en forma. Una vez listos, como deportistas bien entrenados, echamos a volar nuestras palabras vivas desde la antena radiante hasta el oído del receptor. Mejor dicho, nos estamos refiriendo a una improvisación responsable.

La capacidad de improvisación, la fluidez de palabras, depende de una actitud permanente de curiosidad intelectual, de observar el mundo para conocerlo, de interesarnos en los demás, de charlar sobre los más variados temas. A hablar se aprende hablando.

Y leyendo. El vicio propio de la profesión locutoril son los libros, las revistas, los periódicos… Sin mucha lectura será difícil improvisar sobre ningún tema. El locutor y la animadora se parecerán a pozos secos de donde no brota ninguna opinión ni pensamiento propio.

¿Cómo ejercitarnos en la improvisación? Una buena técnica consiste en escribir varios temas en papelitos y meterlos en una gorra. Pueden ser temas complejos (las leyes migratorias) o más cotidianos (la música pop). Uno a uno, una a una, los colegas van sacando un papelito. Tienen 3 minutos para pensar lo que van a decir y deben hablar un minuto sobre ese tema. Al final de cada mini charla, el grupo evaluará:

  • ¿Dijo algo interesante? ¿Dio muchos rodeos?
  • ¿La entrada fue atractiva? ¿Y la salida?
  • ¿Usó muletillas? ¿Se le notaba inseguro, achicada?
  • ¿El lenguaje fue ingenioso? ¿Quedó alguna idea clara?
  • ¿Qué puntaje le daría del 1 al 10?

Esta práctica y otras muchas se pueden hacer en un contexto festivo. Quien conduzca el grupo no debe presentarse como el “profesor” de una escuelita. Más bien, creando un clima de confianza y de sana emulación, los compañeros y compañeras de la emisora irán mostrando sus habilidades oratorias y, sobre todo, irán sintiendo la imperiosa necesidad de leer más para hablar mejor. La urgencia de saber y conocer sobre los más variados temas para poder abrir el micrófono con la seguridad de quien siempre tiene algo novedoso que compartir con la audiencia.

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