Con la caída de Jerusalén en el año 70, solo quedaron vivas las comunidades cristianas fundadas por el apóstol Pablo en las ciudades griegas y romanas por donde tanto viajó y predicó.

Estas comunidades alimentaron su fe con las visitas y las cartas enviadas por Pablo, cartas escritas varias décadas antes que los evangelios. Estas comunidades no conocieron de Jesús de Nazaret, de sus palabras y sus obras, prácticamente nada.

Y el problema, como bien dice el teólogo José María Castillo, es que Pablo tampoco conoció a Jesús, nunca lo oyó hablar, no descubrió el rostro de Dios, el abbá misericordioso y sanador que hace salir el sol sobre buenos y malos. Pablo, fariseo hijo de fariseos, predicó un Señor glorificado, divinizado, a partir de una experiencia personal en su camino a Damasco. Pero ese “Señor” predicado por Pablo seguía siendo el mismo Yavé intolerante que ordenó a Abraham matar a su hijo. La teología paulina está atravesada por una visión sacrificial y sangrienta que nada tiene que ver con el mensaje de Jesús de Nazaret. El Reino de Dios, reino de justicia para los pobres y las pobres, desaparece en las cartas de Pablo.

Esto es un problema gravísimo porque las iglesias cristianas se han fundamentado históricamente, y todavía hoy, más en la teología intolerante de Pablo que en la buena noticia del Evangelio de Jesús.

Además de intolerante, Pablo, como buen fariseo, fue misógino, homofóbico y promotor de una fe resignada ante las autoridades, incluso esclavistas. Para Pablo, lo importante era el más allá, la gloria futura prometida a quienes renunciaban a sus pecados, no el dolor ni la enfermedad ni la pobreza del más acá. Si Jesús hubiera leído las cartas de Pablo, con seguridad se habría espantado y rechazado la tergiversación completa de su mensaje hecha por el llamado “apóstol de los gentiles”.

Con esta serie queremos poner un granito de mostaza para ayudar a reflexionar sobre esta esquizofrenia teológica. El formato elegido son debates imaginarios entre Pablo de Tarso, quien inventó a Cristo, y María Magdalena, la compañera de Jesús, la que lo conoció. Un periodista de Emisoras Latinas conducirá los debates e invitará a la audiencia a tomar posición frente a los argumentos siempre polémicos que aparecen en los mismos.

Las ideas fundamentales de la serie están tomadas de teólogos de reconocida autoridad como José María Castillo, Lesley Hazleton, Juan Arias, entre otros.