MURIÓ EL SUB MARCOS

Radioclip en texto sin audio grabado.

Estamos ante un comunicado sorprendente del EZLN. Es un texto profundo, lleno de humor y sabiduría política. Es una genialidad indígena. Es una bofetada para todos los líderes que se creen imprescindibles, para los borrachitos de poder, para quienes cambian constituciones a su favor, reeligiéndose indefinidamente.

Subcomandante Marcos dice adiós al EZLN

*Artículo de:* _Excelsior.com.mx_(enlace)*ENTRE LA LUZ Y LA SOMBRA.
En La Realidad, Planeta Tierra.

Mayo del 2014.

Compañera, compañeroa, compañero:

Buenas noches, tardes, días en cualesquiera que sea su geografía, su tiempo y su modo.

Buenas madrugadas.

Quisiera pedirles a las compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta que vienen de otras partes, especialmente a los medios libres compañeros, su paciencia, tolerancia y comprensión para lo que voy a decir, porque éstas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de existir.

Me dirijo a ustedes y a quienes a través de ustedes nos escuchan y miran.

Tal vez al inicio, o en el transcurso de estas palabras vaya creciendo en su corazón la sensación de que algo está fuera de lugar, de que algo no cuadra, como si estuvieran faltando una o varias piezas para darle sentido al rompecabezas que se les va mostrando. Como que de por sí falta lo que falta.

Tal vez después, días, semanas, meses, años, décadas después se entienda lo que ahora decimos.

Mis compañeras y compañeros del EZLN en todos sus niveles no me preocupan, porque de por sí es nuestro modo acá: caminar, luchar, sabiendo siempre que siempre falta lo que falta.

Además de que, que no se ofenda nadie, la inteligencia de l@s compas zapatistas está muy por arriba del promedio.

Por lo demás, nos satisface y enorgullece que sea ante compañeras, compañeros y compañeroas, tanto del EZLN como de la Sexta, que se da a conocer esta decisión colectiva.

Y qué bueno que será por lo medios libres, alternativos, independientes, que este archipiélago de dolores, rabias y digna lucha que nos llamamos “la Sexta” tendrá conocimiento de esto que les diré, donde quiera que se encuentren.

Si a alguien más le interesa saber qué pasó este día tendrá que acudir a los medios libres para enterarse.

Va pues. Bienvenidas y bienvenidos a la realidad zapatista.

*I.- Una decisión difícil.*

Cuando irrumpimos e interrumpimos en 1994 con sangre y fuego, no iniciaba la guerra para nosotras, nosotros los zapatistas.

La guerra de arriba, con la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación, la explotación y el silencio impuestos al vencido, ya la veníamos padeciendo desde siglos antes.

Lo que para nosotros inicia en 1994 es uno de los muchos momentos de la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su mundo.

Esa guerra de resistencia que día a día se bate en las calles de cualquier rincón de los cinco continentes, en sus campos y en sus montañas.

Era y es la nuestra, como la de muchos y muchas de abajo, una guerra por la humanidad y contra el neoliberalismo.

Contra la muerte, nosotros demandamos vida.

Contra el silencio, exigimos la palabra y el respeto.

Contra el olvido, la memoria.

Contra la humillación y el desprecio, la dignidad.

Contra la opresión, la rebeldía.

Contra la esclavitud, la libertad.

Contra la imposición, la democracia.

Contra el crimen, la justicia.

¿Quién con un poco de humanidad en las venas podría o puede cuestionar esas demandas?

Y en ese entonces muchos escucharon.

La guerra que levantamos nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones atentos y generosos en geografías cercanas y alejadas.

Faltaba lo que faltaba, y falta lo que falta, pero conseguimos entonces la mirada del otro, su oído, su corazón.

Entonces nos vimos en la necesidad de responder a una pregunta decisiva:

“¿Qué sigue?”

En las tétricas cuentas de la víspera no entraba la posibilidad de plantearnos pregunta alguna. Así que esa pregunta nos llevó a otras:

¿Preparar a los que siguen en la ruta de la muerte?

¿Formar más y mejores soldados?

¿Invertir empeños en mejorar nuestra maltrecha maquinaria de guerra?

¿Simular diálogos y disposición para la paz, pero seguir preparando nuevos golpes?

¿Matar o morir como único destino?

¿O debíamos reconstruir el camino de la vida, ése que habían roto y siguen rompiendo desde arriba?

El camino no sólo de los pueblos originarios, también de trabajadores, estudiantes, maestros, jóvenes, campesinos, además de todas las diferencias que se celebran arriba, y abajo se persiguen y se castigan.

¿Debíamos inscribir nuestra sangre en el camino que otros dirigen hacia el Poder o debíamos voltear el corazón y la mirada a los que somos y a los que son lo que somos, es decir los pueblos originarios, guardianes de la tierra y la memoria?

Nadie lo escuchó entonces, pero en los primeros balbuceos que fueron nuestras palabras advertimos que nuestro dilema no estaba entre negociar o combatir, sino entre morir o vivir.

Quien hubiera advertido entonces que ese temprano dilema no era individual, tal vez hubiera entendido mejor lo que ha ocurrido en la realidad zapatista los últimos 20 años.

Pero les decía yo que nos topamos con esa pregunta y ese dilema.

Y elegimos.

Y en lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo.

En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida.

En lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo, elegimos construir la vida.

Esto en medio de una guerra que no por sorda era menos letal.

Porque, compas, una cosa es gritar “no están solos” y otra enfrentar sólo con el cuerpo una columna blindada de tropas federales, como ocurrió en la zona de Los Altos de Chiapas, y a ver si hay suerte y alguien se entera, y a ver si hay un poco más de suerte y el que se entera se indigna, y otro poco más de suerte y el que se indigna hace algo.

En el entretanto, las tanquetas son frenadas por las mujeres zapatistas, y a falta de parque fue con mentadas de madre y piedras que la serpiente de acero tuvo que echarse para atrás.

Y en la zona norte de Chiapas, padecer el nacimiento y desarrollo de las guardias blancas, recicladas entonces como paramilitares; y en la zona Tzotz Choj las agresiones continuas de organizaciones campesinas que de “independientes” a veces ni el nombre tienen; y en la zona de la Selva Tzeltal la combinación de paramilitares y contras.

Y una cosa es gritar “todos somos marcos” o “no todos somos marcos”, según el caso o cosa, y otra la persecución con toda la maquinaria de guerra, la invasión de poblados, el “peinado” de montañas, el uso de perros adiestrados, las aspas de los helicópteros artillados alborotando los copetes de las ceibas, el “vivo o muerto” que nació en los primeros días de enero de 1994 y alcanzó su nivel más histérico en 1995 y el resto del sexenio del ahora empleado de una trasnacional, y que esta zona de Selva Fronteriza padeció desde 1995 y a la que se suma después la misma secuencia de agresiones de organizaciones campesinas, uso de paramilitares, militarización, hostigamiento.

Si hay algún mito en todo esto no es el pasamontañas, sino la mentira que repiten desde esos días, incluso retomada por personas con altos estudios, de que la guerra contra los zapatistas sólo duró 12 días.

No haré un recuento detallado. Alguien con un poco de espíritu crítico y seriedad puede reconstruir la historia, y sumar y restar para sacar la cuenta, y decir si fueron y son más los reporteros que los policías y soldados; si fueron más los halagos que las amenazas e insultos, si el precio que se ponía era para ver el pasamontañas o para capturarlo “vivo o muerto”.

En esas condiciones, algunas veces sólo con nuestras fuerzas y otras con el apoyo generoso e incondicional de gente buena de todo el mundo, se fue avanzando en la construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que somos.

No es entonces una frase, afortunada o desafortunada, según se le vea desde arriba o desde abajo, la de “aquí estamos los muertos de siempre, muriendo de nuevo, pero ahora para vivir”. Es la realidad.

*Y casi 20 años después… Leer completo en: _Excelsior.com.mx_(enlace)*Imagen de:* _Excelsior.com.mx_(enlace)