LA REVOLUCIÓN DE LOS #43

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“Quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas”, consigna de las marchas a favor de la presentación de los estudiantes de Ayotzinapa.

MATANZA EN IGUALA: “YA ME CANSÉ”*

*Texto tomado de: La Línea de Fuego(enlace) E. Schamis.
08 Noviembre 2014
El País

Con esa frase dio por terminada su rueda de prensa el Procurador General de la República de México, cargo equivalente a ministro de Justicia en muchos otros países. En esa conferencia acababa de informar el hallazgo de restos calcinados de personas jóvenes. Pendientes de reconocimiento legal, esos restos y la reconstrucción de los hechos delictivos indicarían que se trata de los 43 estudiantes secuestrados y desaparecidos en Iguala el 26 de septiembre.

El eufemismo “desaparición” en toda su crueldad: fueron asesinados, incinerados y descuartizados. Sus huesos quebrados fueron arrojados a un río. México y el mundo lo sabían antes de escuchar la versión oficial. La frase del Procurador General es elocuente, concluyente: la ley se cansó. Si “fue el Estado”, como clama la consigna que aglutinó y movilizó a la sociedad desde septiembre, es porque al mismo tiempo “no hay Estado”. Está cansado.

Las palabras elegidas y el lenguaje corporal del Procurador revelan la inexistencia de ese Estado, paradójicamente reconocido por el mismísimo Estado. Retratan la irrealidad en la que vive el Gobierno mexicano. El Estado se diluye, desaparece—y no es eufemismo—si la cadena de la responsabilidad legal y política se quiebra antes de llegar a la cima de esa pirámide imaginaria que denominamos estructura de poder. Eso pretende hacer el Gobierno, desarmar la cadena sin pagar el precio político de hacerlo.

El eufemismo “desaparición” en toda su crueldad: fueron asesinados, ejecutados, incinerados y descuartizados

La cadena de la responsabilidad, sin embargo, siempre termina en el Gobierno federal. Lo que ocurre en Iguala es responsabilidad de Los Pinos. La pérdida de esa noción cognitiva, tan fundamental para la construcción de un orden político, también es evidencia de la disolución de ese Estado. El Procurador trazó una línea, una estrategia política con la que construye una barricada conceptual. Detrás de la misma se abroquela el Gobierno federal, argumentando la no competencia. El Gobierno federal solo intervino cuando se determinó el involucramiento del crimen organizado, dijo el Procurador. Fue más lejos que eso: “Iguala no es el Estado mexicano”, afirmó de manera tajante.

Iguala es solo un ejemplo, en México y en tantos otros países de la región, de esa ilegalidad que corroe, erosiona y finalmente se apropia de porciones importantes del Estado. El Procurador mismo reconoció la existencia de colusión entre el Gobierno y la policía municipal con el cartel Guerreros Unidos. Los estudiantes habrían sido entregados por la policía municipal a los narcotraficantes. No aclaró, sin embargo, que tan alto y que tan ancho llega la penetración de los Guerreros Unidos en la estructura del Estado de Guerrero. En otras palabras, no queda claro cuál es la completa cadena de mando de la ilegalidad en ese territorio. ¿Órdenes de quién obedecían los tres supuestos asesinos confesos?

Pero Iguala también es un ejemplo de la estrategia de varios Gobiernos nacionales en una región capturada por el crimen organizado: desentenderse de la responsabilidad legal y política que les pertenece. Se trata, en definitiva, de una abdicación de su obligación de proteger a sus ciudadanos. El Procurador también usó una sugestiva metáfora para justificar ese desentendimiento. Haciendo referencia a que no tenía competencia para intervenir, afirmó que el Gobierno mexicano habría “invadido ese territorio”, ilustrando las comillas con sus dedos en forma de gancho. Desde la propia Procuraduría, nada menos, se institucionaliza la fragmentación territorial, de ahí la “invasión”.

El Gobierno mexicano sigue en su propia burbuja. Utiliza la evasión como mecanismo de defensa, psicológico y político

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*Texto tomado de: Rebelión(enlace) Ortega Font_
_Rebelión_

“Quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas”, consigna de las marchas a favor de la presentación de los estudiantes de Ayotzinapa._

El otoño representa una parte fundamental dentro de la vida, pues es la época en donde la naturaleza se prepara para el cierre de su ciclo. Así, esta estación está cargada de elementos simbólicos de gran importancia, dado a que es un momento especial en el tránsito de los procesos vitales. No es casualidad que en estas fechas celebremos a nuestros muertos, quienes representan, en lo más profundo de la tradición y sabiduría ancestral, la gracia y el regalo de renacer; la posibilidad de transitar de una fase a otra; la multidimensionalidad de la vida; la no permanencia de las cosas; la mutabilidad; la fe en la transformación y la transcendencia; la certeza de un mejor estar.

La vida no se construye de casualidades, sino de sincronicidades. El 26 de septiembre inició el otoño de los mexicanos. Como un arrebato de aliento que se dio con la caída y desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, se levantaron los otros 25 mil faltantes; la injusticia histórica; el hambre; la desolación de los más vulnerables; los campesinos sin tierra; los obreros sin trabajo; los jóvenes sin escuela; los niños de la calle; los enfermos no atendidos; las mujeres indígenas que han tenido que parir en los patios de los hospitales; las dignidades aplastadas; la no-memoria; la ruptura de la solidaridad; el colapso del Estado; la putrefacción de la de indiferencia y la indolencia.

Con la desaparición de 43 jóvenes nos llegó el otoño y con él, la revolución. La revolución del alma, de la conciencia, de la acción, del colectivo. Durante este último mes, el otoño que brotó ha tirado vendas y ha abierto ojos. Al principio unos pocos, pero hoy, todos los mexicanos estamos ciertos de que en los eventos acontecidos en Iguala, nuestra sociedad encontró su tope para dar inicio a su renacer.

En la marcha del 5 de noviembre fue aún más claro que en las del 8 y 22 de octubre. Uno a uno, más 150 mil mexicanos tomaron las calles para decirse que no estamos dispuestos a pasar por alto una arbitrariedad más… y el mundo hizo eco otra vez.

Estudiantes, amas de casa, abuelos, niños, familias, obreros, profesores, médicos, artistas, transexuales, homosexuales, profesionales de todos tipos, campesinos, cineastas, sindicatos, todos, salieron a hacer suya la lucha por Ayotzinapa, pero también, salieron a exponer sus propias reivindicaciones. La marcha del 5 de noviembre si bien estaba encabezada por los Normalistas Rurales, enarboló un clamor general por un México diferente, desde los más diversos frentes.

Ya no sólo son los estudiantes desaparecidos, es también el hambre, la falta a accesos equitativos a las oportunidades, la agresión permanente a la educación, la falta de inclusión, la carencia de políticas públicas, la ingobernabilidad, la violencia, la perdida de la paz, la desarticulación sindical, la ruptura de las instituciones, la incertidumbre, el desempleo, la crisis de las instituciones, en fin…. el Otoño Mexicano.

A medida en que los colectivos avanzaban por Reforma hasta Juárez y de ahí al Zócalo, la masa dejaba de serlo para convertirse en sociedad civil. Una sociedad civil que respondió clara y organizadamente, con una demanda concreta: sí a la política, pero no a los políticos; sí al Estado, pero no al narco-Estado; sí a la gobernabilidad, pero no a Peña Nieto y lo que representa.

Por primera vez, quizá desde 1968, se hizo evidente la urgente necesidad de transformar el pacto social; y además, de transformarlo desde abajo. A la sociedad mexicana la alcanzó su Otoño: no puede negar más su fondo y está obligada a romper la apnea que la ahoga para renacer.

Nos llegó la Revolución de los #43. Y entiéndase esta revolución como lo que es: el despertar de las conciencias, la politización de la vida pública, la socialización de la información ciudadana, la ruptura de la negativa a la movilización, el descrédito de la clase política, el fin de la complicidad con quienes nos impiden crecer, la certeza de que la respuesta está entre nosotros: la posibilidad real de un cambio que venga desde la sociedad civil.
*Texto completo en:* Rebelión(enlace)*Imagen de:*
* http://regeneracion.mx/opinion/tlatlaya-ayotzinapa-el-asesino-es-el-sistema-y-su-gobierno/
* Montecruz Foto(enlace)* Montecruz Foto(enlace)