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LOS PARACAIDISTAS (5)

Radioclip en texto sin audio grabado.

¿Cómo llegaron éstos y éstas a dirigir una radio? Pertenece a la serie: Los Directores y Las Directoras.

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Nunca locutaron, nunca redactaron un libreto, nunca diseñaron una programación ni saben para qué sirve una consola. Pero ellos dirigen la radio.

¿Cómo llegaron a ese cargo, cómo aterrizaron en una emisora? Resulta que la heredaron de su papá. O le fracasó el negocio de la zapatería y se compró una radio. O por ser buena feligresa, el obispo le encomendó la emisora de la diócesis. O el alcalde, por afinidad política, lo puso al frente de la radio municipal. O presentó un curriculum fotocopiado y resultó la mejor candidata. O tuvo suerte. O a saber.

El caso es que están bien sentados en el sillón principal y no tienen idea de producción radiofónica, ni de mercadeo publicitario ni de nuevas ni de viejas tecnologías.

No saben nada de radio, pero creen saberlo todo. Y comienzan a hacer propuestas descabelladas. Como a ellos les gusta la música en inglés, pautan a Jim Morrison o a Alanis Morrisette en el programa campesino. Como un amigo les habló de las “talk radio” programan cuatro horas seguidas de bla-blá. Como otro les comentó de “radioarte”, dedican el fin de semana a experimentaciones sonoras que ni ellos mismos entienden. Y así, la emisora va de tumbo en tumbo.

A veces, estos paracaidistas intentan compensar su desconocimiento del medio radial con opiniones tomadas del último artículo de comunicología.

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EJEMPLO

DIRECTOR Considero necesaria una reingeniería mediática que nos permita nuevos socios estratégicos y una mejor articulación en los procesos de los nuevos actores comunicacionales.

JOVEN ¿Puede explicarse mejor, señor director?

DIRECTOR Lo que digo es que nuestra emisora tiene que reposicionarse. Superando paradigmas radiofónicos ya obsoletos, necesitamos insertarnos en la nueva sociedad de la información.

JOVEN Pero, señor director, ¿cómo organizamos el departamento de prensa?

DIRECTOR Bueno, de esos detalles ya se ocupan ustedes, ¿verdad?

Estos advenedizos, en vez de apoyarse en colegas que tienen años de experiencia, se entusiasman con el cargo y tratan de aparentar un falso profesionalismo. Como no tienen muchos logros que mostrar, se apropian de éxitos ajenos y ponen sus créditos en cualquier idea novedosa.

Sólo hay una medicina para ellos: la humildad. Y sólo hay un médico que la aplique: un equipo de trabajo competente que le haga ver al “señor director” que el hábito no hace al monje ni la cresta al punk.

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BIBLIOGRAFÍA