86- ¿LA SÁBANA SANTA?
RAQUEL Hoy, Sábado Santo, estamos con Jesucristo en una cafetería cercana al Santo Sepulcro, en Jerusalén. Té árabe saborea él y un capuchino quien les habla, la enviada especial de Emisoras
Latinas.
JESÚS Raquel, ¿para qué me has traído aquí?
RAQUEL En varias entrevistas usted ha evadido la cuestión de su divinidad. Pero hoy tengo la prueba.
JESÚS ¿La prueba de qué?
RAQUEL De que usted es Dios. De que usted resucitó. Tengo la prueba.
JESÚS A ver… ¿qué es lo que tienes?
RAQUEL Una sábana, la sábana santa.
JESÚS ¿Cómo va a ser santa una sábana, Raquel? Te pueden haber timado. ¿Traes contigo esa tela?
RAQUEL ¡Cómo la voy a traer! Está en Italia, en Turín, resguardada en una urna bajo siete llaves.
JESÚS Pero, ¿de dónde has sacado esa historia?
RAQUEL Los sindonólogos, expertos en sábanas, llamaron a la emisora y me dijeron que usted se quedaría sin argumentos. Hay mucha expectativa por lo que pueda decirnos en la entrevista de hoy. Por eso, lo traje a este lugar. Entre tanta gente podrá hablar con libertad…
JESÚS Si no te explicas mejor… pensaré que has perdido la razón.
RAQUEL Al morir, a usted lo envolvieron en un sudario, ¿no?
JESÚS No puedo saberlo…
RAQUEL Pues bien, esa mortaja apareció milagrosamente siglos después y en ella estaba fotografiado su cuerpo. Como con esta cámara, fíjese…
JESÚS No puede ser. En mi tiempo no había esos inventos.
RAQUEL Ahí está el milagro. Su cuerpo quedó como fotografiado por la fuerza luminosa de su resurrección. Al salir usted de la mortaja, su cuerpo quedó impreso en la sábana. A ver, ¡desmienta esa prueba!
JESÚS Paz, Raquel, tranquilízate…
RAQUEL ¡Una llamada!… ¿Sí, aló?
ESLAVA Aquí habla Juan Eslava Galán, desde España. Soy un especialista en el fraude de la sábana santa. He investigado todo lo que hay en torno a esa ridícula reliquia.
RAQUEL ¿Fraude, estafa?
ESLAVA La sábana santa es un pedazo de tela en la que un timador del siglo 14 estampó el dibujo de un cadáver diciendo que era el sudario que envolvió a Jesucristo. El tipo ya conocía los principios de la fotografía y logró el efecto de un negativo. Pero como el montaje no le salió tan bien, resultó un hombre de dos metros con brazos que le llegan más allá de las rodillas. Creo que Jesucristo no es deforme ni tan alto, ¿verdad?
RAQUEL No, es de mi estatura…
ESLAVA Ese estafador vendió la tela como reliquia y ahora la iglesia católica la vende como la prueba de la resurrección de Cristo.
RAQUEL Tenemos otra llamada…
SEÑORA Lo que dice ese Galán no me convence. El santo sudario ha sido probado no sólo como verídico, sino como tridimensional, nada menos que por la NASA, la agencia espacial de Estados Unidos, ¿qué más pruebas quiere?
RAQUEL ¿Qué responde, señor Eslava Galán?
ESLAVA Siento decepcionar a la señora, pero unos diez años después de ese experimento, tan discutible, que se hizo con un aparato de la NASA, nada menos que el Vaticano ordenó hacerle a la sábana la prueba de radiocarbono. 21 investigadores de tres laboratorios especializados comprobaron que ese sudario es del siglo 14. Y Jesús murió en el siglo primero.
SEÑORA ¡Ese Galán quiere confundir a los creyentes, el estafador es él!
ESLAVA Tranquila, señora, cada quien sabe lo que lleva en su mortaja.
SEÑORA ¡La sabana santa es la prueba más irrefutable de la resurrección de Jesucristo!
RAQUEL Pues, entonces, preguntemos al mismo Jesucristo. ¿Usted qué piensa de la sábana?
JESÚS Raquel, ¿no es muy poco azul para tanto cielo? ¿Cómo un trapo, una tela, una sábana, va a ser prueba de la vida?
SEÑORA ¡Jesucristo también está mintiendo, porque él sabe muy bien que ésa fue su mortaja!… ¡Ahora mismo voy a llamar al padre Loring para que demuestre la sábana y hasta la almohada!
RAQUEL Mientras sigue la polémica, sigan ustedes en nuestra sintonía. Desde una cafetería cercana al Santo Sepulcro. Raquel Pérez, Emisoras Latinas.
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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
NOTAS
El negocio de las reliquias
En el Antiguo Testamento, el libro de los Números (19,11-16) ordena no tocar cadáveres y rechazar cualquier objeto que haya estado en contacto con ellos. Por estas tradiciones derivadas de su origen judío y en sus comienzos, el cristianismo no veneró, ni siquiera valoró, las reliquias. Pero a partir del siglo III, cuando el cristianismo se convirtió en religión oficial en todo el imperio romano, esto cambió drásticamente, ya que griegos y romanos no tenían esta norma religiosa.
A finales del siglo IV ya habían aparecido las primeras reliquias de Cristo: astillas y trozos de la cruz, de dudosa autenticidad, dado el tiempo transcurrido desde la crucifixión de Jesús. Fue Elena, la madre del emperador Constantino, la que empezó a traer a Roma “reliquias” que había encontrado en sus viajes por Palestina. Desde entonces, el culto a las reliquias fue en aumento. Hábiles comerciantes captaron lo lucrativo del negocio de compraventa de reliquias y se dedicaron a falsificar todo tipo de objetos “sagrados”. En el siglo VI no existía iglesia, por humilde que fuera, que no contara con sus propias reliquias: huesos, dientes o pelos de “santos y santas”, trozos de tela de sus vestidos, cualquier objeto que hubiera estado en contacto con sus cuerpos vivos o muertos. Las más valiosas eran, naturalmente, las reliquias de María y de Jesús.
Fetichismo mágico, historias inverosímiles
El fetichismo mágico de las reliquias, alentado por la jerarquía eclesiástica, que obtenía de él buenos dividendos, tanto espirituales como dinerarios, fue en aumento hasta transformarse en obsesión. Hasta tal punto que a veces la codicia de una reliquia justificó extorsiones, asesinatos y hasta guerras. Las Cruzadas descargaron sobre Occidente un aluvión de reliquias, la inmensa
mayoría de ellas falsas, especialmente las pertenecientes a los tres primeros siglos del cristianismo. La inflación alcanzó sus máximas cotas en los siglos XIV y XV, cuando la industria de fabricación de reliquias daba trabajo a algunos reputados talleres del mundo mediterráneo oriental. El mercado nunca se saturó, sino todo lo contrario: la demanda se mantenía por encima de la oferta. Por espacio de varios siglos, potentados, santuarios e iglesias rivalizaron en la posesión de reliquias.
Este es el análisis que hace el historiador y filólogo español Juan Eslava Galán en su muy documentado libro “El fraude de la Sábana Santa y las reliquias de Cristo” (Editorial Planeta, 2004), que recoge historias de las reliquias más inverosímiles (gotas de leche de la Virgen, plumas y huevos del Espíritu Santo, varias cabezas de Juan Bautista…) y hasta grotescas. Tal vez la que con más exactitud merezca este calificativo es el prepucio de Jesús, conservado como reliquia y venerado en al menos tres lugares de Europa en el siglo XIV.
La sábana: la “prueba”
La más famosa de las reliquias de Cristo, por la publicidad que le ha dado y le sigue dando la jerarquía católica, es la Sábana Santa o Santo Sudario, que se guarda en la capilla real de la Catedral de San Juan Bautista, en Turín, Italia. Es una pieza de lino de 4 metros 32 centímetros de largo y 1 metro y 10 centímetros de ancho, en la que se aprecian manchas que dibujan el cuerpo de un hombre, visto de frente y de espaldas. Durante cinco siglos esta tela estuvo guardada en Turín, como una más de las muchas “mortajas de Cristo” que se veneraban como reliquias por toda Europa. Fue hasta 1898 que empezó a convertirse en “la única y verdadera”.
En ocasión de una exposición organizada por el Vaticano en Turín, fue tal la afluencia de gente que llegó a ver la tela que el obispo de Turín decidió construirle la fama que hoy tiene. El primer paso fue “demostrar” que las manchas de la sábana eran una “fotografía” del cadáver de Jesucristo. Después divulgó la idea de que la “fotografía” la había producido la especial energía divina desplegada por Cristo al resucitar. La sábana se fue convirtiendo desde entonces en la prueba “científica” de la resurrección de Cristo y, por tanto, de la supremacía de la religión católica sobre todas las demás. Para divulgar este “prodigio” surgió en la iglesia católica una nueva “ciencia”: la sindonología (estudio de la sábana), que cuenta con expertos en varios países, libros y publicaciones en distintos idiomas y congresos y simposios periódicos en importantes ciudades del mundo.
La sábana: una estafa
La prueba de carbono 14 que se le realizó a la sábana “santa” en 1988 por 21 especialistas de l laboratorios de Oxford, Zurich y Tucson, supervisados por el British Museum de Londres, demostró que su tejido de lino data de un lapso de tiempo que va entre el año 1260 y 1390, fechas que concuerdan con el tiempo en que se conoce, por la historia, que esta reliquia fue donada a una iglesia de París. El informe de los tres laboratorios, que usaron técnicas diferentes y obtuvieron resultados similares, fue publicado por la prestigiosa revista científica “Nature” en su número del 16 de febrero de 1989. La prueba de radio-carbono se realizó en 1988 a solicitud del Vaticano, después que en 1977 dos jóvenes físicos habían sobredimensionado el prodigio del sudario. Ambos aplicaron ocasionalmente a unas diapositivas de la sábana un nuevo analizador de imágenes desarrollado por la NASA, agencia espacial de Estados Unidos. El potente aparato les devolvía la imagen plana en tres dimensiones. A partir de este superficial y ocasional experimento realizado por estos dos físicos, se dedujo que el “hombre” de la sábana tenía relieve. Esto alimentó aún más la imaginación de los sindonólogos en torno a la prueba “científica” de la resurrección de Jesús que la tela aportaba. Sin embargo, los análisis de radiocarbono, al demostrar que la tela es del siglo XIV, volvieron a poner seriedad y sentido común en el debate. A pesar de esto, se sigue divulgando la idea de que “la NASA probó la autenticidad del milagro que representa la sábana”.
La sábana es una estafa, como han sido estafas la mayoría de las reliquias que circularon en Europa durante siglos. El “pintor” que la fabricó usó un procedimiento ciertamente muy original al imprimir en la tela, chamuscándola, un verdadero “negativo”. Cuando aún no se había inventado la fotografía, aquel hombre debió haber conocido ya sus principios. Pero el negativo que logró no fue perfecto: el “hombre” del sudario tiene brazos extremadamente largos, estirados por el “protofotógrafo” para que cubriera con ellos sus genitales ―el pudor era esencial en la religiosidad políticamente correcta en aquella época― y la cabeza y la cara aparecen desproporcionadamente nítidas con respecto a como se ve el cuerpo. Estos dos aspectos del negativo resultan especialmente sospechosos: los judíos enterraban a sus muertos envolviéndolos en sudarios, pero con los brazos cruzados sobre el pecho; y el negativo del rostro y del pelo del “hombre de la sábana” no hacen el contraste de color que haría un rostro verdadero en un verdadero negativo.
Juan Eslava Galán
Juan Eslava Galán participa en el programa por su investigación para desmontar la santidad de esta famosa sábana. Su libro es fundamental para reflexionar en serio sobre la falsedad de ésta y de otras reliquias. Entrando en Internet con “sábana santa” se puede encontrar abundante literatura a favor y en contra. Mientras seguirá la polémica, no deja de resultar llamativo, hasta escandaloso la publicidad desmesurada que la iglesia católica le da a esta reliquia, reduciendo así la fe en la resurrección de Jesús a un grosero materialismo. Tiene razón Jesus cuando le dice a Raquel: ¿No es muy poco azul para tanto cielo? ¿Cómo un trapo va a ser prueba de la vida?