UNA RADIO CALLEJERA

Radioclip en texto sin audio grabado.

Se pueden hacer programas de radio… ¡hasta en las cabinas de las emisoras!

—Mire este montón de cartas… Y si me pongo a contar las llamadas telefónicas a la emisora, no acabo nunca.

Estupendo. Pero no basta que la calle entre a la radio. Hace falta que la radio salga a la calle.

Cuando oímos esto, pensamos de inmediato en los reporteros del informativo que salen a cubrir hospitales y comisarías, parlamentos y alcaldías. Eso está muy bien. Pero, ¿por qué no abrir toda la programación a la participación directa de la audiencia?

Los temas de la revista pueden debatirse desde la plaza y en la parada de buses. Los concursos, realizarse en las escuelas y a la salida del cine. Los dramatizados pueden grabarse en la comunidad. Las transmisiones deportivas, desde la misma cancha. Los festivales, al aire libre. La calle es el lugar natural de la producción radiofónica.

—¿Y no es suficiente si los oyentes vienen a la radio?

No, porque la mayoría no vienen. Además, aunque lo hicieran, los resultados serán muy diferentes.

Compruébalo con un sencillo experimento. Una junta de vecinos y vecinas de Buenos Aires ha escrito a la emisora protestando por el desempleo y contando su experiencia de trocar servicios por comida.

Invítalos a la emisora. Hazlos pasar a cabina para entrevistarlos. Ante la alfombra, el aire acondicionado, la luz fría, el silencio, el micrófono, el dedo alzado del operador, la señal de hablar, es probable que se sientan inhibidos y su denuncia tenga menos fuerza y más formalidad.

Ahora, invirtamos la situación. Es el locutor o la animadora quien va al barrio, participa en el club de trueque, transmite desde el lugar de los hechos, pide a los mismos pobladores que expliquen la situación que están viviendo. Lo harán con su lenguaje cotidiano, se expresarán con toda la energía que el caso requiere. Están jugando en su propia cancha.

Hacer una radio callejera, de eso se trata. Una radio que sale al encuentro de su audiencia y nutre sus secciones con palabras frescas, con opiniones recogidas al calor de los acontecimientos. Si contamos con unidades móviles, bárbaro. Pero ahora, con los celulares, ya no hay excusa para no transmitir desde la calle. Y si no tenemos, vamos con la clásica grabadora reportera.

El asunto es salir, movilizarse, llevar la radio a la gente. Augusto Boal decía que se puede hacer teatro en todas partes, ¡incluso dentro de las salas de teatro!

Digamos, entonces, que se pueden hacer programas de radio… ¡hasta en las cabinas de las emisoras!

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