17- ¿PERDIDO EN EL TEMPLO?

RAQUEL Recorremos las calles de Nazaret en compañía de Jesucristo cubriendo su segunda venida a la tierra. Para la entrevista de hoy, nuestra audiencia nos ha pedido que indaguemos en sus largos años de vida oculta…

JESÚS Pero yo nunca anduve oculto en ningún lugar… Galilea era un rincón alejado, pero todos me conocían aquí…

RAQUEL Creo que la audiencia se refiere a sus años ocultos en la India…

JESÚS ¿En la India?

RAQUEL Sí, hay quienes aseguran que usted, de jovencito, estuvo en Cachemira y que allí se formó como maestro en las sabidurías orientales…

JESÚS ¡Ésa sí que es buena!… Mira, Raquel, yo sólo llegué una vez hasta la frontera norte, a Tiro y Sidón… De muchacho, lo más lejos fue a Jerusalén, al sur, para celebrar la Pascua…

RAQUEL Sería su primer viaje a los doce años, cuando se perdió en el Templo.

JESÚS Sí, aquella vez me perdió la curiosidad… Es que para un niño galileo como yo, ver Jerusalén por primera vez fue… ¿cómo explicártelo?… Una ciudad tan grande, tanta gente, tantos edificios… ¡y el Templo!

RAQUEL El Templo de Jerusalén: una de las maravillas del mundo antiguo.

JESÚS Cuando yo vi aquella maravilla, me escapé de mis padres, entré corriendo a la explanada y me perdí entre la gente. Había grupos de muchachos escuchando a unos ancianos que contaban historias. Yo me metí en uno a ver qué aprendía… Aún me acuerdo.

RAQUEL Yo también me acuerdo.

JESÚS ¿Cómo te puedes acordar tú, Raquel?

RAQUEL Nos está hablando de esa historia tan conocida, donde usted, siendo un niño, discute de igual a igual con los doctores de la Ley.

JESÚS De igual a igual, no. Yo los estuve escuchando, hice algunas preguntas…

RAQUEL Por esa famosa historia, muchos lo consideran a usted un niño prodigio, un muchacho genial, un índigo.

JESÚS Ningún prodigio, Raquel. Yo lo que tenía era curiosidad. A esa edad, a los doce años, uno quiere conocerlo todo.

RAQUEL Y a esa edad usted ya conocía cuál sería su destino, ya tenía conciencia de lo que le esperaba.

JESÚS Aquel día lo que me esperó fue un tremendo regaño… En aquel tumulto, mis padres tardaron mucho en dar conmigo. Y cuando me encontraron… ¡hasta Nazaret aguantando la reprimenda!

RAQUEL Permítame insistirle, Jesucristo, y le pediría no esquivar la cuestión. A esa edad usted ya sabía.

JESÚS ¿Sabía qué?

RAQUEL La misión divina para la que había venido a este mundo. Usted era humano, pero también tenía una conciencia divina. Usted sabía.

JESÚS Yo sabía lo que saben los muchachos a esa edad.

RAQUEL Pero ya estaba escrito en los libros sagrados todo lo que usted iba a hacer. Usted ya sabía.

JESÚS ¿Todo lo que yo iba a hacer…? Yo no sabía nada, Raquel, ¿qué iba a saber?

RAQUEL Pero en su conciencia…

JESÚS Escucha, Raquel. Dios nos entrega a cada uno un libro con todas las páginas en blanco y lo vamos escribiendo, algunos con mejor letra, otros en renglones torcidos… En aquel primer viaje a Jerusalén, yo sólo había llenado doce páginas, las primeras de la historia de mi vida. Las otras estaban en blanco.

RAQUEL ¿Satisfecha nuestra audiencia? Me parece que no. Sospecho que a estas alturas de nuestras entrevistas tenemos más preguntas que respuestas. Así que, les prometemos nuevas entrevistas con Jesucristo. Emisoras Latinas, Raquel Pérez.
Nazaret.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS

La legendaria “vida oculta”

Como de la infancia de Jesús se sabe muy poco y de su primera juventud no se sabe nada, se han llamado “años de vida oculta” a esa etapa de su vida, dando a entender que estaba preparándose, entrenándose, para la gran misión que tendría después. El tono de “misterio” para caracterizar lo que tuvo que ser una vida cotidiana absolutamente normal y rural, sin nada maravilloso ni especial, ha dado pie a especulaciones novelescas. En el año 1976 apareció el libro “Jesús vivió y murió en Cachemira”, que se presentaba con visos de historicidad y que fue traducido enseguida a varios idiomas europeos. En él, su autor, Andreas Faber-Kaiser, sostiene, como dato “histórico”, que Jesús no murió en la cruz y que, curado de sus heridas, huyó con su madre María nada menos que hasta Cachemira, al norte de la India. Eligió ese lugar tan alejado de su patria porque allí habría pasado antes sus años de juventud, su “vida oculta”. En Cachemira habría muerto a edad avanzada. La fabulación sobre la vida oculta de Jesús, y también sobre los años conocidos de su vida, llegan al clímax en “Caballo de Troya”, saga de nueve libros del español Juan José Benítez, relatos de pura ficción que son tomados como historia por lectores incautos.

La mayoría de edad

En tiempos de Jesús, a partir de los trece años, los niños varones debían empezar a cumplir con la obligación de peregrinar a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Pero era costumbre de los israelitas del interior llevarlos desde los doce años para que se habituaran al cumplimiento del precepto que les iba a obligar desde el año siguiente. La participación en las fiestas de Pascua con todo el pueblo era una forma de consagrar la mayoría de edad del muchacho. A partir de entonces, comenzaba realmente a ser un israelita, pues se entendía que israelita era sinónimo de “el que va a Jerusalén”.

El Templo de Jerusalén

Cuando Jesús fue a Jerusalén por primera vez aún se estaba terminando de reconstruir el Templo, obra comenzada por el rey Herodes el Grande unos veinte años antes. En la construcción se emplearon materiales preciosos: mármoles amarillos, negros y blancos, piedras talladas artísticamente por grandes escultores, maderas de cedro traídas desde el Líbano para hacer laboriosos artesonados, metales preciosos: oro, plata y bronce. Por cualquier parte que uno entrara al Templo atravesaba portones recubiertos de oro y plata. En los atrios o patios que rodeaban el edificio había grandes candelabros de oro. La mayor suntuosidad estaba en el santuario, parte central del Templo. La fachada era de mármol blanco y estaba recubierta de placas de oro del grosor de una moneda de un denario. Un joven campesino quedaría deslumbrado y confundido ante tantas riquezas y tantos lujos imposibles de imaginar en su aldea.

Una personalidad esquizofrénica

La teología tradicional presenta a Jesús como una persona con una naturaleza divina y una naturaleza humana. Estas dos naturalezas habrían habilitado a Jesús para poseer una doble conciencia: como dios lo sabía todo, incluso sabía desde niño qué iba a sucederle a lo largo de su vida con todos sus detalles; y como hombre, le correspondía, como a todo ser humano, ir descubriendo y conociendo esta misión poco a poco. La propuesta dogmática es un hombre con dos conciencias, una omnisciente y otra limitada. O un dios disfrazado de hombre. O un hombre que oculta en su interior a un dios. De aceptar estas ideas, enraizadas en la filosofía aristotélica y convertidas en dogma hace siglos, la personalidad de Jesús sería la de un esquizofrénico o la de un bipolar candidato a psicópata.