LA HISTORIA DE UNA TIERRA QUE UN DÍA COMPRÓ LA GUERRA (II)

Radioclip en texto sin audio grabado.

Segunda parte de la historia de la Guerra de la Triple Alianza. [Primera parte]

LIBRETO

NARRADOR Y sucedió que aquel país verde, muy verde, bordeado por un manso río azul, entró en guerra con sus países vecinos…

GENERAL ¡Firmes!

EFECTO TROPA

GENERAL ¡Soldados! Ha llegado el momento de mostrar el verdadero patriotismo. Ha sonado la hora del honor. Lucharemos para mantener incólumes los destinos de esta tierra predestinada que nos vio nacer y que tal vez ahora nos vea morir. Pero nos verá morir con el uniforme puesto. Porque han de saber ustedes que los hombres se dividen en dos clases, sólo en dos: los soldados… y los maricones.

Ahora bien, el deber del buen soldado es acabar con el enemigo. Matar al enemigo. Ustedes dirán: ¿y quién es el enemigo? ¿Dónde está?… Los que rodean nuestro país, esos son nuestros enemigos. Antes pensamos ingenuamente que eran nuestros vecinos. Ahora sabemos que son nuestros enemigos. Enemigos que con ideas foráneas atentan contra la idiosincrasia nacional. Pero también ahora, gracias a nuestros aliados, estamos en capacidad de derrotarlos, de acribillarlos en el campo del honor, en aquellas trincheras donde ofrendaremos generosamente nuestra sangre como verdaderos hijos de la patria. Vayan, pues, mis soldados, vayan a las trincheras, a la línea de fuego y… ¡buena muerte!… digo, ¡buena suerte!

CONTROL MARCHA MILITAR

GENERAL ¡Adelante, soldados, la victoria es nuestra!

EFECTO AMETRALLADORAS

GENERAL ¡Ni un paso atrás, mis hombres, ni un paso atrás!… ¡Es un honor inmolarse en el altar de la patria!

CONTROL MARCHA MILITAR FUNDE CON CLARÍN DE DUELO

NARRADOR Fue triste aquello. Cayeron miles de hombres de un lado y de otro. Cayeron tantos hombres y fueron tantas las viudas y los huérfanos que nadie quedó para celebrar el fin de la guerra ni la victoria…

GENERAL Señor presidente, misión cumplida. El enemigo está aniquilado.

PRESIDENTE General, no comprendo cómo usted está vivo todavía…

GENERAL Todos mis soldados han muerto. Sólo he quedado yo para venir a decirle que hemos ganado la guerra.

PRESIDENTE Sí, general, hemos ganado la guerra. Pero hemos perdido la paz. Estamos arruinados. Nuestros hombres diezmados, la agricultura arrasada, el ganado, los telares, las fábricas… todo ha sido destruido. No hay futuro para nuestro pobre pueblo.

MERCADER (LLEGANDO) ¡Claro que lo hay!… No sea tan pesimista, señor presidente. General, mis congratulaciones, ha sido una linda guerra.

PRESIDENTE Otra vez usted… ¿Qué quiere ahora?

MERCADER Ayudarle, mi querido presidente. Ayudarle, como siempre.

PRESIDENTE Estamos arruinados. El país ha gastado sus mejores hombres y sus mejores recursos en esta guerra.

MERCADER Para eso estamos nosotros, señor presidente. Tenemos un plan de préstamos para países pobres. Préstamos con intereses blandos para la reconstrucción nacional. Nuestra nación es generosa y ha dispuesto de un fondo para asistir a los países que, como el suyo, han sabido defender el sistema democrático y los valores de la civilización occidental. En fin díganos solamente la cantidad que desea solicitar a nuestros bancos. Por cierto, me supongo que tendrán que reponer todo el material de guerra. Le diré que tenemos unos modelitos nuevos de misiles tierra-aire que le encantarán, estoy seguro… Y son ya una necesidad para la defensa nacional.

PRESIDENTE La única cosa que necesita nuestro pueblo, lo que queda del pueblo, es curar a sus heridos y llorar a sus muertos.

MERCADER Sí, pero después de llorar, tendrán apetito. Necesitarán víveres, alimentos enlatados, vestidos, ropa de verano, abrigos de invierno, ¿no es cierto, señor predidente?

PRESIDENTE Sí, me supongo que sí.

MERCADER Pues todo eso está incluido en los préstamos. Y ya que estamos “prestándonos” servicios, usted debe autorizar la apertura de las aduanas de su país para poder servirle mejor y más baratas nuestras manufacturas… ¿de acuerdo, señor presidente? En el género de cueros, podemos venderle zapatos, correas, cinturones con hebilla y sin hebilla, billeteras, carteras, todo muy bien curtido… ¿de acuerdo, señor presidente? Hablemos también de cristalería y porcelana. Platos, vajillas, vasos, copas de brindis, elegantísimos floreros…

NARRADOR Y dicen que aquel país verde, muy verde, bordeado por un manso río azul, se fue volviendo gris como el plomo de sus arsenales. Se fue volviendo amarillo, como el hambre de sus hijos. Y negro, negro y triste, como los muertos de la guerra.

CONTROL MÚSICA TRISTE

LOCUTORA Hace unos 120 años, Brasil, Uruguay y Argentina se aliaron contra el Paraguay. Los banqueros ingleses alentaron y financiaron esta guerra en la que el Paraguay perdió la mitad de su población y quedó totalmente arruinado. Brasil, Uruguay y Argentina también tuvieron que hipotecar su economía a Inglaterra. Los ambiciosos mercaderes ingleses fueron los verdaderos vencedores de aquella guerra entre países hermanos.

Lo mismo pasó en la guerra del Pacífico. Chile se enfrentó a Bolivia y al Perú. Pero quien ganó, nuevamente, fue Inglaterra, que se quedó con el control de la enorme riqueza salitrera de aquella zona. Hace apenas 50 años estalló la guerra del Chaco. Los soldados paraguayos y bolivianos murieron sin saber que estaban sirviendo a los intereses económicos de dos grandes multinacionales, la Standard Oil y la Shell, que se disputaban el petróleo de aquella región.

La guerra es un gran negocio para los países ricos. Ellos son los que fabrican y venden armas. Cuando terminan las guerras, el negocio es todavía mayor. Ellos son los que controlan los préstamos, los que fijan los precios del mercado, los que vuelven a equipar a los ejércitos.

El mundo gasta en armas, diariamente, la increíble cantidad de mil 400 millones de dólares. También cada día, el mundo ve morir de hambre a 70 mil personas. Un millón de dólares, en armas, por minuto. 50 muertos de hambre, también por minuto.

América Latina participa en esta carrera de muerte con diez mil millones de dólares al año. Con esos diez mil millones que nuestros gobiernos gastan en material de guerra, podríamos haber construido en este año dos millones de casas, o 20 mil escuelas, o mil hospitales. Con ese dinero su hubieran podido fertilizar cinco millones de hectáreas de tierra que alimentarían a 35 millones de nuestros hermanos desnutridos.

La comida, la vivienda, la salud de los más pobres, se malgasta diariamente en pólvora y metralla. Y así no puede ser.

Primera parte

BIBLIOGRAFÍA

  • DISCOGRAFÍA: José María Romero, Un paisano me contó, SECOP, Quito 1982.
  • Imagen de: Wikipedia.