CADA JERGA EN SU FORMATO
¿Cómo habla la juventud en tu ciudad, en tu país? ¿Cómo hablas tú? ¿Podemos hablar así por radio?
Broder, pana, bacán, chévere, carnal… y sigue una lista interminables de palabras y modismos y expresiones juveniles.
¿Qué hacemos con ellas? ¿Las sacamos al aire o las sacamos del aire? ¿Está bien o mal que los locutores y locutoras las empleen en sus programas?
Antes de responder a esta pregunta, digamos que un idioma no es un fósil, no está preso en un diccionario, no es un conjunto de normas dictadas por la Real Academia de la Lengua.
Un idioma es un ser vivo y, como tal, tiene apetito. Busca palabras, digiere expresiones, intercambia vocabulario con otras lenguas, inventa formas novedosas de decir lo mismo de otra manera.
¿Y nuestra cultura? Afirmar nuestra identidad no es negar ni mantenernos aislados de otras identidades. Defender nuestro patrimonio cultural no nos impide establecer "matrimonios culturales".
Dicho esto, volvamos a la radio. El lenguaje de un programa radiofónico depende, básicamente, de su audiencia. En una revista dedicada a adultos mayores, no los saludaremos diciendo: "¿Cómo la están pasando, broderazos, super-carcamalas, gente cool?"
Pero en un espacio juvenil es normal y conveniente que los animadores utilicen todos los dicharachos del público al que se dirigen, de su gallada, de su mancha, de su tribu. Un programa de radio es, ante todo, un espejo de la vida. No hay que asustarse de anglicismos o neologismos. Naturalmente, las groserías y chabacanadas las dejaremos fuera (por ética y por estética).
Entonces, cada cosa en su lugar y cada jerga en su formato. ¿Ok, baby?