45- ¿EXISTE EL DIABLO?

RAQUEL Amigas y amigos de Emisoras Latinas, en nuestra anterior entrevista, Jesucristo afirmó que el infierno ni existe ni existió nunca. Hemos recibido cientos de llamadas y correos electrónicos. Nuestra web registra miles de visitas. Mucha gente está atónita con estas declaraciones. Por ejemplo, tengo aquí el mensaje de una amiga radioescucha. Ella pregunta: si no existe el infierno, ¿dónde vive el diablo? Usted, Jesucristo, ¿qué le responde?

JESÚS Yo pienso que la respuesta cae por su peso, como los higos maduros. En ninguna parte.

RAQUEL ¿Cómo que en ninguna parte?

JESÚS El infierno no existe y el diablo tampoco.

RAQUEL Un momento, un momento… Imagino que están llamando nuestros oyentes más estupefactos aún… Voy a apagar mis celulares. Veamos… Usted dice que el diablo tampoco existe… pero usted habló muchas veces de él.

JESÚS Sí, es cierto.

RAQUEL Entonces, ¿usted cree en el diablo?

JESÚS Creía.

RAQUEL ¿Cómo que creía? ¿Puede explicarse mejor?

JESÚS Como todos mis paisanos, yo creía en el Diablo. Eso nos habían enseñado. También creíamos que la tierra era plana y que el Sol daba vueltas alrededor de ella. ¡Y mira qué equivocados estábamos!

RAQUEL Pero usted mismo fue tentado por el Diablo en el desierto, ¡y hasta habló con él! ¿O ya no se acuerda? “Di que estas piedras se conviertan en pan”. Y usted le respondió. Y luego, el Diablo lo llevó al pináculo del templo para que se tirara de allá arriba y los ángeles lo salvaran…

JESÚS El pináculo es ése que se ve allí… Fíjate…

RAQUEL ¿Aquél?

JESÚS Sí… ¿Ves?

RAQUEL Nuestra unidad móvil continúa en el Valle de la Gehenna y, efectivamente, desde acá podemos ver el pináculo, la punta más alta de las antiguas murallas de Jerusalén, a donde el Diablo llevó a Jesucristo para que se arrojara desde allí…

JESÚS En realidad, yo nunca subí ahí, Raquel. ¿No lo habrá inventado algún evangelista? ¿No será otra de esas comparaciones?

RAQUEL ¿Usted nunca subió al pináculo del Templo?

JESÚS No. Además, tengo vértigo, me hubiera caído…

RAQUEL Volvamos con el diablo. Usted dice que no existe, pero en la Biblia aparece por todas partes. Lo llaman Satanás, Lucifer, Belcebú, el Ángel Caído, el Adversario, la Serpiente Antigua, el Maligno, el Príncipe de las Tinieblas…

JESÚS En la Biblia y seguramente en otros libros antiguos… Yo pienso que casi todos los pueblos han creído en un espíritu del mal, un tentador… ¿Y sabes por qué?

RAQUEL Porque habrán sentido su maligna presencia de alguna forma…

JESÚS No, porque así le podemos echar la culpa a él de lo que hacemos nosotros. Decimos: el diablo me tentó y no pude resistir, el diablo se me metió en el cuerpo… El diablo eres tú cuando haces una diablura. Yo pienso que cada quien debe hacerse cargo de sus obras.

RAQUEL Tenemos una llamada… ¿Aló?

HOMBRE ¡Ese tipo que está hablando en su emisora es un charlatán, un impostor!… ¡Un poseso, está poseído por el demonio!

RAQUEL ¿Alguna reacción a esta llamada, Jesucristo?

JESÚS No, ninguna… Eso ya me lo decían en mi tiempo… que estaba endemoniado… Déjalo…

RAQUEL Las llamadas continúan… ¿Podremos seguir conversando sobre este tema tan polémico?

JESÚS Claro que sí, pero en otro lugar, Raquel. En este valle hace tanto calor… puff… que voy a acabar creyendo de nuevo en el infierno…

RAQUEL Pues busquemos una sombra lejos de aquí. Dejando atrás el valle de la Gehenna, en Jerusalén, Raquel Pérez, Emisoras Latinas.

——————————–

Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS

Tentado por el diablo

En tres de los cuatro evangelios (Mateo 4,1-11; Marcos 1,12-13; Lucas 4,1-13) aparece el relato de Jesús pasando 40 días en el desierto, donde es tentado por el diablo. Se trata de un relato totalmente simbólico. El pueblo de Israel creía que el desierto era un terreno maldito por Dios ―por eso sus tierras eran estériles―, donde sólo podían vivir animales salvajes y demonios. Era también un lugar peligroso, donde el ser humano era puesto a prueba y podía sucumbir a la tentación. Durante 40 años el pueblo había peregrinado por el desierto, superando prueba tras prueba hasta llegar a la Tierra Prometida. Este es el marco simbólico donde entender el relato de los evangelios. La cultura religiosa y el estilo literario del tiempo en que se escribieron obligaba a emplear en el relato a un Tentador personificando la tentación. Las pruebas a las que someterá a Jesús son también simbólicas. Las tres aparecen ya en la narración del peregrinaje del pueblo hebreo por el desierto (Deuteronomio 8,3; 6,16; 6,13). El pueblo cayó en la tentación de la desconfianza, de la acumulación y de la arrogancia. Jesús se mantuvo fiel. Los evangelistas querían expresar en este contraste que en la historia personal de Jesús se rescataba la historia colectiva de su pueblo.

“El Diablo existe”

La Biblia está llena de alusiones al Diablo y a la variedad de títulos con que se le nombra. Como todos sus contemporáneos, Jesús habló del diablo y creyó en su existencia. Pero esa creencia no fue ni mucho menos el centro de su mensaje, apenas resultaba un “elemento de contraste” para la buena noticia que predicaba y que es lo esencial de su mensaje: la existencia de un Dios bueno en el que se puede tener una confianza ilimitada, y la superación del miedo como camino de “salvación”.

Todos los pueblos han creído y siguen creyendo en la existencia del Diablo y, en muchos casos, creen también en un séquito de diablos a su servicio. En el cristianismo, la existencia del Diablo fue establecida en el cuarto Concilio de Letrán (1215). Es una creencia que la iglesia católica y las iglesias protestantes mantienen hasta el día de hoy. En 1974 el Papa Pablo VI afirmó: El demonio existe, pero no sólo como símbolo del mal, sino como realidad física. Al año siguiente, y ante crecientes corrientes teológicas que “ponían en su lugar” simbólico esta creencia ancestral, el Papa Pablo VI afirmó: Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a reconocer su existencia; o quien la explica como una pseudorealidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias.

Otra teología: el Diablo es un mito

Son numerosos los teólogos católicos y protestantes que han cuestionado la existencia del Diablo con una sólida argumentación. Entre ellos destaca el sacerdote católico y profesor universitario alemán Herbert Hagg, especialista en Antiguo Testamento. Apasionado por “construir puentes entre el mensaje bíblico y la gente de hoy”, escribió un libro fundamental sobre este tema, “El Diablo. Su existencia como problema” (Editorial Herder, 1978), donde reduce a mito el relato del “ángel caído” y promueve una visión teológica donde la culpa y el miedo son vistos desde otra perspectiva más constructiva y transformadora. Haag también documenta en su libro los horrendos frutos históricos que la “fe en el diablo” ha dejado a lo largo de la historia de la Humanidad, y especialmente a lo largo de la historia del cristianismo.

Jóvenes satánicos

Actualmente se habla con frecuencia de grupos juveniles “dañinos” por ser “satánicos”. Pandilleros que se tatúan con imágenes “diabólicas”, grafittis que aparecen en las paredes con referencias al Diablo, y grupos musicales que producen música “satánica”. Un ejemplo de esta música lo encontramos en una de las canciones del grupo de reggaeton y hip hop de Puerto Rico “Calle 13”, que lanzó su primer disco en 2005 y que alcanzó una inmediata popularidad entre la juventud latinoamericana. El estribillo de esta melodía que llaman “tango” dice: Todos los groseros / a bailar encima de lava volcánica / súbele el volumen a la música satánica / vamos a quemarnos en el fuego con el diablo / residente el máximo exponente del pecado… Y concluye: Siento un dolor / muy dentro de mi corazón / si amarte es un pecado / yo me quedo pues en el infierno / junto a vos / Mi pobre hija / se van a quemar juntos en el infierno. Grupos religiosos que aun hoy siguen sembrando el miedo al infierno como mecanismo de control de las conciencias y siguen presentando al Diablo como un ser real, temible y peligroso, repudian esta música, alertan contra ella y la consideran una prueba evidente del poder diabólico en nuestro mundo y en nuestro tiempo. Quien siembra miedo, recoge miedo. Pero en ocasiones, quien siembra miedo recoge resistencia. Tras estas expresiones culturales juveniles aparecen, aun inconscientemente, señales de rebeldía y de firme rechazo a estas ideas no por antiguas y arraigadas menos absurdas y anticristianas.