POR LEY DEL MENOR ESFUERZO

Radioclip en texto sin audio grabado.

¿Conoces una fea costumbre de algunos periodistas mal llamada “redundancia”?

El oído es fugaz. Se distrae con frecuencia, se olvida, a veces confunde los datos que escucha. Las palabras, como se dice, se las lleva el viento.

Por esto, hablamos de la ley radiofónica de la redundancia. ¿En qué consiste ésta? En insistir en una idea para enfatizarla, en reiterar un argumento con palabras distintas para aclararlo.

Otra cosa muy diferente es la mala costumbre de algunos periodistas y redactoras de noticias. Van a una rueda de prensa, graban las declaraciones de un funcionario, regresan a su mesa de trabajo y arman así la nota:

La policía trasladó a prisión al ex presidente Arnoldo Alemán acusado de graves delitos de lavado de dinero y fraude. La hija de Alemán dijo que estamos viviendo en un circo político y que su padre es víctima de una persecución de los sandinistas.

(VOZ DE LA HIJA) “Estamos viviendo un circo político. Mi padre es víctima de una persecución de los sandinistas.”

La jueza Juana Méndez llegó a la hacienda de Alemán para realizar el traslado y dijo que no venía a discutir con sus partidarios ni con su familia.

(VOZ DE LA JUEZA) “Yo no vengo a discutir con sus familiares ni con nadie.”

Esta manera de redactar no se atiene a la ley de la redundancia, sino a la del menor esfuerzo. Por simple comodidad (o falta de imaginación) se repiten las mismas palabras que se escucharán a continuación. Esta torpeza mata la novedad de las declaraciones. Desplaza el protagonismo de la noticia hacia el periodista. Y suena feo.

Este mal hábito ocurre también cuando las entrevistas son montadas en estudio, cuando se producen los reportajes, en las notas ampliadas, hasta cuando tomamos una información de la televisión o de otros medios.

¿La solución? Sencillamente, encabezar la información con otros datos que no estén dichos en la declaración. O dar el contexto en que se produce.

Y si no tienes nada que añadir, limítate a presentar al declarante: “A continuación, las palabras de fulano de tal.” Mejor callado que mal redundado.

Imagen de Andrew Martin en Pixabay