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YA, EMILIA

La triste historia de una niña que quería estudiar. Y no lo consiguió. Una emotiva producción de Infante-Bolivia.

LIBRETO

NARRADORA Emilia es linda. Tiene tantos años como hermanos: doce. No todos de la misma mamá. Teniendo la responsabilidad de tantos hijos, su papá acobardado se ha marchado y la falta de dinero a casa ha llegado. Un día…

MADRE Ya, Emilia. Vas a tener que ayudar con los gastos en la casa. He hablado con la señora Pancha y dice que le puedes ayudar en las mañanas para preparar el almuerzo de la pensión.

EMILIA Pero en las mañanas voy al colegio, mamá.

MADRE Ni modo, Emilia… El colegio no nos va a dar qué comer. Además, va a ser un tiempo nomás… hasta que mejore mi situación.

NARRADORA Pero “un tiempo nomás” se hizo, nomás, un buen tiempo. Y luego…

MADRE ¿Emilia?… Emilia, doña Pancha dice que ahora va a empezar a atender todo el día, necesita que la ayudes. Te va a pagar bien y ya al año vamos a ver que regreses al colegio. Por favor, Emilia, no tenemos de otra. ¿Ya?

EMILIA Ya.

NARRADORA Emilia veía de lejos a sus compañeras de curso y hasta tocaba su uniforme con nostalgia. Le causaba un poco de gracia, pues antes el colegio le parecía muy aburrido. Quién iba a pensar que un día lo iba a extrañar tanto y hasta iba a soñar con él… Sí. Emilia soñaba que temprano en la mañana se levantaba, se ponía el guardapolvo y…

MADRE ¡Ya te he dicho que no puedo con los gastos si no me ayudas! Ya te he explicado: El colegio no nos da para comer. De paso me haces gastar en útiles escolares. ¡Ya no me molestes!

EMILIA Ya, ya…

NARRADORA Emilia veía pasar los meses en la higuera que crecía al frente de la pensión “Doña Pancha”. Cuando los higos nacían, sabía que era tiempo de empezar el colegio; cuando maduraban bastante sabía que ya iba retrasada y el dulce de los higos se le hacía amargo en la boca; cuando no había más higos en la higuera sabía que ya era muy tarde y que ese año tampoco volvería al colegio. Pero Emilia no se resignaba.

EMILIA Pero si estudio y saco un título o aunque sea soy bachiller… luego puedo trabajar y ganar más. ¿No ves a la Mirtha? Se ha metido a estudiar para secretaria y le va bien. Su hermana es peluquera. Cualquier cosa yo debería aprender. Sólo sé limpiar una pensión.

MADRE Ay, Emilia, ¿qué siempre, pues, es el colegio? Yo ni he terminado.

NARRADORA Emilia se llenaba de rabia cuando veía los higos en la higuera y pensaba en el colegio. Su mamá seguía trabajando de lo mismo y no ganaba más. Emilia no era tonta; se daba cuenta que si no hacían algo distinto para mejorar su vida, ella no volvería a sentir el dulce de los higos, no volvería jamás al colegio.

EMILIA Mamá, ¿si abrimos un puesto de comida? …Chiquito… Vendemos salchipapas. Yo te ayudo y nos podemos organizar para que yo vuelva a estudiar. Pensalo, a ver.

MADRE Ya… Ya, Emilia. Lo voy a pensar.

NARRADORA A la mamá de Emilia no le pareció mala la idea. En un par de meses inauguraron su puestito con serpentina y cuetillos… Pero Emilia igual, nomás, siguió ocupándose todo el día del puesto. Con el tiempo, las salchipapas se hicieron famosas y la economía familiar dio un salto. Los clientes se comían las salchipapas y… también los días.

CONTROL MÚSICA DE TRANSICIÓN

NARRADORA Ya habían pasado años desde que Emilia dejó el colegio.

MADRE Emilia, ya estamos mejor. ¡Tanto que querías volver al colegio! Nos organizaremos y vuelves.

NARRADORA Pero Emilia ya tenía 17. No tendría los mismos amigos y compartiría el curso con niños más pequeños que ella. Desde hacía tiempo que a Emilia le habían dejado de gustar los higos… Se le había agotado la esperanza de volver al colegio y ahora ya había olvidado cómo abrir un libro.

EMILIA Ya no quiero, mamá. Si antes hubiéramos comenzado el negocio, si antes nos hubiera ido bien, hubiera vuelto. Pero ahora ya he perdido la costumbre. Ni ganas tengo. Mejor seguiré, nomás, trabajando. Ni modo, pues, mamá.

MADRE Ya, Emilia.

NARRADORA Cuando Emilia ve la higuera florecer le dan unas ganas terribles de volver al colegio y su boca se llena de dulce. Pero enseguida se da cuenta que no volverá a estudiar y entonces el dulce desaparece y le deja un gusto amargo de higo podrido. Emilia sabe que pasará su vida con la boca amarga o, a lo mucho, con sabor a salchipapa.
Como Emilia, cientos de niñas y niños abandonan el colegio por el trabajo. Nunca más vuelven a estudiar. Sin estudios tienen menos posibilidades de salir del círculo de la pobreza.

LOCUTORA Una producción de Infante-Promoción Integral de la Mujer y la Infancia, Cochabamba, Bolivia.


GUÍA DE USO


Esta pequeña historia refleja la situación de muchos niños, niñas y adolescentes que deben abandonar el colegio para ayudar al sustento familiar.

La pobreza es la causante principal de esta situación y hay muchos factores que se deben analizar el momento de plantear soluciones; como dice UNICEF, “cuando la pobreza afecta a la familia, los miembros más jóvenes de ésta se convierten en sus víctimas más inocentes y vulnerables”.

Guía de uso

BIBLIOGRAFÍA

    • Locutora: Cecilia de Marchi
    • Madre: Pimpi Velasco
    • Emilia: Fanny Cortez