CLARAS, CORTAS Y CONCRETAS
Saber entrevistar es, ante todo, saber preguntar.
Saber entrevistar es, ante todo, saber preguntar. Así pues, revisemos nuestras preguntas si queremos mejorar nuestras entrevistas.
PREGUNTAS CLARAS
Una entrevista no es una tribuna para que demuestres tus conocimientos lingüísticos ni la riqueza de tu vocabulario.
— ¿Y cuáles serían los requerimientos de los hombres del agro? (1)
— ¿Qué sinergia propugna para optimizar los recursos humanos de esta comunidad? (2)
Habla normal. Aunque estés entrevistando a Stephen Hawking o al nieto de Hegel, piensa en el público que te está escuchando. Más bien, en vez de enredar la pregunta, ayuda a desenredar la respuesta (si el entrevistado o entrevistada se embrolla y emplea palabras que la audiencia media no entiende, pídele aclaración, aunque tú sepas el significado).
PREGUNTAS CORTAS
Evita la vergüenza de escuchar “repita la pregunta, por favor”. (Si te dicen esto, no eches la culpa a la ignorancia de quien entrevistas. El ignorante o la ignorante eres tú.)
— ¿Qué opinión le merece el nuevo candidato González, piensa que tiene capacidad, o no digamos capacidad, sino posibilidades reales para reorganizar el ayuntamiento, todo esto en el caso de que ganara las elecciones, qué considera usted que él, de hecho, podría cambiar en esta municipalidad y, sin ir más lejos, aquí mismo, en este barrio que próximamente va a elegir a sus representantes, qué dice usted?
A preguntas confusas y enredadas, respuestas más confusas y más enredadas aún.
PREGUNTAS CONCRETAS
Evita generalidades que desalientan al más elocuente, a la más locuaz. Cuando la pregunta abarca mucho, la respuesta, naturalmente, apretará poco.
—¿Cómo ve el progreso de la humanidad desde Adán hasta nuestros días?
(Por cierto, si a ti te hicieran esas preguntas tan amplias,¿las sabrías responder?)
Y ahora, colega, me toca entrevistarte: ¿Cómo son tus preguntas? ¿Claras, cortas y concretas?
Image by F. Muhammad from Pixabay