50- ¿HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE?

RAQUEL Desde Nazaret, Emisoras Latinas, cubriendo la segunda venida de Jesucristo a la tierra. Sus opiniones despiertan un creciente interés en nuestra audiencia. Cada día nos llegan nuevas preguntas para que se las hagamos a usted, Jesucristo.

JESÚS Adelante, Raquel. Las preguntas que haz de hacer, hazlas.

RAQUEL Veamos ésta… Varios oyentes quieren saber si sus apóstoles estaban o no estaban casados…

JESÚS Que yo recuerde, todos estaban casados, todos tenían mujer y tenían hijos… No sé si algunos se habrían casado más de una vez… Los hombres se casaban muy jóvenes y si enviudaban se volvían a casar…

RAQUEL ¿Y si se divorciaban?… ¡No, claro, no se podían divorciar!

JESÚS Claro que podían. En mi tiempo, la ley religiosa permitía el divorcio.

RAQUEL Entonces, ¿usted fue el que cambió esa ley, prohibió el divorcio y estableció que el matrimonio es indisoluble, para toda la vida? Usted dijo: “hasta que la muerte los separe”.

JESÚS ¿Cómo dices que yo dije?

RAQUEL “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”.

JESÚS No, te equivocas. Lo que yo dije fue: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el varón”. Yo no estaba contra el divorcio, yo estaba contra eso que el otro día tú llamaste…

RAQUEL ¿Machismo?

JESÚS Eso. En mi tiempo los hombres eran… eran un imperio. Repudiaban a sus mujeres por cualquier motivo. Si la mujer les quemaba las lentejas, si salía a la calle sin su permiso, si hablaba con el vecino, se divorciaban… Y una mujer repudiada, sola, sufría mucho, le costaba ganarse el pan, la apartaban… Yo no estaba contra el divorcio, ¡yo estaba contra el machismo!

RAQUEL Entonces, ¿usted estaría de acuerdo en que si una pareja tiene conflictos, conflictos graves se entiende, esa pareja se puede divorciar?

JESÚS Sí. Pero el divorcio no lo puede decidir el varón por su capricho.

RAQUEL Ni la mujer tampoco…

JESÚS Por supuesto que no. Entre los dos deben conversar y entre los dos decidir. Si ven que no pueden, que ya no son felices, mejor que se separen.

RAQUEL Y después del divorcio, ¿estaría usted de acuerdo en que vuelvan a casarse?

JESÚS ¿Por qué no? La vida sigue. Dios es vida.

RAQUEL ¿Y los hijos? ¿No es terrible para los hijos quedarse sin padre o sin madre porque decidieron divorciarse?

JESÚS Sí, es terrible. Pero yo creo que sería peor ver pleitos, odio y malos ejemplos en la casa, ¿no te parece?

RAQUEL Y… y una mujer que recibe golpes, maltratos, ¿qué debe hacer? ¿Poner la otra mejilla? ¿Rezar para que el hombre cambie? ¿Aguantar para salvar su matrimonio?

JESÚS No, salvarse ella. Esa mujer debe salir, irse, y no volver la vista atrás.

RAQUEL Le confieso, Jesucristo, que siento un gran alivio. Como algo personal, le diré que yo tuve un marido… insoportable, maltratador. Tuve que separarme. Creo que muchas de nuestras oyentes también se sentirán aliviadas.

JESÚS Y por eso entenderán lo que digo. No te imaginas lo que le costó entender todo esto a Santiago y a Juan y a Andrés… Y Pedro, el peor de todos… ¡por algo lo llamé así, Piedra!… Terco, aferrado a sus ideas, un gran machista.

RAQUEL ¿Será por eso que el Papa de Roma, que dice ser el heredero de Pedro, es tan duro de mente con las mujeres? ¿Qué piensan ustedes, amigos y, sobre todo, amigas de Emisoras Latinas? Nuestros teléfonos quedan abiertos. También estamos en www.emisoraslatinas.net. Soy Raquel Pérez, desde Nazaret.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS

Un matrimonio muy desigual

Las leyes y costumbres sobre el matrimonio en el tiempo y el país de Jesús eran muy inequitativas y llevaban el sello del machismo de una sociedad eminentemente patriarcal. Hasta los doce años, la niña estaba bajo el poder del padre. A partir de esa edad ya se podía casar. Su padre determinaba generalmente con quién. El matrimonio consistía en el traspaso formal de la joven del poder del padre al poder del esposo. Ya casada, la mujer tenía derecho a ser sostenida por su marido, pero los derechos del esposo eran superiores. La mujer estaba obligada a cumplir con todas las labores domésticas y a obedecer al esposo con una sumisión entendida como un deber religioso. El marido tenía dos derechos que desbalanceaban totalmente la inexistente equidad conyugal: el derecho a tener tantas amantes como quisiera si podía mantenerlas y el derecho al divorcio, que dependía exclusivamente de su voluntad.

Causales de divorcio en tiempos de Jesús

En Israel existían leyes de divorcio y se practicaba el divorcio. Pero como la separación dependía de la decisión unilateral del hombre, se había llegado a una situación muy injusta para la mujer. La Ley de Moisés permitía repudiar a la esposa (Deuteronomio 24,1). En tiempos de Jesús lo que estaba en cuestión eran las razones para repudiarla, los motivos legales para el divorcio. Había dos corrientes en la interpretación de la ley. Para unos, sólo graves causas ―el adulterio principalmente― justificaban que un hombre se divorciara de su mujer. Para otros, bastaban razones nimias: que la mujer hubiera quemado la comida o que pasara demasiado tiempo en la calle hablando con las vecinas. En la práctica, esta corriente terminó imponiéndose. Para colmo, así como el marido decidía el divorcio, la mujer necesitaba de la autorización de su ex-marido para volver a casarse. La mujer repudiada quedaba en una total situación de abandono. Regresaba a la sociedad con pésima fama y escasas oportunidades de sobrevivir sin depender de un hombre.

No contra el divorcio, sino contra el machismo

La frase de Jesús Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre (Mateo 19,3-12) no enuncia un principio abstracto sobre la indisolubilidad del matrimonio. “El hombre” debe leerse como “el varón”. Jesús hizo una denuncia muy concreta de la arbitrariedad machista: que no separe “el varón” lo que Dios unió. Que la familia no quede al capricho del varón, que por la intransigencia del marido no quede desamparada la mujer. Frente a la maraña de interpretaciones legales que existían en Israel sobre el divorcio, y que favorecían siempre al esposo, Jesús volvió a los orígenes: recordó que al principio Dios hizo al hombre y a la mujer a imagen suya, iguales en dignidad, en derechos y en oportunidades. Jesús no habló contra el divorcio, habló contra el machismo.

Indisoluble… pero anulable

La iglesia católica considera “indisoluble” todo matrimonio celebrado en el rito católico, interpretando la frase de Jesús en el evangelio de Mateo como una prohibición y condena del divorcio. El Código Canónico de la iglesia católica establece que quien se haya casado por la iglesia y se divorcie por la vía civil no sólo no puede volver a casarse en ceremonia católica, sino tampoco puede recibir la comunión en la misa, pues vive en pecado. En 2002, el Papa Juan Pablo II insistió en esta doctrina: Considerar la indisolubilidad no como una norma jurídica natural, sino como un simple ideal, desvirtúa el sentido de la inequívoca declaración de Jesucristo, que rechazó absolutamente el divorcio, porque “al principio no fue así” (Mateo 19, 8). Sin embargo, para el Vaticano los matrimonios indisolubles sí son anulables. Las sentencias de anulación las otorga el Tribunal de la Rota, uno de los más antiguos del mundo, que lleva este nombre por la sala circular en la que históricamente inició sus trabajos en el siglo XIV. La anulación significa jurídicamente que el matrimonio “nunca existió”. Quienes piden la anulación alegan diversas causas: que se realizó bajo violencia, miedo o “temor reverencial a los padres”, que el cónyuge era impotente y el matrimonio “no se consumó”, que uno de los cónyuges es homosexual, que existe disparidad de cultos entre los esposos, que las nupcias se celebraron sin testigos o ante un sacerdote no autorizado, que el consentimiento fue insuficientemente demostrado, que uno de los cónyuges ocultó que no deseaba tener hijos, que la cónyuge ocultó que no era virgen a un cónyuge que sólo se hubiera casado si ella lo era… Últimamente, se ha introducido como causal a las suegras: demostrando la excesiva dependencia de la madre de uno de los cónyuges el tribunal anula el matrimonio. En realidad, con cualquier causa se puede conseguir la nulidad.

La Santa Sede afirma que las “causas rotales” son gratuitas en un 85% de los casos, siempre que se verifique “la indigencia” de las partes. Resulta difícil de creer que un indigente llegue hasta tan alto tribunal. Se calcula que el costo promedio de una anulación es de 2 mil 500 euros para el abogado, 260 euros para el fiscal, más otros gastos. Los procesos duran unos dos años. El objetivo principal de quienes solicitan la nulidad es poder volver a casarse en una ceremonia católica, siempre un rito más vistoso y reconocido socialmente. Durante el año 2006 la Rota romana emitió 172 sentencias definitivas referidas a causas de nulidad matrimonial: 96 de nulidad y 76 en favor del vínculo. En febrero de 2007 se informaba de 1 mil 679 casos pendientes de sentencia en ese Tribunal.