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ORFEO Y EURÍDICE

Tan melodiosa era su música que los dioses le concedieron a una bellísima ninfa como esposa.

LIBRETO

LOCUTORA Era hermoso como su padre, el divino Apolo, y se había hecho famoso en el mundo entero por su destreza al tocar la lira.

CONTROL ACORDES DE LIRA

LOCUTOR Dicen que cuando tocaba, los árboles se mecían y los animales salvajes acudían para oírle.

LOCUTORA Dicen que los ríos suspendían su rápido curso para no molestar con el murmullo de sus aguas aquella música celestial.

MUJER ¡Orfeo, toca para que el dragón se calme!

HOMBRE ¡Toca, Orfeo, para que los marinos logren escapar del embrujo de las sirenas!

LOCUTORA Tan melodiosa era su música que los dioses del Olimpo le concedieron a la bellísima ninfa Eurídice como esposa.

ORFEO Tu amor es para mí más dulce que la lira… Para ti tocaré mis mejores canciones, amor mío, corazón mío.

CONTROL DULCES ACORDES DE LIRA

LOCUTORA Pero quiso el destino que la joven Eurídice fuese picada mortalmente por una víbora oculta en el camino.

ORFEO ¡Eurídice, Eurídice!…

LOCUTOR Orfeo intentó calmar su dolor vagando por las montañas de Tracia sin otra compañía que su lira. Pero no lograba olvidar el rostro de su amada muerta.

ORFEO ¡Eurídice, amada mía, hermosa mía!

LOCUTORA Desesperado, decidió bajar al Reino de las Sombras. Hasta los muertos se compadecieron de él. Y el Cancerbero, el perro guardián de los abismos, dejó de aullar al oír su triste melodía.

ORFEO ¡Dioses del averno, tengan piedad de mí, devuélvanme a mi amor!

LOCUTORA Tan desoladamente suplicaba Orfeo que conmovió a los mismos dioses.

PLUTÓN Te devolveremos a Eurídice si prometes salir pronto de este lugar de sombras. Lleva a tu amada hasta la luz del día, pero no se te ocurra volver el rostro para mirarla.

LOCUTORA Con los acordes de su lira, el apasionado Orfeo guió a la ninfa a través de la oscuridad, buscando la salida del tenebroso Reino de los Muertos.

ORFEO Eurídice, amor mío, ya falta poco.

EURÍDICE Camina, amado mío, camina sin mirar atrás. Al salir, juntaremos nuestros labios y nos amaremos como nunca lo hemos hecho.

ORFEO ¡Eurídice, mi dulce amor!

EURÍDICE ¡Orfeo, no, no!

LOCUTORA Cuando faltaban ya pocos pasos para alcanzar la puerta, Orfeo, impaciente por besarla y olvidando la condición impuesta por los dioses, se volvió hacia Eurídice. De inmediato, ésta fue tragada por las sombras y desapareció para siempre.

ORFEO LLORA DESCONSOLADAMENTE

LOCUTOR Llorando lágrimas amargas, el infeliz músico tuvo que regresar solo al mundo de los vivos.

CONTROL LIRA MUY TRISTE

LOCUTORA El dolor de Orfeo llenó la tierra. Y las musas decían:

MUJER No cabe tanto amor en el pecho de un hombre.

LOCUTOR Desde entonces, cuando un músico toca con emoción cualquier instrumento es Orfeo que sigue llamando a su amada desde las montañas de Tracia.

BIBLIOGRAFÍA

  • José Repollés, Las mejores leyendas mitológicas, Bruguera, Barceloa, 1971.
  • Imagen de: Wikipedia.