24- ¿LA DISCÍPULA AMADA?

RAQUEL Nuestra unidad móvil ubicada hoy en lo que fue Magdala. De la ciudad natal de María Magdalena —de ahí el nombre de esta famosa mujer— hoy no queda nada… Con nosotros, Jesucristo,  en su segunda venida a la tierra y en su primer recorrido por estos lugares…
JESÚS Yo pasé por aquí cuando esta ciudad tenía mucha vida… Los de Cafarnaum traían hasta aquí el pescado, aquí lo salaban y lo vendían después por todo el país. Una ciudad de grandes ricos y, por eso, de muchos pobres…

RAQUEL ¿Fue aquí donde conoció a María Magdalena?

JESÚS Sí, aquí la conocí. Ella era muy pobre.

RAQUEL ¿Podemos saber las circunstancias?

JESÚS Bueno, ella era una mujer sola. En mi tiempo las mujeres solas, las que quedaban viudas, las repudiadas por sus maridos, tenían una vida muy difícil.

RAQUEL ¿Y sobre su “trabajo”…? Según la tradición, ella era prostituta.

JESÚS Habladurías. Las mujeres solas soportaban el yugo de la mala reputación. Me acuerdo aquel día… Después de caminar por las orillas del lago, llegamos aquí a Magdala con Juan y Andrés.  Entonces, conocí a María. Ella abrió sus oídos para escuchar el mensaje del Reino de Dios…

RAQUEL ¿Eso fue después que le sacó los demonios?

JESÚS ¡Qué demonios!… Malas lenguas. De ella decían que tenía no uno, sino siete demonios en el cuerpo… Como María era fuerte y no tenía pelos en la lengua, le inventaban historias.

RAQUEL Me imagino que debe saber todo lo que se ha escrito sobre la relación entre María Magdalena y usted… ¿También son inventos?

JESÚS Pues no sé qué habrán escrito, pero… ¿qué quieres que te diga? Ella participó en nuestro movimiento, nos acompañó a todas partes, se apasionó con el Reino de Dios. Encontrar a María fue como encontrar una perla de gran valor… La lámpara de su cuerpo eran sus ojos… Era muy alegre… Con ella, el Reino era un banquete, una fiesta.

RAQUEL La recuerda con mucha emoción…

JESÚS Yo hablaba a gusto con ella… Le confié muchas cosas… Andrés, Juan, Santiago, y sobre todo Pedro, se ponían celosos…

RAQUEL Mire, Jesucristo, voy a decirle algunas cosas que tal vez… Bueno, ¡se las digo!… Y éstas no las encontré en ninguna novela ni en el Código da Vinci…

JESÚS ¿En el Código…?

RAQUEL Para esta entrevista, yo me leí uno de esos evangelios que están por fuera de los que aparecen en la Biblia, los apócrifos. Y en uno dice que María Magdalena fue su compañera, que usted la besaba en la boca. También he leído que ese “discípulo amado” que tanto aparece en el evangelio de Juan, era en realidad “la discípula amada”, la que usted más quería…

JESÚS En verdad, todo eso se escribió en memoria de ella.

RAQUEL Pero usted… ¿usted la amaba?

JESÚS Sí, la quise mucho.

RAQUEL ¿La quiso… como mujer?

JESÚS ¿Qué quieres saber, Raquel? ¿Si me acostaba con ella?

RAQUEL Usted me disculpa la pregunta, comprendo que es un poco indiscreta, pero es que en torno a su relación con María Magdalena hay mucho misterio…

JESÚS El amor siempre es misterio. Por eso Dios, el mayor Amor, es el mayor de los misterios.

RAQUEL Entonces, ¿usted y ella… entre ustedes dos…?

JESÚS En mi tierra dicen, “entre tres no hay secreto”. No preguntes más, Raquel, no hace falta.

RAQUEL Ejem… Desde las ruinas de la ciudad donde se encontraron por primera vez Jesús de Nazaret y María de Magdala, Raquel Pérez, Emisoras Latinas.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS

Santa María Magdalena

Mientras que el cristianismo oriental honra a María Magdalena por su cercanía a Jesús, considerándola “igual a los apóstoles”, en Occidente se desarrolló la idea de que, antes de conocer a Jesús, María Magdalena se había dedicado a la prostitución, identificándola con otras mujeres “pecadoras” que aparecen en los evangelios (Lucas 7,36-50). La imagen de María Magdalena, arrepentida y penitente, ha dominado el arte y la literatura occidental. En 1969, la iglesia católica, que reconoce a María Magdalena como santa, retiró del calendario litúrgico el apelativo de “penitente” que le había adjudicado tradicionalmente y dejó de usar en las misas ese texto de Lucas. A pesar de estos cambios, la visión de la prostituta arrepentida es la que continúa predominando.

Una mujer reivindicada

María, una mujer nacida en la ciudad de Magdala, en las orillas del Lago de Galilea, es citada por su nombre cuatro veces en los evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas). La tradición la ha identificado con varias mujeres anónimas que aparecen en los relatos evangélicos y con otras “Marías”. Que María la de Magdala sea presentada como la primera testiga de la resurrección de Jesús en el cuarto evangelio (Juan 20,1-18) indica la importancia de esta mujer en el movimiento de Jesús y en la primera comunidad de quienes integraron su movimiento. Hoy, diversas y serias exégesis rechazan el identificar a María Magdalena con una prostituta y, al reivindicar el excepcional protagonismo de esta mujer en la vida de Jesús, plantean audaces hipótesis: que ella sea la “autora” del cuarto evangelio, atribuido al apóstol Juan; que “el discípulo amado” del que habla el cuarto evangelio sea en realidad “la discípula amada”; y que ella haya sido la compañera de Jesús de Nazaret.

Autora del cuarto evangelio y “discípula amada”

Que María Magdalena sea la autora del cuarto Evangelio y que en ese texto el varias veces citado “discípulo amado” no sea Juan, sino María, es la teoría que  desarrolla el sacerdote católico Ramón K. Jusino basándose en un libro del teólogo católico y erudito bíblico Raymond E. Brown, quien plantea que este evangelio recoge la tradición de una primera comunidad de seguidores de Jesús dirigida por María Magdalena. Tanto Jusino como Brown alimentan sus hipótesis en textos de los evangelios apócrifos.

María Magdalena en los evangelios apócrifos

Los cuatro evangelios integrados al Nuevo Testamento primero fueron relatos transmitidos oralmente. Después, se pusieron por escrito. Otros “evangelios” (recopilaciones del mensaje y de los hechos de Jesús de Nazaret) tuvieron esa misma evolución. En 1945 se descubrió en Nag Hammadi (Egipto) una amplia colección de códices del cristianismo primitivo, en su mayoría textos gnósticos (“gnosis” significa conocimiento), entre ellos los llamados Evangelios Apócrifos(“apócrifos”, es decir, no reconocidos por el canon oficial). En estos textos, rechazados por los Padres de la Iglesia en los primeros siglos cristianos, por no ser “ortodoxos” (es decir, auténticos, recomendables) María Magdalena es más destacada que en los evangelios sinópticos. En el “Evangelio de Felipe”, es mencionada como “compañera” de Jesús: Tres eran las que caminaban continuamente con el Señor: su madre María, su hermana y Magdalena, a quien se designa como su compañera. En otro fragmento de ese mismo Evangelio se lee: “Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Él la amaba más que a ninguno de sus seguidores y la besaba en la boca. El resto de sus seguidores lo veían amando a María. Ellos le dijeron: ¿Por qué la amas más que a ninguno de nosotros?”

Entre los evangelios apócrifos se encuentra también el “Evangelio de María Magdalena”, con fragmentos como éste, con el que concluye, y que expresan el protagonismo de esta mujer y el rechazo que su cercanía a Jesús provocaba entre los discípulos varones: Dicho que hubo esto, María calló, como si el Salvador le hubiera hablado solamente hasta aquí. Entonces, dice Andrés: “Hermanos, ¿qué os parece de lo dicho? Porque yo, de mi parte, no creo que haya hablado esto el Salvador. Pues parecía no estar de acuerdo con su pensamiento. Pedro dice: Pero es que, preguntado el Señor por estas cuestiones, ¿le iba a hablar a una mujer ocultamente y en secreto para que todos la escucháramos? ¿Debemos escucharla a ella? ¿Acaso iba a querer presentarla como más digna que nosotros? Después, María lloró y le dijo a Pedro: Mi hermano Pedro, ¿qué piensas tú? ¿Acaso piensas que yo me inventé esto en mi propio corazón o que estoy mintiendo sobre el Salvador? Leví dice a Pedro: Siempre tienes la cólera a tu lado, y ahora mismo discutes con la mujer enfrentándote con ella. Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla? De todas maneras, Él, al verla, la ha amado sin duda más que a nosotros. Avergoncémonos más bien y, revestidos del hombre perfecto, cumplamos aquello que nos fue mandado. Prediquemos el evangelio sin restringir ni legislar, sino como dijo el Salvador. Terminado que hubo Leví estas palabras, se marchó y se puso a predicar el evangelio según María.”

Una hipótesis valiosa

Todas las hipótesis teológicas y literarias (“La última tentación” del griego Nikos Kazantzakis, “El Código da Vinci”, del estadounidense Dan Brown, entre las más conocidas) que dan tan hermoso y justo relieve al papel que en la vida de Jesús tuvo María Magdalena, son de gran valor. Aunque nunca podremos probar si María Magdalena fue la esposa de Jesús, mucho menos si de esa unión hubo hijos o hijas, asumimos esta hipótesis y la tenemos en cuenta porque nos coloca en una magnífica pista para cuestionar y rechazar la tradicional misoginia de las iglesias cristianas, especialmente de la iglesia católica. Igualmente, nos conduce a una reflexión indispensable: ¿Qué cambiaría en el mensaje de Jesús, qué alteraría en la revolucionaria idea de Dios que Jesús proclamó, si él hubiera sido pareja sexual de María, la de Magdala?