93- ¿DIOS O EL DINERO?

RAQUEL Sí, un momento, por favor… No, señor, en Emisoras Latinas respetamos la libertad de opinión de todos nuestros invitados… y más aún si es Jesucristo… Uff… creo que estamos en un gran problema…

JESÚS ¿Qué está pasando, Raquel?

RAQUEL Que después del debate con el Papa, el teléfono no ha dejado de sonar… El público, es decir, una parte del público, está indignada con sus palabras. Que nos van a denunciar si no clausuramos de inmediato estos programas.

JESÚS ¿Y qué es lo que tanto les molesta?

RAQUEL Que usted ha ofendido al Santo Padre.

JESÚS ¿Yo? Ese hombre es el que ofende a los pobres. ¿Cómo puede hablar en mi nombre vestido como un emperador? Yo lo dije bien claro. No se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero.

RAQUEL Seamos razonables, Jesucristo. En el Vaticano, en las iglesias, hay pinturas, esculturas, joyas de mucho valor… son obras de arte.

JESÚS Raquel, en este viaje he visto a muchos hombres y a muchas mujeres pobres, a niñas y niños con hambre. Ellos son la mayor obra de arte… Imagen y semejanza de Dios… Todos los tesoros y las riquezas que guardan esos templos, no valen lo que uno de ellos.

RAQUEL Sí, pero…

JESÚS Tú eres madre, Raquel, ¿verdad?

RAQUEL Sí, tengo dos niños…

JESÚS Y si vieras a tus hijos pasando hambre… ¿te atreverías a ponerte anillos de oro y a vestirte con lujos y coronas?

RAQUEL Bueno, dicho así…

JESÚS Es que no hay otra forma de decirlo.

RAQUEL Está bien, pero, ¿qué pueden hacer con todo eso que tienen, venderlo?

JESÚS Que vendan, que regalen, que hagan lo que quieran. Pero en verdad te digo que esos camellos no pasarán por el ojo de la aguja.

RAQUEL Una llamada… ¿Si, aló?… ¿Pepe Rodríguez, el investigador?… Qué bien… ¿Quiere opinar sobre el reciente debate con el Papa?

PEPE Sí, Jesucristo estuvo magnífico. Y quería informarle que, además de la insensibilidad social que él señala, toda esa riqueza que vio a través de la televisión vaticana… es robada.

RAQUEL ¿Cómo robada? ¿Usted se refiere al negocio de las indulgencias que comentamos en otro programa?

PEPE No, yo me refiero a la Donación de Constantino.

RAQUEL ¿Podría explicarse mejor?

PEPE Escuche, Raquel, y que escuche también Jesucristo. Cuatro siglos después de la muerte de aquel siniestro emperador romano Constantino, la iglesia católica sacó a la luz un documento que dijo estar escrito de puño y letra por Constantino.

RAQUEL ¿Y qué decía ese documento?

PEPE Pues que el emperador le regalaba a la iglesia de Roma, en la persona del papa Silvestre, su palacio personal.

JESÚS ¿Un palacio para un representante mío?

PEPE Le regalaba también las insignias imperiales y el traje real de púrpura. Ese manto rojo que hasta hoy usan los Papas es un souvenir de Constantino.

RAQUEL Difícil de creer…

PEPE Pero ahora viene lo mejor. En el tal documento, Constantino le regalaba al Papa la ciudad de Roma, le regalaba Italia entera y las provincias occidentales del imperio, miles y miles de hectáreas, media Europa.

RAQUEL ¿Pero Constantino había firmado realmente eso?

PEPE No, la famosa Donación de Constantino era un documento falsificado por orden de otro papa, Esteban Segundo. Así fue como la iglesia romana acumuló una riqueza tan colosal que todavía hoy sigue viviendo de las rentas de aquel robo.

JESÚS No puedo creer lo que estoy escuchando…

RAQUEL Gracias, Pepe Rodríguez… Puff… Jesucristo, trato de mantener la imparcialidad periodística, pero…

JESÚS Pues yo no. Los sacerdotes de mi tiempo eran culebritas al lado de esta raza de víboras.

RAQUEL Creo que… que lo mejor es despedir el programa. Desde Jerusalén y para Emisoras Latinas, reportó Raquel Pérez.

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Otro Dios es Posible. Entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra. Una producción de María y José Ignacio López Vigil con el apoyo de Forum Syd y Christian Aid.

NOTAS
Leyenda sobre leyenda

La leyenda católica tradicional dice que, antes de la batalla que lo convirtió en Emperador romano de Occidente en el año 312, Constantino vio una cruz en el cielo como símbolo de su futura victoria y eso lo decidió a “convertirse” al cristianismo. Constantino murió en el año 337 y, aunque fue bautizado en su lecho de muerte, otra leyenda cuenta que el Papa Silvestre I lo había curado de la lepra después de su victoria bélica y que, en agradecimiento, Constantino habría dejado todo en herencia al Papado romano.

Dueños de un imperio

Cuatrocientos años después de morir Constantino, el Papa Esteban II hizo público un decreto imperial, desconocido totalmente hasta entonces, la “Donación de Constantino”, fechada el 30 de marzo del año 315. En él, el emperador “donaba” a la Iglesia de Roma una extensión colosal de territorios del Imperio, en agradecimiento al Papa Silvestre “por haberlo curado de la lepra”.
El documento era realmente una falsificación elaborada por el Papa Esteban II para forzar una alianza con Carlomagno que le sirviera para enfrentar a los longobardos, que amenazaban el poder del Papado romano. Para entonces, el imperio romano ya había caído y diversos reyes europeos se repartían sus pedazos. En una situación tan compleja y explosiva, el documento fraudulento hacía al Papa de Roma dueño de prácticamente toda Europa. La falsificación sirvió durante siglos para asentar y aceptar las bases de un poder jamás visto hasta entonces en la historia, el poder del Papado.

Donación de poder, dinero, tierras, pompa y lujo

Esto “decía” Constantino en la Donación:
Junto con todos los magistrados, con el senado y los magnates y todo el pueblo sujeto a la gloria del Imperio de Roma, Nos hemos juzgado útil que, como san Pedro ha sido elegido vicario del Hijo de Dios en la tierra, así  también los pontífices, que hacen las veces del mismo príncipe de los Apóstoles, reciban de parte nuestra y de nuestro Imperio un poder de gobierno mayor que el que posee la terrena clemencia de nuestra serenidad imperial, porque Nos deseamos que el mismo príncipe de los Apóstoles y sus vicarios nos sean seguros intercesores junto a Dios. Deseamos que la Santa Iglesia Romana sea honrada con veneración, como nuestra terrena potencia imperial, y que la sede santísima de san Pedro sea exaltada gloriosamente aún más que nuestro trono terreno, ya que Nos le damos poder, gloriosa majestad, autoridad y honor imperial. Y mandamos y decretamos que tenga la supremacía sobre las cuatro sedes eminentes de Alejandría, Antioquía, Jerusalén y Constantinopla y sobre todas las otras iglesias de Dios en toda la tierra, y que el Pontífice reinante sobre la misma y santísima Iglesia de Roma sea el más elevado en grado y primero de todos los sacerdotes de todo el mundo y decida todo lo que sea necesario al culto de Dios y a la firmeza de la fe cristiana… Hemos acordado a las iglesias de los santos Apóstoles Pedro y Pablo rentas de posesiones, para que siempre estén encendidas las luces y estén enriquecidas de formas varias; aparte, por nuestra benevolencia, con decreto de nuestra sagrada voluntad imperial hemos concedido tierras en Occidente y en Oriente, hacia el norte y hacia el sur, a saber en Judea, en Tracia, en Grecia, en Asia, en África y en Italia y en varias islas, con la condición de que sean gobernadas por nuestro santísimo padre el sumo pontífice Silvestre y de sus sucesores… Desde este momento concedemos a nuestro santo padre Silvestre, sumo pontífice y papa universal de Roma, y a todos los pontífices sucesores suyos, que hasta el fin del mundo reinen sobre la sede de san Pedro: nuestro palacio imperial de Letrán, la diadema, o sea nuestra corona, la tiara, el humeral que suelen llevar los emperadores, el manto purpúreo y la túnica escarlata y cualquier otra indumentaria imperial, la dignidad de caballeros imperiales, los cetros imperiales y todas las insignias y estandartes y los diversos ornamentos imperiales, y todas las prerrogativas de la excelencia imperial y la gloria de nuestro poder. Queremos que todos los reverendísimos sacerdotes que sirven a la misma santísima Iglesia Romana en sus diversos grados, tengan la distinción, potestad y preeminencia con las que se adorna gloriosamente nuestro ilustre Senado, es decir, que se conviertan en patricios y cónsules y sean investidos con todas las otras dignidades imperiales. Decretamos que el clero de la Santa Iglesia Romana se adorne como el ejército imperial. Y como la potencia imperial se circunda de oficiales, chambelanes, servidores y guardias de todo tipo, así también queremos que la Santa Romana Iglesia esté adornada con los mismos. Y para que resplandezca magníficamente el honor del Pontífice, decretamos asimismo lo siguiente: que el clero de la Santa Iglesia Romana adorne sus caballos con arreos y gualdrapas de lino blanco y así cabalgue. Y como nuestros senadores llevan calzados blancos de pelo de cabra, así los lleven también los sacerdotes, para que las cosas terrenas sean adornadas como las celestiales, para gloria de Dios. Además, a nuestro santísimo padre Silvestre y a sus sucesores les damos autoridad de ordenar a quien quiera que desee ser clérigo, o de agregarlo al número de los religiosos. Nadie actúe con arrogancia respecto a esto. También hemos decidido que él y sus sucesores lleven la diadema, o sea la corona de oro purísimo con gemas preciosas, que de nuestra cabeza le hemos concedido. Pero porque el mismo beatísimo Papa no quiso llevar una corona de oro sobre la corona del sacerdocio, que lleva a gloria de san Pedro, Nos con nuestras propias manos hemos puesto sobre su santa cabeza una tiara brillante de cándido esplendor, símbolo de la Resurrección del Señor y por reverencia a san Pedro le sostuvimos las riendas de su caballo, cumpliendo para él el oficio de caballerizo: establecemos que también todos sus sucesores lleven en procesión la tiara, con un honor único, como los emperadores. Y para que la dignidad pontificia no sea inferior, sino que tenga mayor gloria y potencia que la del Imperio terreno, Nos damos al mencionado santísimo pontífice nuestro Silvestre, papa universal, y dejamos y establecemos en su poder gracias a nuestro decreto imperial, como posesiones de derecho de la Santa Iglesia Romana, no solamente nuestro palacio, como ya se ha dicho, sino también la ciudad de Roma y todas las provincias, lugares y ciudades de Italia y del Occidente. Por ello, hemos considerado oportuno transferir nuestro imperio y el poder del reino hacia Oriente y fundar en la provincia de Bizancio, lugar óptimo, una
ciudad con nuestro nombre, y establecer allí nuestro gobierno, puesto que no es justo que el emperador terrenal reine allí donde el Emperador celestial ha establecido el principado de los sacerdotes y la Cabeza de la religión cristiana. Decretamos que todas estas decisiones que hemos sancionado con un sagrado decreto imperial y con otros divinos decretos, permanezcan inviolables e íntegros hasta el fin del mundo. Por consiguiente, en presencia de Dios vivo que nos ordenó reinar, y delante de su juicio tremendo, decretamos solemnemente, con este acto imperial, que a ninguno de nuestros sucesores, magnates, magistrados, senadores y súbditos que ahora, o en el futuro estuvieren sujetos al imperio, sea lícito infringir esto o alterarlo de cualquier modo. Si alguno —cosa que no creemos— despreciase o violase esto, sea alcanzado por las mismas condenas y les sean adversos, tanto ahora como en la vida futura, Pedro y Pablo, príncipes de los Apóstoles, y con el diablo y con todos los impíos sean precipitados a quemarse en lo profundo del infierno. Hemos puesto éste, nuestro decreto, con nuestra firma, sobre el venerable cuerpo de san Pedro, príncipe de los Apóstoles.

Sin arrepentimiento

El gigantesco fraude de la Donación de Constantino permitió a la iglesia católica acumular un patrimonio del que aún vive hoy. Durante siglos, este texto falsificado sirvió a los Papas para quitar y poner autoridades civiles, para anexionarse territorios y para decidir en la política de Europa. Aunque desde el año 1001 ya se había denunciado que se trataba de un documento falso, no fue hasta 1440 que Laurenzio Valla, humanista, educador y filósofo, y también secretario pontificio, descubrió detalladamente, mediante un análisis lingüístico, que se trataba de una falsificación. No publicó lo descubierto hasta 1519, cuando ya Lutero empezaba a combatir la autocracia papal en Alemania. Valla fue excomulgado. Aunque el Vaticano no reconoció el fraude hasta el siglo XIX, forzado por los cambios políticos que se daban en todo el mundo, nunca han demostrado los Papas arrepentimiento por este fraude ni mucho menos voluntad de devolver de alguna forma todo lo robado y extorsionado durante siglos por la “Donación de Constantino”.

Las riquezas vaticanas

Después de acumular propiedades y dinero y de imponer durante siglos su poder y sus leyes por toda Europa, el Papado romano perdió gran parte de sus posesiones y en el siglo XIX quedó “reducido” a lo que es hoy el Estado Vaticano, una ciudad-Estado de apenas 0.439 kilómetros cuadrados, con unos mil habitantes, siendo el Estado soberano menos extenso y menos poblado del mundo. La Basílica de San Pedro y la Plaza de San Pedro ocupan un 20% del territorio de ese Estado.

A pesar de sus pérdidas territoriales, el Vaticano es un Estado riquísimo. Pero sus propiedades, sus acciones financieras y sus negocios se mantienen siempre en secreto. Hay cálculos no comprobables sobre el patrimonio vaticano que lo fijan entre 1 mil millones y hasta en 12 mil millones de euros. Se afirma que un tercio de los edificios de Roma son aún propiedad del Vaticano, se dice que los tesoros en oro acumulados en este mini-Estado son fabulosos, de los mayores del mundo. Hay múltiples hipótesis sobre las actuales riquezas del Vaticano. La historia de dos milenios puede darnos pistas, si no sobre las riquezas actuales, sí sobre cómo se acumularon tantas riquezas.

En www.freie-christen.com/riqueza_de_la_iglesia.html aparece un documento titulado “La riqueza de la Iglesia es dinero manchado con sangre”. En él se puede encontrar mucha información útil y buena bibliografía sobre el tema. El índice del contenido ofrece un catálogo o listado para informarse e investigar más: “La riqueza del Vaticano: oro, acciones, consorcios, tierras, ciudades /
inmobiliarias. Super ricos por: esclavitud, servidumbre, bendiciones y títulos, comercio del perdón, Inquisición y quema de brujas, falsificación de documentos, herencias fraudulentas, diezmos, venta de cargos, asesinatos, ingresos laterales, prostitución, subvenciones trasquilando al pueblo”.

Poder y gloria: algunos cálculos

El investigador británico David Yallop reveló en 1984 en su libro “En el nombre de Dios” las circunstancias en las que habría sido asesinado el papa Juan Pablo I en octubre de 1978, cuando había decidido sanear el mundo financiero vaticano, que para aquella fecha estaba involucrado en todo tipo de manejos mafiosos y en operaciones fraudulentas. En 2007, Yallop publicó otro libro “El poder y la gloria”, con el objetivo de develar la personalidad del sucesor de Juan Pablo I, el Papa polaco Karol Wojtyla, y los manejos que hizo del poder pontificio. Yallop se detiene específicamente en detallar la complicidad de Wojtyla con el turbio mundo de las finanzas vaticanas. Nunca el Papa Juan Pablo II destituyó a los máximos responsables de macabros escándalos financieros y boicoteó las medidas que su antecesor había decidido. A lo largo de este libro, Yallop hace varios cálculos sobre las riquezas vaticanas. Por ejemplo, éste, al llegar Juan Pablo II al poder: En 1979, la verdadera posición financiera de la Santa Sede se hallaba dispersa en varias instituciones. Ahí estaba la Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSS), con sus secciones Ordinaria y Extraordinaria. La Sección Ordinaria guardaba la fortuna de las diversas congregaciones, tribunales y oficinas. Específicamente, poseía gran cantidad de los bienes inmuebles del papado. Tan sólo en Roma, éstos ascendían a más de 5 mil departamentos rentados. En 1979, los activos brutos de esta sección eran superiores a los 1 mil millones de dólares. La Sección Extraordinaria, el otro banco del Vaticano, era tan activa en sus especulaciones bursátiles diarias como el IOR (Instituto de Obras Religiosas, el así llamado Banco del Vaticano) controlado por Marcinkus. Se especializaba en el mercado de divisas y trabaja muy de cerca con Crédito Suisse y la Société des Banques Suisses. Sus activos brutos a fines de 1979 eran superiores a los 1,200 millones de dólares. El Banco del Vaticano, que Marcinkus dirigía, tenía activos brutos superiores a los 1 mil millones de dólares. Sus utilidades eran en 1979 superiores a los 120 millones de dólares, 85% de las cuales iban a dar directamente al papa para que los usara como mejor le pareciera. Una cifra adicional para ubicar las “fábulas” en su debido contexto: a fines de 1979, y tan sólo en Alemania Occidental, la Iglesia  católica recibía 2 mil millones de dólares del Estado como parte del impuesto eclesiástico anual. En los capítulos “El Vaticano Inc. I” y “El Vaticano Inc. II” de su libro, Yallop ofrece abundante información sobre los escándalos financieros del Banco del Vaticano y del Banco Ambrosiano –una historia que incluye suicidios, asesinatos, persecuciones judiciales, fraudes, extorsiones, calumnias, estafas y una densa maraña de corrupción– que acompañaron el pontificado de Juan Pablo II.

¿Tanta riqueza es un mito?

No existe una información transparente sobre las riquezas del Vaticano. Y sí existe una firme resistencia de las autoridades jerárquicas católicas a aceptar que esas riquezas existen. La resistencia se extiende también al debate sobre  este asunto. Ésta es, por ejemplo, la evasiva respuesta que en una página web de la cadena oficial católica de televisión EWTN se le da a una fiel católica que pregunta preocupada: “¿Con qué defiendo mi fe cuando atacan al Vaticano por
sus riquezas?” Respuesta: Los no católicos son los que menos pueden hablar, pues sus Iglesias son en su mayoría negocios familiares privados que manejan millones de dólares. Y lo mejor del caso es que no se les conoce ninguna obra de caridad en bien de nadie. La riqueza del Vaticano es uno de los mitos más extendidos por la Apostasía. El Vaticano, según la revista “National Geographic”, en su edicion especial “Inside the Vatican” en la página 67 dice que “Fortune Magazine” examinó las finanzas vaticanas (buscando poner al Papa entre los ricos del mundo) y se encontró con la sorpresa de que las finanzas vaticanas eran de 500 millones anuales para gobernar toda la Iglesia y sus instituciones. Si tienes en cuenta que el sistema de Educación del Condado Miami-Dade tiene un presupuesto anual de 5 mil millones para menos de un millón de alumnos; que el obispo protestante T.D. Jackes vive, según la revista “Evony”, en una mansion valorada en 1.7 millones de dólares y es uno de los empresarios negros más ricos de Estados Unidos; que las caridades del Papa recogen alrededor de 80 millones de dólares al año en toda la Iglesia universal y corporaciones protestantes como TBN (televisión propiedad de los Pastores Crouch) recogen en Estados Unidos en una semana de maratón más de 800 millones; que Benny Hinn, pastor protestante, vive en una casa de más de un millón de dólares y lleva un reloj Rolex valorado en 70 mil dólares…¿dónde está la riqueza de la Iglesia de un Papa que viste de blanco siempre y jamás se da lujos?

El Vaticano es rico en obras de artes, obras que son Patrimonio de la Humanidad y que la Iglesia custodia por siglos. Es rico en objetos cultuales que son para Gloria de Dios, tal como los objetos cultuales de Israel eran de metales preciosos, ¡no de dólares! Además, ¿cuántas obras de caridad mantiene la Iglesia en el mundo entero? Orfanatorios, leprosorios, escuelas, hospitales, etc. No se pueden contar. Un protestante acusó a mi hermana de las riquezas del Vaticano y ella le respondió: “Las riquezas del Vaticano se ven porque están en los altares para la Gloria de Dios, las de tu iglesia no se ven porque están en la cuenta de banco de tu pastor!” ¿No crees que es un buen argumento?”  Sin comentarios.