GUERRA A LAS SUBORDINADAS
En radio, frases cortas.
Más que facilidad de palabra, hay quienes tienen dificultad de callarse.
Son esos animadores, entrevistadoras o comentaristas, que arrancan con una idea, hablan, repiten, dan vueltas y vueltas, como los perritos cuando van a echarse y nunca se echan, dicen lo que dijeron y anuncian lo que van a decir, y no dicen nada porque el público ya anda con dolor de cuello en tanto laberinto, como el General, y él mismo, el locutor, ya no sabe por dónde salir ni cuál era el sujeto de su frase, ni el predicado de su verbo, ni a quién le pasaba qué, y ahora yo mismo tampoco sé de qué burundanga estoy escribiendo…
En radio, frases cortas. Sean habladas, sean escritas, siempre cortas. ¿Cuántas palabras por frase? Algunos autores dicen que un buen límite son 20 palabras de punto a punto. Y hasta menos. Más de dos renglones seguidos sin rematar con un punto, ya resulta sospechoso. Cuenta las palabras de mi párrafo anterior… ¡100!
Las culpables de estos parrafazos son las llamadas “frases subordinadas”. Es a ellas a las que tenemos que declarar una guerra sin cuartel.
¿Cuáles son las frases subordinadas? Se parecen a las ramas y ramitas de un árbol que van desviándose del tronco. Fíjate en esta frase retorcida:
Hablar por radio, a pesar de lo que dicen por ahí, no es un asunto tan difícil, si bien para algunos tímidos, sobre todo al principio, podría parecerlo en la medida en que, sin demasiada experiencia, no le toman, como ocurrirá después, el debido gusto al micrófono.
La frase principal se enreda con varias subordinadas. Éstas tienen otras frasecitas colgadas que, en vez de aclarar, confunden.
¿Por qué no cortamos ese parrafazo en dos o en cuatro frases cortas? Resultará más cómodo para el locutor y más claro para el oyente. Hagamos la prueba:
No se fíe de lo que dicen por ahí. Hablar por radio no es un asunto tan difícil. Al principio, podrá parecer así para algunos tímidos. Es la falta de experiencia. Pero una vez que le toman gusto al micrófono, ya no quieren soltarlo.
Frases cortas y limpias, claras como el agua de lluvia. O como la poesía de Paul Valery, que afirmaba con toda razón: “Quien piensa claro, habla claro”.
Otro poeta, el alemán Rainer María Rilke, escribía así a su amigo: “Perdona la extensión de esta carta; no tuve tiempo de hacerla más corta”.
*Imagen de:* María Elena(enlace)