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55- UN SECRETO DE AMOR

LIBRETO

LOCUTOR A continuación, nuestro habitual espacio “El consultorio sexual de la doctora Miralles”.

CONTROL CARACTERÍSTICA CONSULTORIO

DOCTORA Amigas, amigos, ¿cómo están, cómo la van pasando? ¿Bien? Yo también. Escuchen, si estuvieran aquí en la radio, les mostraría un librito que acabo de encontrar. Un librito pequeño, pequeñito, como los buenos perfumes. Un librito sencillo, pero que tiene una enseñanza grande. Se titula “El secreto del amor”. De un autor anónimo. Y en este libro hay un secreto… un secreto antiguo… que los buenos amantes conocen y practican… ¿saben cuál es ese secreto?

EFECTO TELÉFONO

DOCTORA Qué rápido… Veamos esta primera llamada… ¿aló?

VECINO Buenas, doctora Miralles… Pues le cuento que yo sí sé cuál es ese secreto, el secreto del amor.

DOCTORA Qué bien… ¿y dígame cuál es?

VECINO A mí me lo enseñó mi abuelo. Él me dijo que amor se escribe con H.

DOCTORA ¿Con hache?

VECINO Hache de hombre y de hembra. De eso se trata, menos palabras y más acción.

DOCTORA Me parece que tu abuelo estaba un poco equivocado… y tú, peor que él.

VECINO ¿Por qué dice eso, doctora?

DOCTORA Porque el secreto que yo tengo en este librito no comienza con ninguna hache…

VECINO ¿Y con qué letra empieza, déme una pista?

DOCTORA ¿Una pista? Veamos… Este secreto del amor comienza con E.

VECINO ¿Con E de Ernesto?

DOCTORA Sí, con E de Ernestina.

VECINO Con E… con E… ¡Ya lo tengo!… E de encamarse.

DOCTORA ¿Cómo que de encamarse?

VECINO Claro, de meterse en la cama… ¡y darle fuego a la lata!

DOCTORA Ay, señor, usted está más perdido que Wally… ¡Por favor!

EFECTO TELÉFONO

DOCTORA Veamos si alguien adivina… ¿aló?

CHICA Para participar, doctora… Si comienza con E, el secreto es la Elegancia…

DOCTORA ¿Elegancia?… Frío, frío, muchacha… Porque puedes estar muy elegante y muy maquillada y muy chic… y no conoces el secreto…

EFECTO TELÉFONO

DOCTORA ¿Aló?

HOMBRE Ese secreto que empieza por E es la Ensalada…

DOCTORA ¿Cómo que la ensalada?

HOMBRE Claro, doctora, usted prepara una ensalada con almejas en salsa de mango… ¡óigame, eso no falla!

DOCTORA Ay, ay, ay… siga usted con sus mangos… y la otra con sus elegancias… y yo buscando quién me adivina el secreto del amor…

EFECTO TELÉFONO

DOCTORA Veamos… ¿aló?

JOVEN Aló, doctora Miralles… Pues fíjese, yo creo que conozco el librito que usted menciona…

DOCTORA ¿No me digas?

JOVEN Y conozco ese secreto que comienza por la E…

DOCTORA Pues dímelo ya…

JOVEN El secreto es elogiar. Eso, decir cosas bonitas, elogiar a la persona que amamos. Con sinceridad, desde luego, con palabras que salgan del corazón.

DOCTORA Creo que esta amiga oyente sí que adivinó. A ver, muchacha, ponme un ejemplo…

JOVEN Por ejemplo, doctora, después de hacer el amor, él le dice a ella: “Te has puesto tan linda que estás brillando…”

DOCOTRA ¿Y ella a él?

JOVEN Y ella le dice: “Eres un amante increíble… me haces tan feliz…“

DOCTORA Tú sí sabes, muchacha…

JOVEN Y, a veces, doctora, son elogios muy sencillos. Por ejemplo, ella estrena una ropita nueva y él le dice: “Ese vestido te queda divino, te hace parecer como una reina”. Ella saldrá a la calle con la cabeza en alto, feliz.

DOCTORA ¿Y qué le puede decir ella a él?

JOVEN No sé, ella puede decirle: “Qué bien te queda esa camisa, me gusta. Me voy a poner celosa si te miran mucho…” Y él sale contento al trabajo… Yo digo que los elogios, doctora, son para el alma como el agua para las plantas. Las hace crecer, florecer. Lo mismo pasa con nuestro corazón.

DOCTORA Tú felicito, muchacha. Yo soy ahora la que te elogia a ti, porque has descubierto este secreto antiguo, el secreto de los buenos amantes.

EFECTO TELÉFONO

DOCTORA Una última llamada, que ya estoy fuera de tiempo… ¿aló?

HOMBRE Una preguntita, doctora…

DOCTORA Dígame, mi amigo…

HOMBRE ¿Dónde se puede comprar ese librito que tiene usted?

DOCTORA En ninguna librería, mi amigo. En realidad, no existe ningún librito. El librito es nuestro corazón. Recuerda: elogia sinceramente, felicita a tu pareja, dile cosas lindas… El alma de ella y la tuya, florecerán. ¡Hasta la próxima, elogiadores y elogiadoras!