LOS DOS PEORES

Inicio de las Olimpíadas. ¿Para qué sirve el deporte? ¿Para qué debería servir?

LIBRETO

LOCUTORA Nadie se enteró. Fue un partido anónimo celebrado en los picos del Himalaya en junio del 2002, el mismo día en que Brasil se impuso sobre Alemania en la final Korea-Japón. Pero de esta “otra final” nadie se enteró.

EFECTO BULLA PEQUEÑA

LOCUTORA Medían sus fuerzas las dos peores selecciones del planeta, la última y la penúltima en el ranking mundial de fútbol.

NARRADOR Entran a la cancha… ¡los jugadores de la isla de Monserrat!

EFECTO APLAUSOS

NARRADOR Y aquí está el equipo local… ¡la selección del Reino de Bhután!

EFECTO APLAUSOS

LOCUTORA El partido se jugaba en Buthán, un pequeño país asiático incrustado entre China e India, la nación más recientemente asociada a la FIFA y que ocupa el puesto 202 en la clasificación de la Federación Internacional. El último lugar, el 203, correspondía a la isla caribeña de Montserrat.

EFECTO SILBATO

NARRADOR Comienza el partido… Avanza el delantero de Bhután, nadie lo detiene… ¡goooool!

EFECTO APLAUSOS

NARRADOR Nuevamente, el delantero de Bhután se acerca al arco… ¡goooool!

EFECTO APALUSOS

NARRADOR Pelota al centro… El mismo delantero cruza la defensa, se prepara para patear… ¡goooool!

EFECTO BULLA Y RISAS

NARRADOR ¡Se acaba el partido, señoras y señores!… ¡Victoria para el equipo del Himalaya!

LOCUTORA Bhután, el equipo local, le hizo cuatro goles al equipo de Monserrat que no consiguió meter ni uno.

JOVEN (RIENDO) Es que Monserrat es una isla muy pequeñita, ¿sabe? Tenemos sólo un campo de fútbol y la erupción del volcán lo dejó cubierto de cenizas. ¡Imagínese!

CONTROL MÚSICA EMOTIVA

LOCUTORA El trofeo era una gran copa plateada, que esperaba a la orilla de la cancha. Los jugadores, ninguno famoso, lo pasaron en grande, sin más obligación que divertirse mucho. Y cuando los dos equipos terminaron el partido, la copa, que estaba pegada por la mitad, se abrió en dos y fue por los dos compartida.

EFECTO RISAS

LOCUTORA Bhután había ganado y Monserrat había perdido, pero ese detalle no tenía la menor importancia.

BIBLIOGRAFÍA

  • Eduardo Galeano, Bocas del tiempo, Ediciones del Chanchito, Montevideo 2004.
  • Imagen de: Pixabay.