12 – ¿EXISTEN LOS MILAGROS?

PERIODISTA Muy buenas, oyentes de Emisoras Latinas. Un saludo especial a nuestros invitados, el apóstol Pablo y María Magdalena que han accedido a participar en estos debates. Y otro saludo para Elena Martínez, nuestra reportera, que da inicio a este programa con una encuesta callejera. ¿Los resultados, Elena?

ELENA ¿Qué tal, Juan Luis? Acabamos de procesar nuestra encuesta. Consultamos a unos 200 transeúntes en una calle céntrica de San José, Costa Rica. La primera pregunta era: ¿usted reza? 5 de cada 10 personas nos dijeron que sí y 5 que no. Empatados. Pero lo más interesante es que de esas personas que sí rezan el 97% nos dijo que rezaban para curarse de una enfermedad, para salir bien en los exámenes, para conseguir un empleo… para que su equipo gane el partido de fútbol.

PERIODISTA Hasta los boxeadores, antes de salir a romperse los huesos, se santiguan y le piden a Dios o a la Virgen poder reventar al contrario.

ELENA Oraciones a Dios, a la Virgen o a los santos… Oraciones para conseguir un beneficio, para pedir milagros…

PERIODISTA Gracias, Elena. ¿Usted, Pablo, usted hizo milagros?

PABLO Nadie hace milagros, solo Dios.

PERIODISTA Pero por su mano… ¿Dios hizo milagros?

PABLO Por supuesto, todo es posible para quien tiene fe. Los milagros acompañarán a los misioneros del evangelio. Echarán demonios, agarrarán serpientes y no les picarán, pondrán sus manos sobre los enfermos y sanarán.

PERIODISTA Cuénteme un milagro en que usted participó…

PABLO Uno y tantos… Recuerdo cuando estábamos en Tróade, reunidos los discípulos para compartir el pan… Yo les estaba predicando… La verdad es que me alargué un poco…

MARÍA ¿Habló demasiado, don Pablo?

PABLO Es que tenía que viajar al día siguiente y les estuve enseñando hasta la medianoche.

PERIODISTA ¿Y qué pasó? Cuéntenos…

PABLO Pues que había un joven sentado en el borde de una ventana y, vencido por el sueño, se cayó del tercer piso abajo.

MARÍA ¿Habló demasiado largo o demasiado aburrido, don Pablo?

PABLO No sea impertinente, mujer.

PERIODISTA ¿Y qué pasó con el joven?

PABLO Se murió. Entonces, yo bajé corriendo, lo abracé bien fuerte…

PERIODISTA ¿Y…?

PABLO Y el joven volvió a la vida.

PERIODISTA Tal vez no estaba muerto, tenía una conmoción, un golpe… un desmayo…

PABLO Yo sé que estaba muerto y revivió.

PERIODISTA ¿Y usted, María Magdalena, usted hizo milagros?

MARÍA Cómo no. Hacía uno cada día.

PERIODISTA ¿De veras?

MARÍA Vender el pescado seco de mi puesto en Magdala… oiga, señor periodista, eso era un milagro. De eso comía yo y mi familia.

PABLO ¡Qué vulgaridad!

PERIODISTA No, yo me refiero a milagros “milagrosos”… un ciego que ve, un cojo que camina, un paralítico que se levanta…

MARÍA Yo a esos no les llamo milagros…

PABLO ¿Y cómo los llama? ¿Usted no cree? ¿Qué cristiana es usted, María Magdalena, que no cree en milagros? ¿Por qué no cree, dígame?

MARÍA Porque… porque Dios sería injusto.

PERIODISTA ¿Puede explicarse mejor?

MARÍA Fíjese, una vecina mía en Magdala tenía siete hijos, tres varones y cuatro niñas. Y cuando ella compraba dátiles, compraba siete racimos, uno para cada hijo. Y cuando tenían frío, los cobijaba a todos por igual.

PABLO ¿Y qué tiene que ver esa historia con lo que le pregunta el señor periodista?

MARÍA Que Dios no es injusto para curar a unos sí y a otros no. ¿De qué sirve curar a uno si quedan seis enfermos?

PERIODISTA Pues que los cure a todos, entonces.

MARÍA ¿No me diga, Juan Luis? ¿Usted quiere que Dios sea el médico del mundo?

PABLO Escucha, mujer incrédula. Dios cura a quien tiene fe.

MARÍA ¿No me diga, don Pablo? ¿Y la fe será como una moneda para comprar la voluntad de Dios?

PERIODISTA Aclaremos lo más importante. ¿Jesús hizo o no hizo milagros? ¿Devolvió la vista a los ciegos, hizo andar a los paralíticos…?

MARÍA Eso no eran milagros. Eran señales.

PABLO ¿Señales de qué, mujer enredadora?

MARÍA Señales de que el Reino de Dios estaba cerca…

PERIODISTA Pero, los ciegos que Jesús curaba… ¿estaban ciegos o no?

MARÍA Ahora me acuerdo de mi madre… cuando yo me enfermaba, ella venía y me miraba con un cariño tan grande como grande es el lago de Galilea y se reía y me ponía sus manos donde me dolía… y el dolor se me pasaba y ya me sentía bien.

PERIODISTA Tengo una llamada… Un momento… ¿Aló, dígame?

MUJER A usted no le digo. Le digo a la señora María Magdalena o como se llame esa mujer…

MARÍA Me llamo así, María la de Magdala, porque en Magdala nací.

MUJER Pues yo he leído en los evangelios que Jesús curó en Jericó al ciego Bartimeo, y puso a caminar a un paralítico en Cafarnaúm que lo descolgaron por el techo, y que resucitó al hijo de la viuda de Naím… ¿no es cierto?

MARÍA Y dígamelo a mí, que yo andaba junto a Jesús cuando todo eso pasó…

MUJER ¿Y?… ¿Hizo o no hizo esos milagros?

MARÍA Jesús era un hombre con tanta energía… Tenía una mirada… Y unas manos… Los enfermos lo veían, lo tocaban, y se llenaban de confianza… Y él sonreía… Les ponía las manos en los ojos, en las piernas… Mucha gente se curaba por esa confianza qué él les inspiraba…

PERIODISTA Tal vez con usted, apóstol Pablo, pasaba lo mismo… Magaly me recuerda un texto de los Hechos de los Apóstoles… Magaly, por favor…

MAGALY Es el capítulo 19. Y dice así: Dios hacía milagros extraordinarios por su mano, incluso llevaban a los enfermos pañuelos o delantales tocados en el cuerpo de Pablo, y las enfermedades los dejaban y los malos espíritus se iban de ellos.

PABLO Sí, así era.

MARÍA Vamos, don Pablo, no exagere… Esos trucos los sabían hacer también los samaritanos…

PABLO ¿Trucos? ¿Usted dice trucos?

PERIODISTA Otra llamada… Un momento… ¿Aló?

NICANOR Aquí habla el doctor Nicanor Arriola. Soy ortopedista.

PERIODISTA Muy buenas, doctor… ¿Quiere opinar?

NICANOR Sí… Y decirle a María Magdalena que a lo mejor no eran trucos, sino endorfinas.

MARÍA No entiendo lo que usted dice…

NICANOR Verán, quiero contarles algo que me pasó a mí.

PERIODISTA Cuéntenos, doctor.

NICANOR Estaba yo en mi consultorio y me llega un anciano en silla de ruedas. Vino acompañado de su familia… Yo examiné sus músculos y concluí que no tenía nada. Que era una parálisis histérica.

PERIODISTA Una enfermedad sicosomática… mente y cuerpo…

NICANOR Exacto. Pero, ¿cómo hacerle ver que él podía caminar? Entonces, me acordé de los evangelios. Me coloqué frente al anciano y con una voz, mezcla de autoridad y ternura, exclamé: ¡Levántate y anda!

MARÍA ¿Y qué pasó, doctor?

NICANOR Aunque ustedes no lo crean, el anciano se puso en pie y, dando tumbos, se levantó y empezó a caminar. ¡Qué alboroto! La familia gritando ¡milagro, milagro! Venían a besarme la mano. Y abrazaban al abuelo con tanto entusiasmo que casi lo mandan nuevamente a la silla de ruedas.

PABLO ¿Y cómo explica usted eso, señor doctor?

NICANOR Cuando un enfermo tiene fe, su cuerpo reacciona elaborando en el cerebro una sustancia llamada endorfina, que les da energía. Dicen que la fe mueve montañas. En realidad, la fe mueve endorfinas. Y como muchísimas enfermedades son más sicológicas que físicas, más de la mente que del cuerpo, como la del viejito que vino a verme, se curan con esa fe, con esa energía que les transmite su cuerpo a través de un médico, un curandero, Pablo o Jesús.

PABLO Pero, entonces… ¿no fue un milagro lo que usted hizo?

NICANOR Créanme, el milagro lo hacemos nosotros mismos y la fuerza que nos da quien confía en nosotros. Gracias.

PERIODISTA Muy interesante la historia del doctor Arriola… Pero, de Jesús sabemos que hizo otro tipo de milagros… hasta dicen que caminó sobre el agua y que multiplicó panes y peces….

MARÍA No, no, no, ese día el milagro fue compartir. Me acuerdo cuando llegamos a Betsaida. Mucha gente nos esperaba en la orilla. Querían oír a Jesús. Y Jesús se puso a hablar, a contar historias, como siempre hacía… Nadie se cayó de ninguna ventana, don Pablo, pero se nos hizo tarde… Y la gente no había comido…

JESÚS Lo que son las cosas, amigos. Ustedes tienen hambre. Nosotros también. Nosotros trajimos algunas aceitunas, pero no hemos querido sacarlas porque no alcanzan para todos. A lo mejor algunos de ustedes también trajeron su pan bajo la túnica, pero tampoco se atreven a morderlo para que el de al lado no les pida un trozo.

MARÍA Y por ahí apareció un muchacho que tenía cinco panes de cebada y dos pescados.

PERIODISTA ¿Y qué pasó?

MARÍA Melania, me acuerdo, puso al centro su cesto de higos. Y los que tenían queso o dátiles los repartieron. Las mujeres improvisaron algunas hogueras y asaron los pescados. Y todos pudimos comer aquella noche.

PERIODISTA Entonces, ¿así fue la multiplicación de los panes?

MARÍA Diga mejor, la suma de los panes. Porque cada quien puso lo que trajo y alcanzó para todo el mundo.

PERIODISTA Pero entonces, ¿no se multiplicaron los panes?

MARÍA Los panes no. Se multiplicó la generosidad. Ése, ése fue el milagro.

PERIODISTA Vuelvo al inicio del programa… La encuesta de oraciones… Si la oración no sirve para obtener milagros, muchos en nuestra audiencia se preguntarán: ¿para qué sirve, entonces?

MARÍA Para sentirnos acompañados. Como cuando llamamos a nuestra madre de noche…

PABLO ¡Otro cuento de madres, María Magdalena!

MARÍA Escuche, don Pablo. Abra sus oídos. Escuche. Cuando usted era niño, ¿no llamaba a su madre y su madre venía y lo hacía dormir? Yo pienso que Dios es como una madre. Y la oración sirve para eso, para tener fuerzas, para perder el miedo. Para no sentirnos solos. La oración te dará ánimos, tal vez hasta te curará, como explicó ese doctor que llamó antes.

PERIODISTA Y ustedes, amigas y amigos que nos escuchan, ¿qué piensan? ¿Existen o no existen los milagros? ¿Quién tiene razón, el apóstol Pablo o María Magdalena? Nos encuentran en las redes sociales y en la web www.emisoraslatinas.net ¡Hasta la próxima! Y recuerden: quien tiene preguntas, piensa; quien sólo tiene respuestas, obedece. Estuvo con ustedes, Juan Luis.


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  • Rafael Aguirre. Los milagros de Jesús. Editorial Verbo Divino 2002