SILBATO Y TARJETA ROJA

Una metodología curiosa y eficaz contra los machistas callejeros.

En Matagalpa, Nicaragua, hay un grupo de mujeres feministas conocido como Las Venancias.

Como el machismo en el país es exagerado, estas compañeras inventaron un truco bien pícaro. Salen a la calle y llevan escondido un silbato y una tarjeta roja, como las que usan los árbitros en los partidos de fútbol. Una venancia está caminando tranquilamente cuando…

―¡Qué buenota estás, chavala, te comería sin cuchillo ni tenedor! ―se le cruza un hombre baboso.

De inmediato, la venancia toca el silbato con toda su fuerza. Parece una alerta de policía. Los transeúntes se acercan a ver qué está pasando.

―¿Qué le ha pasado, chavala? ―dice una señora sorprendida.
―Ese hombre, sí, ése mismo, me ha dicho una grosería. ¿Qué le hecho yo a él para que me insulte?
―No sea exagerada, chinita ―se defiende el hombre señalado―. Fue un piropo. ¿O es que ya no se puede ya ser amable con ustedes?
―Ningún piropo ―responde la venancia―. Es una vulgaridad. Usted es un machista. Y por eso le sacamos tarjeta roja. ¿No están de acuerdo, ustedes, vecinos y vecinas?

A veces, el público reunido aplaude a la valiente muchacha. A veces, el machista sale corriendo para que no se sigan burlando de él. Siempre es un momento de concientización.

Las Venancias llevan más de 20 años trabajando por los derechos de las mujeres en la región norte de Nicaragua. Eligieron su nombre en honor a María Venancia Hernández, una campesina que luchó por defender su tierra y fue ultrajada por la Guardia Nacional durante la dictadura somocista.

Las Venancias dictan talleres y charlas, realizan campañas educativas para que las mujeres conozcan cómo ejercer sus derechos y vivir libres de violencia. Una campaña muy exitosa para prevenir el embarazo adolescente tuvo como lema “Antes de cargar con otros, hacete cargo de vos”.

Las Venancias tienen un programa radial, La Hora Lila, de gran audiencia. Salen a las calles con marchas, festivales y plantones afuera de los juzgados en demanda de justicia. Animan sus protestas al son de tambores. Y suenan silbatos de policía contra los machistas tan groseros como cobardes.