37- ¿PERSONALIDAD DE JESÚS?

RAQUEL La unidad móvil de Emisoras Latinas se desplaza ahora al sur, a Qumram. Un paisaje desolador nos envuelve, con el Mar Muerto a nuestras espaldas. Hemos recorrido las ruinas del legendario monasterio de los esenios, monjes contemporáneos de Jesús de Nazaret. Usted, Jesucristo, según nos explicó, no estuvo aquí.

JESÚS No, ya te dije que aquí sólo llegaban los hijos de algunas familias de Judea. Además, te confieso, a mí no me hubiera gustado este ambiente.

RAQUEL ¿Por la soledad, por el silencio?

JESÚS Y por estar aislado de la gente.

RAQUEL Juan el Bautista sí estuvo aquí, ¿verdad?

JESÚS Él sí. Después se separó de los esenios y se fue a predicar al desierto. Juan era un profeta como los de antes. Ayunaba, vestía con pelos de camello, comía grillos.

RAQUEL ¿Usted no ayunaba?

JESÚS No, yo no. Y eso escandalizó a muchos. Mis paisanos eran como niños malcriados. Nunca estaban conformes.

RAQUEL ¿Por qué dice eso?

JESÚS Porque de Juan, que no comía ni bebía vino, dijeron: Tiene un demonio. Y de mí, que andaba metido entre la gente, decían: Es comilón y borracho.

RAQUEL ¿A usted le gustaba comer?

JESÚS ¿Comer? Claro que sí. ¿A quién no?

RAQUEL Pero tendría algunas comidas prohibidas…

JESÚS Ninguna. Yo siempre dije que lo que ensucia no es lo que entra por la boca sino la palabra que por ella sale. Ninguna comida está prohibida por Dios.

RAQUEL ¿Tampoco el cerdo? ¿Qué piensa de la comida kosher?

JESÚS No sé cuál será ésa… Pero pienso que todos los animales son criaturas de Dios. Todos.

RAQUEL ¿Y el vino….? ¿También le gustaba el vino?

JESÚS Nunca acabé como Noé bajo la parra, pero… el vino de Galilea es muy sabroso. ¿No lo has probado todavía?

RAQUEL Seguro que ese fue el vino que corrió en abundancia en aquellas bodas de Caná…

JESÚS Ah, aquellas bodas fueron maravillosas. Cuando había boda, las fiestas duraban siete días. Ahí bebíamos, cantábamos, bailábamos…

RAQUEL ¿Usted también bailaba?

JESÚS Claro que sí. Todos mis hermanos éramos buenos para el baile. Mi madre también.

RAQUEL Si yo le preguntara qué es lo que más le gusta hacer, ¿qué me diría?

JESÚS Conversar. Siempre me gustó hablar, platicar. Por eso, estas soledades, estos silencios… Desde niño me gustó contar cuentos. Las adivinanzas se me daban todavía mejor. ¿En qué se parece el Reino de Dios a un grano de mostaza? Y los chistes. ¿Sabes aquel del judío avaro?

RAQUEL Lo del grano de mostaza me lo sé… pero… off the record… ¿Cómo es ése del judío avaro?

JESÚS Pues mira. Resulta que estaba un judío rezándole a Dios. Señor, le dice, ¿qué son para ti cien mil años? ¿Cien mil años?, dice Dios. Lo mismo que un minuto. Señor, vuelve a rezar el judío, ¿qué son para ti cien mil monedas de oro? ¿Cien mil monedas de oro?, dice Dios. Lo mismo que un céntimo. Entonces, Señor, dice el judío, te lo pido, dame un céntimo. Y Dios le responde: Concedido. Espera un minuto.

RAQUEL ¡Qué risa!… Ejem… Continuemos nuestra entrevista. Hablábamos de los esenios que habitaron en este monasterio. Vivían solos, aislados, ayunando, buscando a Dios… En la actualidad, miles de seguidores suyos, religiosos, monjes y monjas, hacen lo mismo. Pero, oyéndolo hablar, me pregunto si fue usted quien les aconsejó huir del mundo….

JESÚS Mi consejo ahora es que vayamos a beber algo. Huyamos de este calor, ¿verdad? A lo mejor hasta encontramos un poco de vino en aquellas tiendas. Ven, vamos, Raquel… Me sé otros chistes que te van a hacer reír…

RAQUEL Amigas, amigos, la pregunta sobre monjas y religiosos queda pendiente para la próxima entrevista. Desde Qumram, y divisando las soledades del Mar Muerto, Raquel Pérez, Emisoras Latinas.

————————-

Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS

Poco sabemos

Es sorprendente lo poco que les preocupó a quienes escribieron los evangelios describirnos la personalidad de Jesús. Tenemos que imaginar cómo era sicológicamente a partir de los escasos datos que nos dieron de su actuar y hablar. Como profeta que era, Jesús debió estar dotado de una personalidad apasionada y sensible ante el sufrimiento humano y ante las injusticias que veía en su sociedad. Debió ser impaciente, ardiente, con gran capacidad para las relaciones humanas y con la fuerza de una palabra poética y llena de convicción.

Jesús no fue esenio

Los esenios fueron una secta judía surgida unos 200 años antes de Jesús, fundada por sacerdotes del Templo de Jerusalén, críticos de la corrupción reinante en el Templo. Jesús los conoció. Hay indicios de que Juan el Bautista tuvo relación con ellos y hasta que perteneció a su comunidad. Se ha especulado que Jesús también. Sin embargo, la disciplina esenia ―silencio, rechazo de las mujeres en la comunidad, ayuno, abstinencia de comer cualquier tipo de carne y continuas abluciones rituales― no tienen nada que ver con lo que Jesús practicaba y predicaba. Los evangelios han dejado constancia: por asistir a reuniones y fiestas, y estar siempre entre la “gentuza”, Jesús fue acusado por sus enemigos de ser “comilón y borracho” (Mateo 11,19;
Lucas 7,34).

El ayuno que Dios quiere

En el pueblo de Israel el ayuno era una forma de humillación del hombre ante Dios. Se practicaba para dar más eficacia a la oración, en momentos de peligro o de prueba. Había días de ayuno, en los que la ley religiosa determinaba que todo el pueblo debía abstenerse de comer, en recuerdo de grandes calamidades nacionales o para implorar la ayuda divina. También se podía ayunar por devoción personal. En tiempos de Jesús, se daba mucha importancia religiosa a esta práctica. Los fariseos tenían costumbre de ayunar dos veces por semana. Por sus orígenes esenios, Juan el Bautista promovería seguramente entre sus discípulos la práctica del ayuno.

Como otras prácticas religiosas, el ayuno fue criticado duramente por los profetas de Israel. Había llegado a convertirse en una especie de chantaje espiritual con el que los hombres injustos pensaban ganarse el favor de Dios, olvidando lo esencial de la religión: la justicia. Los profetas dejaron bien claro cuál era el ayuno que Dios quiere: liberar a los oprimidos, compartir el pan, abrir las puertas de las cárceles (Isaías 58,1-12). Jesús no ayunó ni aconsejó el ayuno. Ninguna de las prácticas tradicionales de penitencia (ayunos, abstinencias, flagelaciones, castigos corporales) que practican los cristianos tiene su origen en consejos o prácticas de Jesús de Nazaret. Más bien, todas estas prácticas contradicen su mensaje y algunas fueron descalificadas por él mismo.

Comer o no comer cerdo

El cerdo fue domesticado por los seres humanos hace unos 5 mil años. La prohibición de comer carne de cerdo aparece tanto en la Biblia como en el Corán. Hasta hoy, judíos practicantes e islámicos no comen cerdo, entendiéndolo como una norma religiosa. El antropólogo Marvin Harris explica los tabúes de las sociedades humanas como “adaptaciones” al ambiente en que se desarrollan. Desde esta perspectiva, considera que, como en Israel la crianza del cerdo se veía limitada por el clima, muy caliente, resultaba mucho más rentable criar ovejas o cabras. Estima que de ahí habría surgido este tabú.

Para entender esta tradición, una de las hipótesis más recientes y sorprendentes la aporta el arqueólogo judío Israel Finkelstein, director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, cuando explica que el pueblo de Israel jamás estuvo en Egipto y nunca conquistó ninguna “tierra prometida”. Y eso, porque siempre vivió en esa tierra y fue allí, y con el paso del tiempo, que fue conformándose como pueblo con una identidad propia. Según Finkelstein, aquellos proto-israelitas fueron el único pueblo de esa zona que no comía cerdo, a pesar de que el cerdo sí se criaba en aquellas tierras. La prueba de que no lo comían es que nunca en ninguno de los poblados originarios se han exhumado huesos de cerdo. Cuando se le pregunta a Finkelstein la razón de por qué no comían la carne de este animal responde: “No lo sabemos. Quizá los proto-israelitas dejaron de comer cerdo porque sus adversarios lo hacían en profusión y ellos querían ser diferentes. La prohibición bíblica es posterior, aparece 500 años después. Por eso, cuando los judíos actuales observan esa prohibición, no hacen más que perpetuar la práctica más antigua de la cultura de su pueblo, verificada hoy por la arqueología.”

Lo puro y lo impuro, el agua y el vino

La mayoría de las religiones antiguas consideraron que en el mundo hay personas, cosas o acciones impuras y, como contrapartida, personas, cosas o acciones puras. Unas y otras “contagian”. Esa impureza no tiene nada que ver con la suciedad exterior. Ni la pureza con la limpieza. Tampoco tiene que ver con lo moral, “lo bueno” o “lo malo”. Lo “impuro” es lo que está cargado de fuerzas peligrosas y desconocidas y lo “puro” es lo que tiene poderes positivos. Quien se acerca a lo impuro, no puede acercarse a Dios. La pureza-impureza es una idea esencialmente “religiosa”. Desde muy antiguo, la religión de Israel había asimilado esta forma de pensamiento y existían multitud de leyes para resguardarse de la impureza referidas a la sexualidad (la menstruación y la blenorragia eran formas de impureza); a la muerte (un cadáver era impuro); a algunas enfermedades (la lepra, la locura hacían impuros a quienes las padecían); a algunos alimentos y animales (el buitre, la lechuza, el cerdo eran, entre otros muchos, animales impuros). La mayoría de estas leyes se conservan en el libro del Levítico.

A medida que el pueblo fue evolucionando de una religión mágica a una religión de responsabilidades personales, estas ideas fueron cayendo en desuso. Sin embargo, en tiempos de Jesús algunos grupos las observaban escrupulosamente, y de ahí los prolongados y minuciosos lavatorios o purificaciones con agua para hacerse agradables a Dios. Ni Jesús ni los de su movimiento practicaron estos rituales con agua. (Mateo 15,1-20). Jesús los cuestionó e hizo ostentación de no practicarlos. El “milagro” de las bodas de Caná también puede leerse como un símbolo del rechazo de Jesús a estas creencias: el agua, símbolo de las interminables purificaciones que ordenaban las leyes judías y que hacían de la religión un estricto cumplimiento de normas externas, Jesús la transforma en vino, símbolo de fiesta y de alegría. Y por eso, símbolo de libertad.

Una religión de alegría

A menudo se relaciona la religiosidad con la solemnidad y con la seriedad. La risa no tiene entrada en la casa del Dios de muchos cristianos. En la catequesis de hace años se decía que sabíamos que Jesús había llorado porque así consta en los evangelios: lloró al entrar en Jerusalén, al final de su vida, y ante la tumba de su amigo Lázaro en Betania. Y se decía que no había reído, porque en ningún relato de los evangelios aparecía así, riendo. Es una conclusión insostenible. Toda persona humana ríe. La risa, el humor, es señal de sabiduría. Y Jesús fue un ser humano sabio. Hay grupos evangélicos que consideran pecado los bailes, las fiestas, la bebida… Y Jesús fue a bodas, tomó vino, comió de todo, no participó de los puritanismos y ritualismos de los religiosos de su tiempo. Y comparó siempre el final de la historia con un gran banquete. Con la alegría de una gran fiesta.