EL DÍA EN QUE “BOLSO-NAZI” FUE BAUTIZADO “MESSÍAS”
Católico formal, aunque evangélico por conveniencia política, Jair Bolsonaro hasta tiene un segundo nombre bíblico: Messias. El huevo de la serpiente traía en la cáscara una religiosidad a medida que ahora – acaba de comprobarse- rindió sus frutos. En mayo de 2016, el pastor y líder del Partido Social Cristiano (PSC) Everaldo Dias Pereira, lo sumergió en el río Jordán durante una visita a Israel. Antes de terminar el bautismo le preguntó: “¿Usted acredita que Jesús es hijo de Dios?”. “Acredito” respondió el diputado y militar retirado que hizo campaña basándose en su credo xenófobo, misógino, homofóbico y tan reaccionario, que podría haber sido parodiado por Charles Chaplin en su célebre “El gran dictador”. Aquella ceremonia había sido un acting memorable. El error político de sus adversarios fue haberlo subestimado cuando no superaba el dígito en la intención de voto. Tanto a él como a las poderosas agrupaciones religiosas que lo respaldan. La principal es la Iglesia Universal del Reino de Dios fundada en 1977 por dos cuñados: Edir Macedo y Romildo Ribeiro Soares. La IURD es una maquinaria poderosísima de recaudar dinero que controla la segunda cadena de televisión del país, Record. La misma que entrevistó en exclusiva al aspirante a presidente de Brasil más votado a la misma hora en que los demás candidatos debatían sus propuestas electorales por TV.
Si Bolsonaro –o Bolso-nazi, como le dicen sus detractores– llegó tan alto es porque las iglesias evangélicas jugaron un papel clave en la campaña. En el país vecino son una fuerza política respetable. Controlan una quinta parte de la Cámara de Diputados. Los evangélicos distribuidos en diferentes expresiones de la fe (pentecostales o neopentecostales, bautistas, presbiteranos) orillan el 29 por ciento de la población y siguen todavía de lejos a la feligresía católica mayoritaria. Hasta 2015 y solo a la IURD, se le atribuían unos 6.000 templos en todo Brasil. Macedo sigue a su frente, aunque no su cuñado que en 1980 fundó la Iglesia Internacional de la Gracia de Dios. Los fieles tienen fijado un diezmo que se calcula en el 10 por ciento de sus ingresos. Ahí radica la fortaleza económica de las más poderosas iglesias evangélicas. En Argentina la IURD se expandió con un aparato de comunicación que se sintetiza en tres palabras: Pare de sufrir, un clásico de las madrugadas televisivas.
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