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LA VOZ RADIOFÓNICA

En una radio democrática todas las voces son bienvenidas. El asunto es ver cuál se acomoda mejor al estilo de un programa o de otro. Pertenece a la serie: Consultorio radiofónico.

LIBRETO

TIMBRE TELÉFONO

JI Consultorio radiofónico a la orden.

B Oiga, ¿y ahí es donde resuelven todas las dudas sobre la radio?

JI Por supuesto, muchacha. Aquí quien no sabe es porque no pregunta.

GOLPE MUSICAL

JI ¿Cómo están, radialistas apasionadas y apasionados? ¿Bien? ¿Bien de bien? Pues me alegro y les cuento que estamos recibiendo muchas preguntas en este consultorio. Pero tenemos que ir respondiéndolas una a una. Grano a grano se llena la gallina el buche, como dicen. Veamos… Clarita…

GOLPE MUSICAL

ASISTENTA Pues aquí, José Ignacio, tengo una pregunta de un
joven medio desesperado. Dice que a él no le gusta su voz, que tiene voz de flauta, que él quiere hacer radio pero no tiene voz radiofónica. ¿Qué puedo hacer?, pregunta este joven que prefiere no decir su nombre. Y escribe desde Córdoba, Argentina.

JI Bueno, mi amigo anónimo… A ver, compañero. Primero, relájate y escucha bien lo que te voy a decir. Las “voces radiofónicas” no existen. Son un cuento. Al principio, cuando se inventó la radio, se cotizaban las voces elegantes, afectadas. Voces profundas para los varones. El que no sacaba un trueno de la garganta no servía para locutor.

ASISTENTA ¿Y con las mujeres?

JI Voces cristalinas para las mujeres. La que no tenía una voz aterciopelada… pá fuera. No servía para locutora.

ASISTENTA ¿Y entonces?

JI Entonces, como la mayoría de los mortales tenemos una voz común, normalita, quedábamos descalificados. Solo unos pocos afortunados de las cuerdas vocales, unas cuantas elegidas, lograban hablar por el micrófono. ¿Sabes cuál es el problema?

ASISTENTA Dígalo, profe…

JI El problema es que cuando escuchamos esas voces tan divinas, las admiramos, hasta nos sentimos acomplejados ante ellas. Y esa fascinación no hace más que reforzar el viejo prejuicio de que la palabra pública es un privilegio de los grandes, de las bellas, de los personajes importantes.

ASISTENTA ¿Y qué hacer, entonces? ¿Cómo romper ese prejuicio?

JI Rompiéndolo. Es hora de pinchar esas pompas de jabón. A ver, Clarita, recuerda a tus mejores amigas… ¿Son las que tienen un timbre de voz más brillante?

ASISTENTA No…

JI ¿Y tus vecinos, tus familiares? Recuerda los líderes de opinión, los influencers… ¿qué voz tienen? Cuando conversamos con alguien no nos estamos fijando tanto en su voz, sino en lo que dice y en la gracia con que lo dice. La simpatía, eso sí. Hay voces simpáticas y otras antipáticas. Mejor dicho, gente simpática y gente antipática.

ASISTENTA Entonces, ¿no existen las “voces radiofónicas”?

JI No, claro que no. En la radio, como en la vida, hay sitio para todos los registros de voz y todas las formas de hablar. En una radio democrática todas las voces son bienvenidas. El asunto es ver cuál se acomoda mejor al estilo de un programa o de otro.

ASISTENTA Por ejemplo…

JI Por ejemplo, una voz aniñada puede ser muy útil para actuar en una novela y no pega para leer un editorial. Una voz muy gruesa no sonará bien conduciendo un espacio juvenil. Y esta cuña sensual no la grabaremos con aquella voz destemplada. Cada pájaro en su rama y cada voz en su formato.

ASISTENTA Entonces, José Ignacio, ¿cualquiera puede ser locutor o locutora?

JI Casi cualquiera. Lógicamente, las voces muy nasales, o muy guturales, o demasiado chillonas, o tartamudas… no nos servirán para animar un programa. Pero ésas son las menos.
Fíjate, yo creo que nueve de cada diez personas sirven para locutores y locutoras. Y ocho de esas nueve (los que tenemos una voz común) estamos en mejores condiciones que aquellos pocos superdotados de las cuerdas vocales para establecer una relación de igual a igual con la audiencia, con esa mayoría de oyentes que habla tan comúnmente como nosotros. Y yo estoy seguro, Clarita, que el amigo anónimo que nos preguntó está entre esos ocho de cada diez.
Amigas y amigos radialistas, será hasta el próximo consultorio. Envíen sus preguntas y opiniones a:
radialistas@radialistas.net

Y recuerden: No hay preguntas tontas. Hay tontos que no preguntan. ¡Hasta la próxima!