HABLAR CON EL CUERPO

Radioclip en texto sin audio grabado.

La gesticulación es la mejor ayuda para la modulación.

Cuando instalaron los primeros teléfonos en Sicilia, todos los moradores se congregaron ante el nuevo aparato para aprender cómo funcionaba:

—Atiendan — dijo el técnico —. Con la izquierda toman el auricular, con la derecha marcan los numeritos. Y listo, ya pueden hablar.
—¿Hablar? — preguntó un campesino siciliano—. ¿Y con qué manos?

Esta historia del teléfono vale también para la radio. Frente al micrófono, hay que emplear todo el cuerpo. Porque los seres humanos hablamos no solamente con la lengua. Utilizamos los brazos, las manos, los ojos, para expresarnos mejor.

No cruces los brazos ni los escondas detrás o bajo la mesa. Al cabo de un rato, estarás locutando con desánimo. Aprovecha todos tus músculos, especialmente los de la cara, para darle fuerza a tus palabras. Igual que subrayamos una frase importante cuando leemos un libro, aprendamos a resaltar determinadas palabras con el tono dinámico de la voz y el apoyo de las manos.

Cuando entramos a una cabina de radio, antes de atender a las voces de los locutores, nos fijamos en sus manos. Al locutor de oficio se le reconoce enseguida por sus gestos, por las muecas de su cara, el brillo de sus ojos, su posición dinámica. Mueve todo el cuerpo, pero mantén la cabeza en dirección al micrófono para no salirse de plano.

Si grabas de pie, no te apoyes sobre un pie ni te recuestes sobre la pared. Párate firme, con una posición corporal enérgica.

Obviamente, si no tienes convicción, de nada sirve la gesticulación. El buen tono para hablar por radio es hijo tanto de la motivación del espíritu como de la expresión corporal.

Aquí vale lo del huevo y la gallina, quién viene primero. Porque la convicción interior nos hace mover los brazos, enarcar las cejas, alzar el dedo que acusa y cerrar el puño que afirma. Y a su vez, la gesticulación exterior va produciendo en nosotros una actitud más convencida y, por ello, más convincente.

La gesticulación, ciertamente, es un asunto cultural. La expresión corporal de un guatemalteco o de un andino es mucho más retraída que la de un brasileiro o de un argentino. Que cada uno hable a su estilo, claro que sí, pero desarrollando al máximo las posibilidades de su cuerpo.

Imagen de Ahmud Sharara en Pixabay