LAS NALGAS DE DIOS

Una sugestiva leyenda africana sobre el desarrollo de la Humanidad.

NARRADOR Cuenta una leyenda africana que hace muchos, muchísimos años, los seres humanos vivían agachados, casi a cuatro patas como los animales, porque Dios llegaba muy cerca de la tierra y llenaba el Universo entero.

DIOS Yo soy Dios y estoy en todas partes. Y alimento a todas mis criaturas.

NARRADOR Los hombres y las mujeres vivían agachados, porque Dios ocupaba todo el espacio. Pero eran felices porque no conocían otra cosa y se alimentaban de Dios.

MUJER Tengo hambre.

HOMBRE Yo también.

NARRADOR Cuando sentían hambre, levantaban el brazo, daban un pellizco a la nalga de Dios, le quitaban un trozo, y se lo comían. Así vivían los hombres y las mujeres, los primeros.

CONTROL TAMBORES AFRICANOS

NARRADOR Un día, una mujer salió de su casa con la mirada fija en el suelo, porque iba agachada, y se encontró unas semillas…

MUJER ¿Qué será esto?… ¡A lo mejor se pueden comer!

NARRADOR La mujer recogió las semillas, las metió en un mortero y se puso a triturarlas…

EFECTO MORTERO

NARRADOR … con tan mala suerte que le dio un golpe con el mazo a una nalga de Dios.

DIOS ¡Caramba!

MUJER ¡Perdona, Señor, ha sido sin querer!

NARRADOR La mujer estaba confusa por el golpe que le había dado a Dios, pero éste le contestó:

DIOS No te preocupes, mujer, no ha sido nada.

NARRADOR La mujer, más tranquila, se atrevió a pedir a Dios:

MUJER ¡Señor, si te alejases un poco, no volvería a molestarte!

NARRADOR Y Dios, bondadoso y conciliador, se elevó un poco sobre la tierra, escuchando el pedido de la mujer.

MUJER TARAREA

EFECTO MORTERO

NARRADOR La mujer siguió con su labor, cada vez más absorta en ella. Cuando más entusiasmada estaba, ¡zas!, le volvió a dar otro golpe a Dios en la nalga.

DIOS ¡Otra vez!

MUJER ¡Ay, perdona, Señor, estaba distraída y se me ha escapado el mazo! No quería hacerte daño.

DIOS Mujer, no es nada, no te preocupes.

MUJER Señor, si te elevases un poco más, entonces sí que no volvería a molestarte.

DIOS Bueno, eso haré.

NARRADOR Dios se elevó otro poco y la mujer terminó de triturar sus semillas, que se habían convertido en harina.

MUJER ¡Qué sabrosa!

NARRADOR La probó y la encontró tan deliciosa que se fue en busca de otras semillas con las que pudo llenar su mortero. Enseguida se dispuso a triturarlas y su entusiasmo crecía por momentos.

EFECTO TARAREOS Y MAZO

NARRADOR Cantando y cantando, alzó el mazo al aire para marcar el ritmo y volvió a dar un golpe a Dios en su nalga.

DIOS ¡Ay!

NARRADOR La mujer se llevó tal susto que no sabía cómo reaccionar y balbuceando le dijo a Dios:

MUJER Perdona, Señor, no sé qué me pasa. Ha sido sin querer. Perdóname, no quería hacerte daño.

NARRADOR Dios no se enfadó. Su única preocupación era ver a la mujer aterrada. Pero cuando ésta recobró el ánimo se atrevió a decirle a Dios:

MUJER Señor, es que… si te elevases un poco más ya no volvería a molestarte.

DIOS Haré como tú digas.

NARRADOR Y Dios se elevó mucho, muchísmo, y se fue allí donde está ahora para no estorbar a la mujer que trituraba sus semillas.

CONTROLSICA EMOTIVA

NARRADOR Desde entonces, el mundo pudo desarrollarse: se formaron las montañas, crecieron los árboles, y los seres humanos se pusieron de pie, bien erguidos. Y Dios, que era el alimento de los hombres y las mujeres, ya no estaba sobre ellos para darles de comer. Y las mujeres y los hombres aprendieron a sembrar semillas y a vivir de su trabajo.

BIBLIOGRAFÍA
Leyenda africana.

Las imágenes:

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