88- ¿EL JUICIO FINAL?
RAQUEL Emisoras Latinas ha trasladado sus micrófonos al valle del Cedrón, junto a las murallas orientales de la antigua Jerusalén. Nos explicaba Jesucristo que sus contemporáneos creían que aquí se celebraría el juicio final.
JESÚS Y parece que muchos lo siguen creyendo, Raquel. Mira cuántos sepulcros… Seguro se entierran aquí para estar en primera fila cuando llegue la hora.
RAQUEL ¡El juicio final!… Realizamos una encuesta callejera con esta única pregunta: ¿Qué haría usted si hoy sonaran las trompetas del juicio final?
BEATA Yo pagué el diezmo y ayuné tres veces por mes. Estoy lista para cuando Dios quiera.
HOMBRE Yo confesé a Cristo. Y San Pablo dice: Quien confiese al Señor será salvo. ¡Estoy salvo, gloria a Dios, aleluya!
MUJER La verdad es que yo no estoy preparada para ese juicio. Desde hace cuarenta años no piso una iglesia…
HOMBRE ¡Alabao, caballero, si oigo esa trompeta, yo me cago!
ANCIANA No creo tener problemas porque guardo diez indulgencias plenarias.
HOMBRE ¡Ni un día dejé de leer la Biblia! Como hay lugar para 144 mil, confío en que me den la visa de entrada…
RAQUEL En esta ocasión, Emisoras Latinas hizo un esfuerzo especial y nuestros corresponsales obtuvieron también respuestas en países no cristianos.
JESÚS ¿Y qué dijeron en esos países?
RAQUEL Los musulmanes hablaron de sus peregrinaciones a la Meca, los judíos del sábado y de la comida kosher. Los hindúes cantándole a Vishnú. Los budistas no se pronunciaron. Los más tranquilos, los chinos. Dicen que el siglo 21 será de ellos y que el mundo no se acabará tan pronto… ¿Tienen razón los chinos? ¿Qué dice usted, Jesucristo? ¿Cuándo será el juicio final?
JESÚS Realmente, yo no sé…
RAQUEL ¿Usted no sabe cuándo?
JESÚS No, no sabemos el día ni la hora.
RAQUEL ¿Es top secret, información confidencial, y no la quiere compartir con nuestra audiencia?
JESÚS Mis paisanos no conocían de esas encuestas, como las que has hecho, pero la gente también se preguntaba cuándo sería el final…
RAQUEL ¿Y usted qué les dijo?
JESÚS Lo mismo que te digo ahora: que no sabemos el día, pero hay que estar preparados…Yo no dije cuándo iríamos a juicio, pero sí lo que nos preguntará el juez en ese tribunal.
RAQUEL ¿Nos podría adelantar algo del contenido del interrogatorio?
JESÚS Ese día, en ese juicio, Dios nos preguntará si dimos de comer a quien tenía hambre, si dimos de beber a quien tenía sed, si vestimos al desnudo, si acompañamos al triste. Dios querrá saber dónde estuvo nuestro tesoro: si el dinero nos importó más que la gente, si ante el dinero nos postramos como si fuera un dios. Ese día nos examinarán sobre el amor.
RAQUEL ¿Ni una pregunta sobre sacrificios, oraciones, cultos, peregrinaciones, promesas, diezmos, dogmas?
JESÚS No, nada de eso contará ese día.
RAQUEL ¿Y todo lo que se hizo en el nombre de Yahvéh, de Cristo, de Jehová, de Alá, de Vishnú, de Shiva…?
JESÚS Nada de eso contará. Ese día el nombre de Dios será Justicia.
RAQUEL ¿Y después del juicio? ¿Será, entonces, cuando se acabe el mundo? ¿Sonará, entonces, la séptima trompeta, la última, la del Apocalipsis?
JESÚS A cada día le basta lo suyo, Raquel. Mejor tocamos mañana esa trompeta.
RAQUEL Pues… ¡espere mañana… el fin del mundo! Desde el valle del Cedrón, junto a las murallas de Jerusalén, Raquel Pérez, Emisoras Latinas.
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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.
NOTAS
En primera fila
La tradición de Israel situó en el valle de Josafat el lugar donde se celebraría el Juicio Final (Joel 4,2 y 12). Se trataba de un lugar simbólico y no geográfico. Unos 400 años después de Jesús se comenzó a identificar este valle simbólico con el valle del Cedrón, que separa el Monte de los Olivos de la zona este de Jerusalén. Basados en esa tradición, generaciones de israelitas se han hecho enterrar en el valle del Cedrón. Actualmente, esta zona, que rodea las murallas de Jerusalén, es un extenso cementerio. Innumerables sepulcros se orientan hacia las puertas de la ciudad santa. Allí, los fieles judíos, esperan estar en primera fila el día del Juicio Final.
Un mensaje central
El “interrogatorio” de Dios que se desprende del mensaje en que Jesús habla del Juicio Final aparece en el evangelio de Mateo (25,31-46) y es central para entender el contenido del proyecto de Jesús, la propuesta del movimiento que él lideró: Jesús no propuso otra religión con otros ritos, oraciones, sacrificios y promesas, administrada por una jerarquía. Proclamó que Dios sólo quería una ética de las relaciones humanas basadas en la inclusión, la equidad, la compasión, la sensibilidad por las necesidades de nuestros semejantes. Santiago, quien dirigió la comunidad de Jerusalén, después del asesinato de Jesús, tenía bien claro que esta solidaridad era lo central en el movimiento que había encabezado su hermano Jesús. Y escribió así: ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el alimento necesario, les dice: “Vayan en paz, caliéntense y coman”, y no les da lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada de las obras, está completamente muerta. (Santiago 2,14-17).
Al atardecer de la vida nos examinarán sobre el amor, así lo expresó siglos después de Jesús y de Santiago el místico y poeta español Juan de la Cruz. Y así lo formulaba en el siglo XX el pensador ruso Nicolas Berdiaev: Mi propia hambre podría ser un problema material, pero el hambre de los demás es un problema espiritual, porque es un problema de solidaridad.
No es paternalismo, es compromiso social y político
El “amor”, la “solidaridad espiritual” no es paternalismo, no es limosna ni caridades ni asistencialismo. Aunque Jesús lo expresó en el lenguaje de los profetas, que clamaban que Dios quería “misericordia y no sacrificios” y el catecismo habló de lo que conocemos como “obras de misericordia” (dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, etc.), la propuesta de Jesús va más allá de actitudes individuales. Es todo un proyecto de vida que tiene consecuencias colectivas y políticas, dadas las gravísimas desigualdades de poder que hoy atraviesan nuestro mundo, ahondando abismos cada vez más profundos. Dar de comer significa hoy organizar modelos de desarrollo que permitan a todos y a todas comer. Dar de beber significa hoy cuidar las fuentes de agua y preservarlas de la irracional contaminación que provocan las empresas irresponsables. Vestir al desnudo significa hoy garantizar que quienes en las maquilas del mundo fabrican la ropa con la que nos vestimos tengan salarios justos y condiciones de trabajo dignos.