6 – ¿DEBEN LOS ESCLAVOS OBEDECER A SUS AMOS?

PERIODISTA Amigas, amigos de Emisoras Latinas. Aquí estamos con ustedes para un nuevo debate, frente a frente, el apóstol Pablo y María Magdalena. Un oyente me llamó al final del último programa y me sugirió que viniera hoy con una campana como las que tienen los árbitros en las peleas de boxeo… porque nuestros estudios se han convertido en un ring… No, no, estoy exagerando. Aunque, de vez en cuando, como mis dos invitados son tan apasionados… En fin… Bienvenido, Pablo.

PABLO Gracias. Y no creo que esa campanilla sea por mis declaraciones que están apegadas a la palabra de Cristo el Señor. Y siempre he tratado con respeto a esta… a esta mujer que ni siquiera lleva velo en su cabeza para vergüenza de los ángeles.

PERIODISTA Bienvenida, María Magdalena.

MARÍA Le diré a don Pablo que no llevo velo porque el velo es señal de estar bajo la autoridad de un marido. Y yo no estoy bajo la autoridad de nadie, ni soy esclava de nadie. ¡Y menos de usted!

PABLO ¡Calla, mujer…!

PERIODISTA No me obliguen a tocar la campana tan pronto… Pero lo que dice María Magdalena me da pie para el tema que vamos a tratar hoy: la esclavitud. Hay una carta suya, Pablo, la más breve de todas sus cartas, dirigida a Filemón, un rico ciudadano de Colosas, al que usted convirtió a la fe cristiana. ¿Estoy en lo cierto?

PABLO En lo cierto está, señor periodista.

PERIODISTA Pues resulta que este Filemón tenía un esclavo llamado Onésimo que le robó algo y escapó de la casa de su amo para evitar los castigos contra los esclavos que huían. ¿Correcto, Pablo?

PABLO Puede seguir, señor periodista.

PERIODISTA Pues bien, Onésimo se encuentra con Pablo en Roma, que está preso, y Pablo lo convierte a la fe y lo devuelve a su amo Filemón con una carta pidiéndole a su amo que lo reciba nuevamente en su casa.

PABLO Y le advertí que lo recibiera con amor, como a un hermano querido.

MARÍA Y digo yo, ¿no hubiera sido mejor, don Pablo, que el tal Filemón lo dejara en libertad? Porque ese Onésimo, aunque lo trataran con amor, seguía siendo esclavo.

PABLO Es que era esclavo, comprado en buena ley por Filemón. Onésimo era su propiedad.

MARÍA Pero, don Pablo, ¿cómo puede usted decir eso? Nadie es propiedad de nadie. Nadie puede comprar a otra gente como si fuera un asno o unas sandalias.

PERIODISTA Una pregunta de aclaración. ¿En la Palestina donde ustedes dos vivieron, había esclavos y esclavas?

PABLO Por supuesto. Y eran la base de la economía, como en todo el imperio romano.

PERIODISTA ¿Y en la Biblia… se acepta la esclavitud?

PABLO La Ley dice que a los esclavos israelitas hay que darles la libertad después de seis años de servicio.

PERIODISTA – ¿Y a los extranjeros?

PABLO Si el esclavo es extranjero, él y su descendencia pertenecerán a la familia dueña para siempre, con algunas excepciones.

PERIODISTA Por ejemplo…

PABLO Dice el libro del Éxodo, que si el amo le rompe los dientes o le saca los ojos al esclavo… tiene que darle libertad.

MARÍA ¡Qué generoso…!

PERIODISTA En alguna de sus cartas, usted, Pablo, habla de amos y esclavos. ¿Las tienes listas, Magaly?… Por favor…

MAGALY Veamos. En la carta a los efesios leemos: Esclavos, obedezcan a sus amos con respeto y temor, como a Cristo. En la primera carta a Timoteo: Todos los que estén bajo el yugo de la esclavitud consideren a sus dueños como dignos de todo respeto. En la carta a Tito, se lee: Tito, enseña a los esclavos a someterse en todo a sus amos, a procurar agradarles y a no ser respondones. Que sean fieles para honrar así lo que nos enseñó nuestro Salvador. En la carta a los colosenses…

MARÍA No, no, por favor, Juan Luis, dígale a su amiga que no siga leyendo. ¡Eso que usted escribió, don Pablo, es abominable!

PABLO ¿Por qué? A los amos yo les pedía que trataran con compasión a sus esclavos, con los mismos sentimientos de Cristo…

MARÍA Peor me lo pone… Y por su madre… ¿Cómo se llamaba su mamá, don Pablo?

PABLO Débora.

MARÍA Pues por respeto a su madre Débora, no meta a Jesús ni los sentimientos de Jesús en esa abominación. ¡Le juro, aunque no hay que jurar, le juro que si Jesús lee eso que usted escribió, manda todas esas cartas suyas a la basura, a la gehenna, al basurero!

PERIODISTA Por favor…

PABLO Mida sus palabras, María Magdalena. Mida sus palabras, que está hablando con el instrumento escogido por Cristo para ser luz de los gentiles…

MARÍA Pues a los esclavos no los iluminó mucho…

PABLO Y no olvide que yo también dije que en Cristo ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre… que en Cristo todos somos uno.

PERIODISTA En este momento, nos pide señal nuestra reportera Elena Martínez, que hoy está en Colombia, más concretamente en Cartagena de Indias. Adelante, Elena…

ELENA Gracias, Juan Luis. Queremos aportar una nota histórica. A este puerto de Cartagena llegaban barcos repletos de esclavas y esclavos africanos. Durante el siglo 17 esta ciudad se convirtió en el principal mercado de esclavos de toda América Latina. Durante 400 años, Europa compró y vendió a mujeres y hombres africanos como animales. Se calcula que 40 millones fueron arrancados a la fuerza de sus aldeas. La mitad de ellos murió en el camino, en el fondo del mar y entre los dientes de los tiburones.

PABLO Todo eso es terrible. Pero… ¿y qué tengo que ver yo en ese crimen, muchacha?

ELENA Ese mensaje suyo, Pablo, justificó ese crimen. ¿Sabe qué decían los misioneros cristianos cuando embarcaban a los esclavos?

MISIONERO Con esta agua bendita ya sois hijos de Dios. Ahora debéis obedecer en todo a vuestros amos. Esclavo puede ser vuestro cuerpo. Pero tenéis el alma libre para volar un día al cielo.

PERIODISTA Eso les decían, apóstol Pablo…

PABLO Pues… Pues no les faltaba razón.

MARÍA ¿Cómo dice? Juan Luis, toque la campana y todo el campanario. Óigame bien, don Pablo, si usted quiere avergonzar no a los ángeles, sino a nosotros, defendiendo la esclavitud hágalo. Pero no busque apoyo en ninguna palabra de Jesús. Porque Jesús estuvo siempre en contra de eso. Jesús dijo claramente que en el Reino de Dios no caben ni amos ni esclavos.

PABLO ¿Cuándo dijo eso, cuándo, cuándo, dígame cuándo?

MARÍA Lo dijo varias veces y clarito. Dijo que no llamen a nadie amo ni señor ni maestro, ni siquiera llamen a nadie padre, porque el único Padre es el de los cielos. Y si alguno se cree muy grande, que se ponga abajo. Porque en el reino de Dios los primeros son últimos y los últimos primeros. Ni amos ni esclavos.

PABLO Pues yo sí soy esclavo de Cristo. ¡Alabado y bendito sea su nombre!

MARÍA No bendiga ni alabe, porque ni en eso tiene razón. Jesús nunca tuvo ni quiso tener a nadie de esclavo. Todavía me acuerdo aquella noche, la última vez que cenamos con él…

MARÍA La costumbre era que nosotras las mujeres o un sirviente laváramos los pies de los que íbamos a comer. Yo fui a la cocina a buscar un balde de agua y Jesús me lo quitó, se amarró una toalla a la cintura y se puso él a lavar los pies de todos… Empezó por Pedro…

PEDRO Pero, ¿estás loco, moreno? ¿Tú me vas a lavar los pies a mí?

JESÚS Sí, Pedro. ¿Qué tiene eso de malo?

PEDRO Jesús, tú eres el jefe. Y un jefe se tiene que dar a respetar.

JESÚS ¿Ah, sí? ¿Quién dijo eso, Pedro?

PEDRO Lo dijo… ¡Lo digo yo, caramba! Vamos, levántate de ahí y deja ese cacharro.

JESÚS No, tirapiedras, aquí no hay jefes ni señores. Nadie está por encima de nadie. Y el que quiera ser el primero, que se ponga el último de la cola. Así que echa los pies para acá…

MARÍA A Pedro y a todos nos lavó los pies. Nos quedamos con la boca abierta. Aquella vez y tantas veces, Jesús nos lo repetía, insistía y nos costaba entenderlo… Pero usted, don Pablo, nunca lo oyó. A usted no le lavaron los pies.

PERIODISTA Una llamada… Sí, amigo, dígame…

DOMINICANO Llamo desde República Dominicana. Estoy sintonizando Emisoras Latinas… Y oyéndolos, parecería que la esclavitud es cosa del pasado… No, en el mundo de hoy hay más esclavos que antes. En todo el mundo hay fábricas donde explotan a la gente, obreros mal pagados, mujeres y niñas esclavizadas en burdeles, niños en las minas de coltán que se mueren en los socavones, maquilas donde las mujeres se desmayan después de diez, doce horas de pie… El trabajo esclavo nunca acabó… Y los dueños de muchas de esas empresas se llaman cristianos y se dan golpes de pecho y rezan y leen sus cartas, apóstol Pablo, porque usted les dio la razón…

MARÍA Ya ve las consecuencias, don Pablo… Usted sembró los vientos y hasta hoy duran las tempestades.

PABLO Lo que pasa es que eran otros tiempos. Hay que entender la mentalidad de la época… Ustedes no saben cómo era la vida antes… Es sencillo rechazarlo ahora… Yo viajé por todo el mediterráneo… A nadie entonces se le hubiera ocurrido un mundo sin esclavos.

MARÍA Pues a Jesús sí se le ocurrió. A él sí. Porque él dijo que más fácil pasa un camello por el ojo de una aguja que uno de esos ricachones, dueños de esclavos, entra en el Reino de Dios. No sé si tampoco su amigo Filemón…

PABLO ¡Un momento, habrase visto una mujer más deslenguada…!

PERIODISTA Tranquilo, Pablo, tranquilo. Que el tiempo se nos acaba. Y ustedes, amigas y amigos de Emisoras Latinas, ¿qué piensan? ¿Se imaginan un mundo sin esclavos, sin esclavas? Los esperamos en un próximo debate. Nos encuentran en la web y en las redes sociales, www.emisoraslatinas.net Y recuerden: quien tiene preguntas, piensa; quien sólo tiene respuestas, obedece. Estuvo con ustedes, Juan Luis.


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  • Maurice Lengelle. La esclavitud. Editorial Oikos-Tau 1971
  • Joachim Jeremias. Jerusalén en tiempos de Jesús. Editorial Cristiandad 1977
  • Marco Sidonio Falco – Jerry Toner. Cómo manejar tus esclavos. Editorial La Esfera de los Libros 2016.