¡TODAS LAS VOCES!
Nuevas fuentes, nuevas voces, las opiniones de la gente de a pie.
¿Vamos a hacer un debate? Invitamos al diputado, a la concejala y al licenciado.
¿Una entrevista? Llamamos al sociólogo, al obispo o a la doctora.
Así pasa con demasiada frecuencia. Y al final, es siempre un pequeño grupo de personas el que habla sobre todos los temas y en nombre de todos.
¿A qué se debe esto? ¿Por el facilismo de los productores de llamar siempre a los mismos? Puede ser. ¿O para pavonearse ante las autoridades? Tal vez. ¿O porque creen que las autoridades y los intelectuales son las únicas “gentes pensantes”?
En cualquier caso, hay que superar esa “aristocracia del micrófono”. En radio, como en política, tenemos que practicar la democracia participativa.
¿A quiénes podemos entrevistar en nuestra emisora? A todos. A todas. A los de arriba y a los de abajo. A los de derecha y a los de izquierda. A nacionales y extranjeros. A viejas, jóvenes y niños. A especialistas y aficionadas. A presidentes, presididos y presidiarios, como canta Facundo Cabral.
A veces, imaginamos que si no es algo importante dicho por alguien importante, la entrevista no tiene valor. Desde luego, vamos a recoger la opinión de la técnica, del político y de los personajes públicos. Pero la vendedora informal, el minero relocalizado y el limpiabotas también tienen mucho que decir sobre la economía del país. Ellos y ellas hablarán del costo de vida con mejor “conocimiento de causa” que el señor ministro.
Que suenen todas las campanas del carillón, agudas y graves. En el conflicto de un centro escolar, los estudiantes tienen igual derecho a opinar que los profesores. En asuntos de medio ambiente, los campesinos y los indígenas tienen tantas o más razones que los colonos y las empresas. Así, escuchando distintos pareceres, las entrevistas se convertirán en un ejercicio de participación ciudadana, de democracia.
Que hablen y que lo hagan desde donde están. Ciertamente, podemos hacer entrevistas en el estudio y éstas nos saldrán con mejor calidad de sonido. Pero las que hagamos en la calle, en el bus, en el barrio, nos traerán una bocanada de palabra fresca, nos trasladarán con la imaginación al mismo lugar de los hechos.
Que la radio salga de la radio. Que los periodistas no esperen a la gente, sino que vayan a su encuentro. Y que en nuestros programas se escuchen todas las voces y se respeten todas las opiniones.
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